jueves, 11 de junio de 2015

EN PAZ DESCANSE... Christopher Lee (1922-2015)

Ha hecho comedia, ciencia-ficción, drama, terror, fantástico. Ha sido sir, soldado, conde imperial, mago, el monstruo de Frankenstein y, cómo no, el mismísimo Drácula. Y ha sido, sobre todo, un excelente actor que logró ser uno de los siete grandes del cine de terror. Dotado de una voz portentosa que le llevó a ser narrador en programas de radio y a participar en distintas óperas y obras de teatro, y de uno de los físicos más imponentes del panorama cinematográfico –medía casi dos metros-, Christopher Lee se convirtió, por derecho propio, a base de talento y esfuerzo, en un icono del séptimo arte totalmente atemporal.

Hijo de una condesa y un teniente coronel, no sería hasta acabada la II Guerra Mundial, donde sirvió como piloto, cuando comenzaría su carrera como actor gracias a su primo. En 1946 participaría en seriales radiofónicos, y ya por entonces sus cuerdas vocales le harían tremendamente conocido. No fue hasta 1948 cuando se haría un hueco en el cine, comenzando en “La extraña cita” de Terence Young y el “Hamlet” de Laurence Olivier, y llegando a encadenar casi una decena de títulos ese año. Tras esto pudo vérsele de nuevo a las órdenes de Young en “La princesa de Éboli” o a las órdenes de cineastas como Raoul Walsh en “El hidalgo de los mares”, John Huston en “Moulin Rouge” y Michael Powell en “La batalla del Río de la Plata”. En algunas aparecía sin acreditar, pero poco a poco iba haciéndose un hueco.


No fue hasta 1957 que firmaría un contrato con la Hammer, la productora que le haría mundialmente conocido. “La maldición de Frankenstein”, donde interpretaba al monstruo, fue su genial carta de presentación, que duraría hasta finales de los 70, llegando a conocer a amigos inseparables como Peter Cushing o el director Terence Fisher, que se puso detrás de la cámara de la mayoría de los títulos de la compañía. Así, paseó su porte a las órdenes de este en “Horror of Dracula”, “El perro de los Baskerville”, “La momia”, “Las dos caras del Dr. Jekyll”, “El collar de la muerte” o “La Medusa”, a la vez que trabajaba para otros directores, tanto dentro como fuera de la factoría de terror, como Robert Day (“Pasillos de sangre”, junto a Boris Karloff), Don Sharp (“El regreso de Fu-Manchú”, “Rasputín”), Jesús Franco (“Fu-Manchú y el beso de la muerte”, “El conde Drácula”), Billy Wilder (“La vida privada de Sherlock Holmes”), Guy Hamilton (como villano en la cinta de 007 “El hombre de la pistola de oro”) o Richard Lester (“Los tres mosqueteros”).

En los 70, el terror de la Hammer empezaba a quedarse obsoleto, y aunque consiguió trabajar en otro tipo de filmes, Lee empezaba a estar encasillado. Finalizada su etapa con la productora británica, participó a las órdenes de Steven Spielberg en “1941” o Joe Dante en “Gremlins 2”, pero en general sus papeles durante la década de los 80 se limitaban a participaciones como actor de reparto en cintas de dudosa calidad, una tendencia que continuó en los 90 con películas como “Loca academia de policía: Misión en Moscú”, y destacando únicamente “Sleepy Hollow”, de Tim Burton. Y aún así no pasaba un solo año sin estrenar más de tres trabajos.


El actor quedaba ya como una reliquia del pasado, hasta que Peter Jackson marcó un nuevo impulso en su carrera gracias al papel de Saruman en la trilogía “El señor de los anillos”, y también George Lucas, para el que interpretó al conde Dooku en los episodios II y III de “Star Wars”. A partir de aquí prestaría su voz en los videojuegos y series basados de ambas sagas, y volvería a trabajar a las órdenes de Burton en “Charlie y la fábrica de chocolate”, “La novia cadáver”, “Alicia en el País de las Maravillas” o “Sombras tenebrosas”, bajo la dirección de Martin Scorsese en “Hugo” y de nuevo con Jackson en la trilogía “El Hobbit”.

Primo de Ian Fleming, padre de James Bond, Lee llegó a cosechar importantes premios durante su carrera, aunque la mayoría de ellos honoríficos. Pero el mayor premio, sin duda, es habernos regalado tantos personajes memorables, y tantas películas inolvidables. Más de 250, que se dice pronto. Un auténtico monstruo que nos deja a los 93 años. Descanse en paz, maestro. 

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