viernes, 9 de febrero de 2018

LA CRÍTICA. The Cloverfield Paradox

El gen Abrams
Se le pueden reprochar muchas cosas a J.J. Abrams, pero no que no sepa cómo vender sus productos, cómo atraer al público a las salas y hacer crecer las expectativas del espectador. “Lost” fue su primer producto de consumo masivo, una ficción que semana tras semana enganchaba a medio planeta, mientras iba afianzando su status de culto televisivo para toda una generación. Y luego demostró con “Monstruoso (Cloverfield)” que era un as en esto de generar revuelo en la red, de hacer del marketing viral un arma de seducción masiva.

E igual que repitió la fórmula del éxito de la publicidad con su secuela/spin-off, lo ha vuelto a hacer con “The Cloverfield Paradox”, todo un ejemplo de campaña agresiva, tan agresiva que ha resultado prácticamente inexistente. Su mera existencia es una paradoja en sí misma, como reza su título. Un estreno sorpresa con la alianza de la todopoderosa Netflix, otra abanderada contemporánea de sorprender en lo que a vender sus propuestas se refiere.


Pero por supuesto, al igual que es capaz de recoger lo mejor del responsable de la maravillosa “Súper 8”, es también portadora del gen Abrams, ese que mucho promete pero poco abarca. Porque los seguidores de la serie que le dio el salto al estrellato definitivo, y aquellos que se han sentido decepcionados por ejemplo con su aventura galáctica, lo saben de sobra. Que es un vende humo, que disfruta creando misterios y detalles de lo más cool, pero a los que luego no da salida ni explicación.

Y eso también afecta a esta nueva entrega, plagada de momentos que funcionarían sin problemas de manera aislada –el momento imán, la inundación en la cabina-, junto a otros tan cómicos como ridículos –ay, esa mano traviesa-, pero que no tienen razón de ser aparente dentro de la propia lógica del film. El guión no se preocupa por resolver los muchos interrogantes que plantea, a la espera de que alguna entrega futura lo haga.


Pero más allá de eso, que podrá indignar de nuevo a aquellos que ya no le rían las gracias a la manera de entender el cine de este señor, hay algo realmente destacable en “The Cloverfield Paradox”. Sí, tiene muchos defectos, como esa sensación de pastiche que deja su visionado –por ahí resuenan “Alien”, “Esfera” u “Horizonte final”-, su plana realización y casting, o lo soso de parte de su desarrollo, pero al final lo que destaca de ella es lo bien que abre toda una línea argumental que encaja a la perfección con lo visto en sus dos predecesoras. Porque aunque algunos se nieguen a verlo, esta odisea espacial guarda más relación con las dos anteriores que, por ejemplo, la segunda con la primera. Naturalmente, el pertenecer a esta saga, que bien podría no haberlo hecho, le da una nueva dimensión. A sí misma como la más floja de la trilogía -no por ello mala, ojo-, y a la propia franquicia abriendo nuevos y sugerentes arcos narrativos. Y la línea que abre, tan inesperada como atractiva, es digna de ser vista. Aunque sea por el gen recesivo que define su paradójica existencia.

A favor: la sugerente línea que abre en la franquicia, y lo bien que encaja con las anteriores
En contra: sus clichés, lo plano de su desarrollo, y esa maldita tendencia de su productor de lanzar ideas sin explicarlas

Calificación **1/2
Se deja ver muy bien 

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