jueves, 12 de enero de 2017

LA CRÍTICA. La autopsia de Jane Doe

Necropsia narrativa
Puede parecer que aún es demasiado pronto para hablar en estos términos, puesto que tan sólo cuenta con tres trabajos a sus espaldas, pero ha sido suficiente para vislumbrar cierta coherencia en la carrera que hasta ahora lleva el noruego André Øverdal. Si en “Future Murder” hablaba de la paranoia como manera de fundir de manera peligrosa la realidad con las ensoñaciones, y en “Troll Hunter”, su mejor obra hasta la fecha, aprovechaba el found footage como portal cinematográfico capaz de unir esa misma realidad y el folklore, en su nuevo trabajo se adentra progresivamente en otra leyenda popular, en este caso norteamericana, al mismo ritmo que sus dos protagonistas van diseccionando el cadáver de esa Juana Nadie que da título al film.

Porque “La autopsia de Jane Doe” es, en sí mismo, un ejercicio de necropsia narrativa que va mutando hacia el terror, sustentado fundamentalmente en la fuerza de un libreto que sabe captar interés y generar suspense en torno a las causas de la muerte de su inerte coprotagonista. Øverdal no necesita de mayores artificios que dejarse llevar por el desarrollo de la historia para intrigar al espectador, valiéndose además del solvente trabajo de Emile Hirsch y el gran Brian Cox.


Pero tan sólo en el relato. Uno de sus talones de Aquiles reside precisamente en el hecho de que su director no es capaz de sorprender a nivel cinematográfico con su trabajo tras la cámara. El resultado es una propuesta que vale más por lo que cuenta que por el cómo lo hace, y que acaba convirtiendo sus giros de guión en un film de terror repleto de tópicos, uno de manual filmado con más corrección que inspiración, a ratos inquietante y estremecedor, pero nada trascendente ni remarcable.


Así, lo que queda es una película bastante sugerente, mejor que otras mejor valoradas del pasado año, a pesar de que termine usando buena parte del manido abanico de recursos del género. Una que confirma la predilección de Øverdal por el fantástico, por jugar con la “realidad”. Aunque en este caso no lo haya hecho a nivel artístico, y el proceso de necropsia que propone se va pudriendo más que creciendo interiormente. Justo lo contrario que nuestra querida Jane Doe.

A favor: lo bien que atrapa su guión
En contra: su rutinaria y correcta dirección

Calificación ***
Merece la pena

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