domingo, 9 de diciembre de 2012

LA CRÍTICA: La vida de Pi

El triunfo del humanista Ang Lee
Lo más claro y positivo que se podría decir de Ang Lee es que es uno de los directores más versátiles e inquietos de su generación. Un taiwanés que lo mismo disecciona las raíces sociales y culturales de su tierra, que se atreve con el universo marvelita, que lleva a la pantalla el clasicismo de Jane Austen o que analiza con lupa a Occidente con ojo clínico, que lo mismo hace el western más valiente que la película de artes marciales más innovadora de los últimos años.

Así que nadie debería sorprenderse si la adaptación de una novela tan multicultural y mística como “La vida de Pi” cae en sus manos, porque no podría haber caído otras mejores. Lee, siempre interesado en el choque cultural, social y religioso de los seres humanos, independientemente del contexto en que se desarrollen, es el realizador perfecto para llevar a la gran pantalla la historia de este hindú cristiano e islamista, y a la vez futuro judío, proveniente de la India francesa y residente en Canadá que cuenta una increíble historia de supervivencia y descubrimiento personal ante un atónito escritor en busca de un relato que contar.

No es la primera vez que el director acepta un reto digital. No olvidemos la malograda “Hulk”, con la que “La vida de Pi” comparte un aspecto positivo y otro negativo. Ambas adolecen de un sentido del montaje que puede pasarle cierta factura, a pesar de sus prodigios técnicos, aunque en este caso no es tan extremo como en aquella. Porque pese a dichos excesos, “La vida de Pi” es una fabulosa odisea homérica que se pasa en un suspiro, que maravilla gracias a su genial composición artística mezcla de una fotografía casi pictórica y de unos efectos especiales de Oscar, que hace un inteligente uso del formato tridimensional palpable incluso si se contempla en formato convencional.


Pero hasta en su aportación al universo de Stan Lee y Jack Kirby, el cineasta se preocupaba por la historia y sus personajes, y éste es el gran triunfo de “La vida de Pi”. No estamos ante la superficialidad y vacuidad travestidas de falso misticismo y truculencias digitales de “Avatar”, sino ante una historia humanista y filosófica que atrapa y da que pensar, que propone un debate religioso sobre la existencia de Dios de una resolución brillante y guiada, pero no manipuladora, que juega al despiste y las dobles lecturas.


Cierto es que en algunos instantes el guión peca de una simpleza en los monólogos y en el discurso bastante alarmantes, pero puntuales, como si el público necesitara que le explicaran todo con palabras. Pero aun con eso “La vida de Pi” es el triunfo del espíritu humano, del cine entendido como arte cargado de misticismo, y de un humanista que ha decidido mostrarnos el mundo a través de una pantalla de cine, demostrando que es un maestro. Aunque eso lleva demostrándolo desde hace muchos años.

A favor: el aspecto visual, el aspecto místico,… y Ang Lee, un genio
En contra: ciertos excesos de montaje perdonables, y alguna línea de diálogo simplona, también perdonable

Calificación: ****

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