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miércoles, 23 de abril de 2014

El Corto Cinéfago: "120 Seconds To Get Elected", de Denis Villeneuve

Allá por el año 2006, la National Film Board of Canada y la fundación canadiense Bravo!FACT, dedicada a la promoción de nuevos talentos cinematográficos, organizaron la antología “Shorts in Motion: The Art of Seduction”, una serie de diez cortometrajes de dos minutos grabados con teléfonos móviles y realizados por artistas y directores canadienses.

Uno de ellos fue Denis Villeneuve, director de “Incendies”, “Enemy” y “Prisoners”, del que la semana pasada presentábamos uno de sus trabajos más aclamados, “Next Floor”. Dos años antes de este último, Villeneuve presentó para la antología canadiense de cortometrajes –sólo una realizadora sería no canadiense, Isabella Rossellini, que posteriormente trabajaría con Villeneuve en “Enemy”- “120 Seconds to Get Elected”, un sensacional trabajo en el que un político trata de convencer a las masas de votantes que le elijan mezclando hábilmente los conceptos FAMILIA, DINERO y FELICIDAD. El resultado es una joya de 120 segundos de duración con tintes fascistas en la que Villeneuve da rienda suelta a uno de sus temas predilectos: el totalitarismo del Estado frente al individuo. Una pieza que, en los tiempos que corren, y en general siempre, debe ser visionada, y cuyo protagonista se va transformando, por gestos y tono de voz, en uno de los mayores genocidas de la historia de la Humanidad. Imprescindible, y en muchos sentidos, escalofriante. Tras el corto, el discurso completo en castellano.



“Primero, estoy seguro que este año todos queréis trabajos, porque con trabajos tendréis dinero. Y una cosa es segura, todo el mundo quiere dinero. Con dinero podéis comprar cosas que os traigan felicidad después de un buen día de trabajo. Si me elegís, trabajaréis. Pero no demasiado. Os digo que no demasiado trabajo. El trabajo os aleja de su familia. La familia es la raíz de la sociedad. Vosotros no queréis trabajar, queréis dinero. A más dinero, más felicidad. Es pura matemática. Es por eso que recortaremos los impuestos. No queréis que me quede con vuestro dinero. Queréis guardar vuestro dinero para vosotros. No queréis ser pobres, queréis ser ricos. Luchemos contra la pobreza juntos. Yo eliminaré la pobreza. La pobreza será ilegal. Todos los pobres serán puestos en campos de trabajo, de esa manera podrán ser ricos. Pero no demasiado. Si se vuelven demasiado ricos, ya no habrá más pobres, y sin pobres, ¿quién será rico? Y algo que no querréis es que los pobres se lleven vuestro dinero. Por lo que para protegeros del peligro de la pobreza, invertiremos vuestro dinero en el ejército. Mucho dinero, sí, para proteger vuestro dinero. La educación no trae dinero. La educación trae preguntas, y ya nosotros tenemos la respuesta. Lo mismo ocurre con el cambio climático. No veo relación entre iceberg y dinero. La naturaleza es lo único que no necesita dinero. Felicidad es riqueza ahora. ¿Queréis ser ricos ahora? Entonces, votadme. Dios os bendiga”.

miércoles, 16 de enero de 2013

LA CRÍTICA: Lincoln

Olor a Oscar
Cuando eran tan sólo un joven aspirante a cineasta, cuenta Steven Spielberg que tuvo un encuentro con el mítico John Ford, sin duda el cineasta que más le influyó a la hora de dedicarse a la profesión. Ford le enseñó unos cuadros y le preguntó que veía en ellos, a lo que Spielberg le respondió que unos indios, unos caballos,… y el veterano director le mandó a callar con una frase sentenciosa: “Cuando entiendas por qué el horizonte está arriba o abajo en la imagen, y no en el centro, puede que seas un buen cineasta. Y ahora vete al carajo”.

Esta pequeña anécdota bien podría pertenecer a una de esas historias que el presidente Lincoln cuenta a lo largo del metraje del último film del Rey Midas de Hollywood, pero también sirve para entender por qué la crítica estadounidense, y buena parte de la internacional, se ha rendido a sus pies, más allá del sentimentalismo y orgullo patrio.

Al igual que el Ford de “El joven Lincoln”, Spielberg propone una mirada microscópica, tomando como excusa un hecho histórico crucial, de una gigantesca figura. Ambos humanizaron al hombre tras la leyenda, en este caso al padre afligido por la culpa y amoroso, al marido ausente y fiel, al dirigente astuto y tenaz. Pero, además, en “Lincoln” constatamos la pasión de Spielberg por el arte y la técnica cinematográfica, a un nivel comparable al de aquel estudioso de la imagen que le dio la lección de su vida, y que no por casualidad se alzó con cuatro premios de la Academia.


 “Lincoln” es tan cinematográficamente perfecta y tan académica en su composición, en su dirección de actores, en su banda sonora, en su realización técnica y artística, que es imposible darle una mala nota. Su ritmo, como el de Ford, es tranquilo y pausado, tanto que el conjunto puede ser un tanto irregular en su ritmo. Algo que depende en parte del espléndido guión de Tony Kushner, un libreto que, aunque resulta bastante didáctico, se pierde en ocasiones su propia densidad política. Pero, a diferencia de Ford, su mirada posee una magia especial que aquí tarda en aparecer, y cuando lo hace es bienvenida.


Pese a algún desliz de su realizador –esos innecesarios cambios de plano durante los monólogos de su protagonista o el alargado desenlace, donde el asesinato sobra-, a ese ritmo tan irregular o a su pequeño envoltorio, la grandeza de “Lincoln” se ve incrementada gracias a un reparto perfectamente orquestado, en el que destacan Tommy Lee Jones y, sobre todo, Daniel Day-Lewis. Lo que el intérprete irlandés realiza no es solamente un proceso de mimetización con su personaje, sino un logro de humanización y credibilidad superlativas. Él es el personaje, y nadie mejor que él podría haberle hecho cobrar vida.


Y todo eso aun cuando el presidente queda reducido a un segundo plano como un espectador silencioso y observador mientras otros hablan. Porque más allá del magnífico retrato de la figura central, lo que toca Spielberg una vez más en su nueva obra es la xenofobia y la discriminación. Lo demás es puro teatro, aunque teatro de una factura impecable. Huele a Oscar.

A favor: Daniel Day-Lewis, inmenso, y la dirección pausada a la vez que mágica de Spielberg
En contra: su contenido político puede hacerse algo pesado, y el momento del asesinato sobra

Calificación: ****

jueves, 4 de octubre de 2012

Spot de tv extendido de "Lincoln". Y tan extendido

Es curioso que un spot de tv sea tan completo y largo como un tráiler de cine. Lo dejo caer. Por lo demás, pintaza.

viernes, 14 de septiembre de 2012

Tráiler de "Lincoln", casi como recién salido del horno


De regalo, la presentación en Google Play. Fue en directo. Fue…


martes, 11 de septiembre de 2012

Avance del tráiler de "Lincoln"

Existían los tráilers. Existían los teasers. Pues ahora tenemos los avances de los teasers. Vale, dejan claro que el tráiler oficial estará disponible este mismo jueves, pero este supuesto teaser es tan corto que bien podría ser un tráiler del propio teaser. Es igual, aquí tenemos al Lincoln de Spielberg. De espaldas, eso sí. Y el conjunto desprende puro aroma spielbergiano.

martes, 6 de marzo de 2012

LA CRÍTICA: Los idus de marzo

Idealismo, lealtad, política

Tarde o temprano, George Clooney acabaría vertiendo las tintas de su orgullosamente público activismo político contra los dirigentes del mundo, contra las manos que mueven los hilos y rigen nuestro futuro. Y ha sido en su cuarto trabajo como director tras la espléndida “Confesiones de una mente peligrosa”, la magistral “Buenas noches, y buena suerte”, y la menor y ligera “Ella es el partido”, cuando ha decidido lanzarse al ataque, en una época en la que la política se encuentra desvirtuada como servidora del pueblo, por culpa sin duda alguna de los que la manejan.

Clooney se reserva un pequeño pero decisivo papel en este circo, creando un candidato al que destrozar, inexistente en la obra teatral en que se basa, un hombre de aparentes firmes convicciones en el que todos creen y cuya imagen se va desmoronando a ojos del idealista  protagonista, Ryan Gosling, que deberá debatirse entre la lealtad a su partido y sus ideales. ¿Verdad o política? He ahí la cuestión.


Clooney acierta en su dirección de actores, un elenco de estrellas que se luce totalmente, desde el magnético Gosling hasta los siempre solventes Philip Seymour Hoffman y Paul Giamatti, dos actores a los que siempre merece la pena ver en pantalla, pasando por la cada vez más imprescindible Marisa Tomei y el carisma del propio director/actor.


Pero al guión se le ve el plumero, y de qué manera. “Los idus de marzo” hace honor a la hipocresía de su propio título –los idus eran fechas en el calendario romano que traían buenos augurios, pero en los idus de marzo fue asesinado por sus senadores Julio César, que jamás creyó que algo pudiera ir mal en esas fechas- y su discurso hace gala de cierto maniqueísmo y de un descarado oportunismo.


Clooney apuesta por una puesta en escena simple para contar algo que él cree importante, con una solemnidad que raya lo insoportable por panfletaria, y el film acaba resultando irregular. Porque es durante la segunda mitad del metraje cuando transcurre lo más interesante, tras un primer acto interesante pero aburrido. La película cambia de rumbo hacia el thriller conspiranoico e inteligente al más puro estilo Lumet o Pollack, muy logrado en su factura cinematográfica, pero que llega demasiado tarde para levantar el conjunto. Y no le ayuda nada que a la memoria te venga esa obra maestra del cine contemporáneo que es “El escritor”, de Roman Polanski.

A favor: su reparto, y su giro hacia el thriller en su segundo acto
En contra: su giro de guión llega tarde y su discurso es demasiado oportunista y panfletario

Valoración: **1/2

martes, 4 de noviembre de 2008

"The Mourning After": Una jornada para el terror político

Jornada electoral en Estados Unidos. McCain vs. Obama, y tan sólo cuatro días después de Halloween. El corto que les presento a continuación combina la política con el terror, pero revestido de un sentido del humor sutil. Lo terrorífico está en su mensaje interno, en algo que podría ocurrir hoy mismo. Recuerden, VOTAR ES IMPORTANTE.

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