Ha
hecho comedia, ciencia-ficción, drama, terror, fantástico. Ha sido sir,
soldado, conde imperial, mago, el monstruo de Frankenstein y, cómo no, el
mismísimo Drácula. Y ha sido, sobre todo, un excelente actor que logró ser uno
de los siete grandes del cine de terror. Dotado de una voz portentosa que le
llevó a ser narrador en programas de radio y a participar en distintas óperas y
obras de teatro, y de uno de los físicos más imponentes del panorama
cinematográfico –medía casi dos metros-, Christopher Lee se convirtió, por derecho
propio, a base de talento y esfuerzo, en un icono del séptimo arte totalmente
atemporal.
Hijo de una condesa y
un teniente coronel, no sería hasta acabada la II Guerra Mundial, donde sirvió
como piloto, cuando comenzaría su carrera como actor gracias a su primo. En
1946 participaría en seriales radiofónicos, y ya por entonces sus cuerdas
vocales le harían tremendamente conocido. No fue hasta 1948 cuando se haría un
hueco en el cine, comenzando en “La extraña cita” de Terence Young y el “Hamlet”
de Laurence Olivier, y llegando a encadenar casi una decena de títulos ese año.
Tras esto pudo vérsele de nuevo a las órdenes de Young en “La princesa de Éboli”
o a las órdenes de cineastas como Raoul Walsh en “El hidalgo de los mares”,
John Huston en “Moulin Rouge” y Michael Powell en “La batalla del Río de la
Plata”. En algunas aparecía sin acreditar, pero poco a poco iba haciéndose un
hueco.
No fue hasta 1957 que
firmaría un contrato con la Hammer, la productora que le haría mundialmente
conocido. “La maldición de Frankenstein”, donde interpretaba al monstruo, fue
su genial carta de presentación, que duraría hasta finales de los 70, llegando
a conocer a amigos inseparables como Peter Cushing o el director Terence Fisher,
que se puso detrás de la cámara de la mayoría de los títulos de la compañía.
Así, paseó su porte a las órdenes de este en “Horror of Dracula”, “El perro de
los Baskerville”, “La momia”, “Las dos caras del Dr. Jekyll”, “El collar de la
muerte” o “La Medusa”, a la vez que trabajaba para otros directores, tanto
dentro como fuera de la factoría de terror, como Robert Day (“Pasillos de
sangre”, junto a Boris Karloff), Don Sharp (“El regreso de Fu-Manchú”, “Rasputín”),
Jesús Franco (“Fu-Manchú y el beso de la muerte”, “El conde Drácula”), Billy
Wilder (“La vida privada de Sherlock Holmes”), Guy Hamilton (como villano en la
cinta de 007 “El hombre de la pistola de oro”) o Richard Lester (“Los tres
mosqueteros”).
En los 70, el terror de
la Hammer empezaba a quedarse obsoleto, y aunque consiguió trabajar en otro
tipo de filmes, Lee empezaba a estar encasillado. Finalizada su etapa con la
productora británica, participó a las órdenes de Steven Spielberg en “1941” o
Joe Dante en “Gremlins 2”, pero en general sus papeles durante la década de los
80 se limitaban a participaciones como actor de reparto en cintas de dudosa
calidad, una tendencia que continuó en los 90 con películas como “Loca academia
de policía: Misión en Moscú”, y destacando únicamente “Sleepy Hollow”, de Tim
Burton. Y aún así no pasaba un solo año sin estrenar más de tres trabajos.
El actor quedaba ya
como una reliquia del pasado, hasta que Peter Jackson marcó un nuevo impulso en
su carrera gracias al papel de Saruman en la trilogía “El señor de los anillos”,
y también George Lucas, para el que interpretó al conde Dooku en los episodios
II y III de “Star Wars”. A partir de aquí prestaría su voz en los videojuegos y
series basados de ambas sagas, y volvería a trabajar a las órdenes de Burton en
“Charlie y la fábrica de chocolate”, “La novia cadáver”, “Alicia en el País de
las Maravillas” o “Sombras tenebrosas”, bajo la dirección de Martin Scorsese en
“Hugo” y de nuevo con Jackson en la trilogía “El Hobbit”.
Primo de Ian Fleming,
padre de James Bond, Lee llegó a cosechar importantes premios durante su
carrera, aunque la mayoría de ellos honoríficos. Pero el mayor premio, sin
duda, es habernos regalado tantos personajes memorables, y tantas películas
inolvidables. Más de 250, que se dice pronto. Un auténtico monstruo que nos
deja a los 93 años. Descanse en paz, maestro.
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