Juego de niños
Poco caso hicieron los
nuevos padres fundadores a las palabras de Martin Luther King cuando decía que
la violencia provocaba más problemas sociales de los que resuelve. América, esa
nación forjada a base de sangre y sudor, ahora
renace a través de la violencia liberada durante una sola noche en la
que todo está permitido. Incluido el asesinato.
Aunque las bases sobre
las que se sustenta la distopía que propone la franquicia “The Purge” son poco
estables y verosímiles más allá del contexto social e histórico que las enmarca,
sí que el discurso entre líneas de la obra de James DeMonaco es de lo más
acertado, en cuanto que carga sus tintas hacia un sistema de privilegios en el
que los pobres sucumbirán ante las armas de los más adinerados y poderosos, en
forma de panfleto propagandístico anti-republicano de lo más oportunista con
las elecciones presidenciales a la vuelta de la esquina. Es, aunque pese a sus
detractores, un film hijo de su tiempo y una respuesta lógica a toda esa
morralla política que nos rodea.
Y sin embargo, en este
caso la forma no acompaña a la moraleja. Porque “Election: La noche de las
bestias” apuesta por el caballo ganador en todo momento, no arriesga ni innova
dentro de la saga. Sí, es más violenta y sangrienta, pero no deja de ser una
versión extendida de la segunda entrega, una copia de esquemas que incluso se
permite la osadía de repetir un personaje y prácticamente la misma estructura
narrativa. DeMonaco aprendió tras la sosa y desaprovechada primera entrega que
lo interesante está en las calles, y vuelve a ofrecer un thriller urbano
repleto de enfants terribles careta
en mano, en el que ni sus segmentos supuestamente más acertados, esos que
atacan directamente a las clases acomodadas –la escena de la iglesia, por
ejemplo- acaban por volver a modular un discurso que sigue los patrones del ya
expuesto en su predecesora. La prueba de que su director y guionista se muestra
torpe a la hora de desarrollar su propia idea y llevar más allá un universo con
bastante material para explotar.
Pero no sólo es más de
lo mismo. El mayor pecado que comete esta nueva purga es que llega a aburrir,
al menos al espectador que vea en ella una repetición de algo ya visto, y que
está repleta de diálogos de lo más sencillos y básicos, predispuestos para que
el público no tenga que pensar demasiado en el mensaje subliminal. Para los que
sí quieran estrujarse los sesos, ya estaba Buñuel y su incesante ataque contra
la burguesía. Al lado de su sardónica obra, esta violenta purga no es más que
un juego de niños.
A
favor: el oportunista mensaje propagandístico electoral
entre líneas
En
contra: todo suena a ya visto, y aburre
Calificación
*
Ni se moleste
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