lunes, 30 de julio de 2007

Snyder se atreve con Watchmen

Ha sido una de las grandes revelaciones de la Comic Con que se celebra estos días en San Diego. Allí los cinéfagos han dado rienda suelta a sus ansias de devorar cine con las comparecencias de J.J. Abrahams, quien presentaba el nuevo “Star Trek” y otra película que tiene en proyecto y de información aún desconocida, o Spielberg con su “Indiana Jones 4” vía conferencia interactiva. Entonces fue cuando hizo acto de presencia Zack Snyder (sí, el de “Amanecer de los muertos” y “300”) anunciando que la adaptación cinematográfica de “Watchmen” ya está en marcha y verá la luz el 6 de Marzo de 2009. Por si fuera poco ya tienen hasta el reparto, en el que me cuadra bastante poco Billy Crudup como el Dr. Manhattan -habrá que ver cómo hace milagros el maquillaje, y el gimnasio-, pero en el que sí veo como Rorschach (en la foto, en una imagen que se pudo ver durante el trailer de "300")a Jack Earle Haley, nominado este año como secundario al Oscar por Little Children.

Pero antes de seguir, ¿qué es “Watchmen”? Pues “Watchmen” es un comic book creado por Alan Moore y Dave Gibbons, un cómic con principio y fin, 12 episodios que se han convertido en todo un referente en la historia. Relatar de qué trata el cómic es tan arriesgado como adaptarlo al cine, pero en una primera aproximación podríamos decir que se trata de las historias paralelas de antiguos superhéroes, viejas glorias ya retiradas por cuyas vidas se hace un recorrido, siendo de importancia no sólo la trama, salpicada por un asesino de antiguos héroes, sino por las reflexiones que todos los enmascarados hacen de la época en la que viven. El cómic se permite la licencia de cambiar a conveniencia, y por hacer un análisis más ácido aún de la sociedad, parte de la historia americana, como por ejemplo mostrando a un Nixon que jamás dimitió y que durante los años 80, década en la que transcurre la historia actual de “Watchmen”, sigue gobernando con mano de hierro.

Después de esta nada acertada sinopsis -ya les digo, es bastante complicado de relatar- llega el análisis crítico de la obra. Poco hay que reprochar a la obra original, salvo una trama que se complica demasiado en su último tramo. El resto se reparte entre las ilustraciones simples pero efectivas de Dave Gibbons y la milimétrica composición de la historia de Alan Moore. Porque si algo caracteriza a “Watchmen” es la perfección en su presentación. Para su realización Moore no sólo decidió qué debía decir cada personaje, lo habitual, sino que planificó al detalle todo lo que se vería en cada viñeta, y cuando digo todo es todo. Absolutamente nada de lo que aparece en cada viñeta es arbitrario, está ahí por alguna razón, y contribuye igualmente a la historia. Esto hace que cuando comienzas a releer el cómic descubras detalles de los que antes no te percataste.

Es imposible expresar con palabras esa perfección a la que llega “Watchmen”, pero espero al menos que se hayan hecho una idea. Este año Snyder se tiró a la piscina con la adaptación de “300”, y salvo alguna secuencia redundante que no figuraba en el cómic, mi opinión es que dio en el clavo realizando un calco de la obra original, tanto como dio en el clavo igualando y a veces superando a ese gran clásico que fue el “Zombie” de Romero. Pero “300” no es “Watchmen”. El reto de “300” era estético, algo ya posible gracias a la magia digital. El de adaptar la obra de Moore y Gibbons es aún mayor, pues la legión de seguidores es considerablemente más numerosa y no importa tanto la estética del cómic como mantener las rupturas temporales del mismo, sus detalles milimétricos, los inteligentes y justos diálogos, etc. Podemos decir que ahora sí que se ha metido en un lío, del que veremos si sale bien parado el 6 de Marzo de 2009. Por ahora vayan echando un vistazo a la web provisional.

Web provisional de Watchmen

jueves, 26 de julio de 2007

LA CRÍTICA


LOS SIMPSON: LA PELÍCULA ****1/2

Más de lo mismo, que es mucho

Existe un momento en el salto a la pantalla grande de la familia animada más famosa de la televisión que podría ser visto por algunos como simple vehículo de desconcierto y transgresión, aquel en el cual la acción se ve interrumpida por un Continuará para dar paso a un Inmediatamente, intermedio tras el cual se reanuda la película. Este crítico prefiere ir más allá y ver ese intermedio como un momento de gran cine, como un guiño cinematográfico a esas películas interminables como “Ben-Hur” que obligaban a hacer un parón durante la proyección, parada que se mantiene intacta incluso en las ediciones en DVD de los grandes clásicos.

Ya sea como arma de transgresión o fruto de esa cinefilia de la que Matt Groening, James L. Brooks y sus camaradas han hecho alarde durante estos 20 años de existencia de la serie, lo cierto es que constituye tan sólo uno de los muchísimos aciertos de este gran capítulo alargado. Sus creadores sabían lo que se jugaban, y la presión que tienen sobre sus espaldas de mantenerse fieles a la serie de animación es inmensa. “Los Simpson” es uno de los grandes iconos de nuestra generación, ya no sólo de los Estados Unidos, sino del mundo entero.

Tras ver “Los Simpson: La película”, el veredicto es claro: es un episodio alargado, con el mismo espíritu de la serie y que hace avanzar un paso más la irreverencia, originalidad e inteligencia del producto original. La nueva aventura simpsoniana arremete como nunca contra Arnold Schwarzenegger, y de paso contra el presidente de la nación, contra los grupos de música estilo Green Day que han perecido en Springfield durante todos estos años, e incluso se permiten el lujo de mostrar un inolvidable desnudo integral de Bart Simpson y alguna que otra palabra malsonante.

El culpable de la cadena de acontecimientos que llevará al pueblo a ser aislado dentro de una gigantesca e indestructible cúpula totalmente vigilada cual Gran Hermano o Show de Truman no es otro que el cabeza de familia, Homer Simpson, quien por culpa de su Spider-Cerdo detonará uno de los mayores desastres ecológicos que se recuerdan y que pondrá en peligro a todo el país. Homer deberá huir con su familia sin ninguna intención de restaurar su honor, mientras Marge comienza a perder la confianza en su marido, Bart descubre en Flanders al padre que nunca tuvo, Lisa experimentará el amor que sigue sus mismos ideales y Maggie se perfila como la gran heroína en más de una situación.

“Los Simpson: La película” mantiene la frescura del producto original, mejora notablemente la animación y ofrece momentos de absoluta ironía e irreverencia, a los que probablemente sólo resten gracia unos trailers en los que se muestran demasiados gags de la cinta. Viéndola uno no puede evitar colocarla a la altura de otros ilustres saltos como los de “Beavis y Butt-Head”, “South Park”, “Las Supernenas” o “Los Rugrats”, por citar solo algunos ejemplos. Y no se preocupen, no es necesario haber visto las últimas temporadas para entender la película. Estamos ante un acontecimiento cinematográfico que se salda con una triunfal película en la que nada falta y nada sobra, un capítulo alargado de uno de los hitos televisivos más importantes de la historia.

Un misterio resuelto, el de la supuesta localización de Springfield y una última recomendación: no se muevan de sus asientos durante los títulos de crédito. La familia guarda un último comentario para los ayudantes de producción reconvertidos en encargados del cine y todos aquellos que nos esperamos hasta la última letra del último crédito, en contra de lo que dictan nuestras vejigas, para memorizar los nombres de todos aquellos que han hecho posible esta gloriosa película.

Título original: "The Simpsons Movie"; Nacionalidad: EEUU; Género: Animación; Año: 2007; Duración: 87 minutos; Dirección: David Silverman; Doblaje original: Dan Castellaneta (Homer Simpson), Julie Kavner (Marge Simpson), Nancy Cartwright (Bart Simpson), Yeardley Smith (Lisa Simpson), Harry Shearer (Sr. Burns), Hank Azaria (Varios)

lunes, 16 de julio de 2007

LA CRÍTICA

Los 4 Fantásticos y Silver Surfer **1/2

Estela Plateada merecía algo mejor

Debo reconocer que de todos los héroes que pueblan el universo Marvel, Los 4 Fantásticos son los que menos interés me han despertado siempre. Salvo por el dilema moral ante un nuevo aspecto que presentaba un personaje ya imprescindible de la factoría marveliana como era La Cosa, siempre vi a este equipo como un subproducto para niños y adolescentes, alimentado por cierta serie de dibujos animados que contemplé durante mi niñez.

Siendo así cabía esperar que la adaptación cinematográfica del cómic creado por Stan Lee y Jack Kirby no despertara en absoluto mi curiosidad como lo han hecho las de “Spider-Man” o “La Patrulla X”. Ante tal falta de expectativas por una película descubrí que realmente era un producto entretenido que no seguía a rajatabla la esencia de la historieta original pero que poseía un aura de no tomarse demasiado en serio a sí misma. Ofrecía, como yo esperaba, un retrato digno aunque incompleto -esto es ya habitual en todas las adaptaciones de cómics a la gran pantalla- de la tesitura en la que Ben Grimm/La Cosa se encontraba, pero continuaba dejándome ese mal sabor de boca de ser una película más preocupada por satisfacer al público infantil y juvenil que de profundizar en los personajes como lo han hecho hasta ahora Sam Raimi o en su momento Bryan Singer.

En el número 48 de la serie que revitalizó a la Marvel aparecía un personaje cumbre en la iconografía del comic art, Estela Plateada, un ser de poderes incomprensibles para la corta mentalidad humana al servicio de Galactus, a quien buscaba planetas pobres en vida pero con suficiente energía como para que el Devorador de Planetas saciara su hambre, y a fin de evitar la destrucción del suyo propio. Fue entonces, una vez llegado Estela Plateada a la Tierra, analizada ésta y sus habitantes y surgida la humanización de un personaje que se debatía entre acabar con unos seres que terminaron maravillándole o salvar su mundo, cuando Los 4 Fantásticos consiguió alcanzar esa madurez que no le intuía en entregas anteriores.

“Los 4 Fantásticos y Silver Surfer” trata precisamente de eso, del encuentro entre el grupo de superhéroes y el extraterrestre plateado dispuesto a salvar su planeta, aunque ello conlleve la aniquilación del nuestro. Y de la misma manera que la sensación ante la primera película y el cómic iban a la par, esta segunda parte ha conseguido captar mi atención como Estela Plateada lo hizo en el tebeo. Primero por tratarse de la continuación de una película menor, lo que hace que no se espere nada de ella, constituyendo el factor sorpresa. Segundo por la aceptable caracterización del personaje estrella de la película, a quien presta físico nuestro fauno particular, Doug Jones, y cierto atisbo de dilema moral en que se encuentra en algún momento del film y que hace alcanzar a éste un grado más adulto que su predecesora.

Cierto es que Tim Story ha vuelto a realizar una de las más pobres adaptaciones de cómic a la gran pantalla, que sigue teniendo en su primera hora ese aire de película palomitera sin sustancia y que traslada el cómic con cierta licencia artística. Sin embargo, juega a su favor el ser una segunda entrega que no intenta superar a la anterior, ni tecnológica -algunos efectos, como los de los estiramientos de Mr. Fantástico, resultan bastante pobres- ni argumentalmente, como cabe esperar de toda secuela. Además, en su última media hora roza un grado de madurez narrativa que le hace parecer más seria y adulta.

En definitiva, estamos ante una película que por no intentar ser mejor que la primera resulta hasta entretenida dadas las escasas expectativas que se tienen de ella, que cuenta con la aparición de un personaje crucial que le otorga por momentos un aire de madurez, aunque dentro del resultado global pase sin pena ni gloria y se quede bastante corta en el análisis de la ambigüedad moral a la que Estela Plateada está sometido. Un entretenimiento sano con la aparición estelar de Stan Lee -sigo sin entender cómo permite que se haga esto con sus criaturas, será por dinero- que dejará un mal regusto a los fans del cómic original. Porque Estela Plateada merecía algo mejor.

Título original: Fantastic Four: Rise of the Silver Surfer; Nacionalidad: EEUU; Año: 2007; Duración: 88 minutos; Dirección: Tim Story; Guión: Don Payne; basado en un argumento de Mark Frost; sobre los personajes creados por Stan Lee y Jack Kirby; Intérpretes: Ioan Gruffud, Jessica Alba, Chris Evans, Michael Chiklis, Julian McMahon, Doug Jones

viernes, 13 de julio de 2007

LA CRÍTICA

TRANSFORMERS **1/2

El perfecto blockbuster del verano

Steven Spielberg sabe a la perfección cuáles son los mecanismos que detonan un blockbuster, ese concepto del megataquillazo que él mismo inaugurara hace tres décadas con “Tiburón” y que ha venido explotando con “E.T.” o “Parque Jurásico”. En un blockbuster la historia es lo de menos, a pesar de que las que haya ofrecido el maestro en sus obras posean toda la solvencia narrativa que le asegure un podio en el olimpo de los dioses cinematográficos. Lo que prima en este tipo de producto es el espectáculo, el hacer reventar los tímpanos de los espectadores, y de paso sus carteras, con una mezcla tecnológica de pura imaginería audiovisual que más que aleccionar intenta entretener.

Ésta es la segunda película de Michael Bay apadrinada por papá Spielberg tras la olvidable y desastrosa “La isla”, un fallido híbrido cuyo mayor acierto era ese primer tramo en el que Bay se movía a sus anchas estéticas que bien concordaban con el género de la ciencia-ficción. La carrera de este director, desde sus prometedores comienzos con las adrenalíticas “Dos policías rebeldes” y “La Roca”, ha experimentado un claro declive patente en otra película desastrosa, “Pearl Harbor”, y todo por funcionar para una maquinaria de hacer dinero que exprime al máximo sus valores.

“Transformers” no es más que otro producto bayniano que llega para romper las taquillas de todo el mundo. Su sucesión de cámaras lentas pero en constante movimiento, la fotografía heredera del videoclip, la acción a raudales, la falta de guión en numerosos fragmentos,... todo está presente en una película que sin embargo funciona mucho mejor como blockbuster que la película con la que el dúo se estrenara hace dos años. Olvídense de una adaptación de la vieja serie de televisión y ya explotada cadena de juguetes, que a veces lo es, dotada de un guión bien estructurado y en definitiva digno de las películas de Spielberg. “Transformers” no es más que puro cine espectáculo, palomitero, hecho a la vez con ingenio en sus constantes cinematográficas -varias películas del productor y el director se ven homenajeadas con acierto, así como el obvio referente a “Terminator”- y con secuencias realmente absurdas en ciertos momentos fruto de un guión que se sostiene con alfileres.

La última proeza visual del esteta Bay se mantiene como blockbuster veraniego, con sus incontables bajos y mal contados aciertos. Es así como debe disfrutarse, y no esperen otra cosa, esta batalla entre Autobots y Decepticons que tiene en su última media hora del excesivo metraje una prueba de lo que es el séptimo arte para su autor: el perfecto cine espectáculo.

Título original: "Transformers"; Nacionalidad: EEUU; Año: 2007; Duración: 147 minutos; Dirección: Michael Bay; Guión: Roberto Orci y Alex Kurtzman; a partir de una historia de Roberto Orci, Alex Kurtzman y John Rogers; basada en los muñecos Transformers de Hasbro; Intérpretes: Shia LaBeouf, Megan Fox, Tyrese Gibson, John Turturro, Jon Voight

miércoles, 4 de julio de 2007

STAR WARS: 30º ANIVERSARIO

Episodio II: Todo son problemas

Parte 2: El caótico rodaje

Los problemas en el casting, los cambios en los nombres de los personajes, en el director de fotografía y en crear los departamentos de efectos especiales fueron tan solo un conato de lo que se avecinaba. El verdadero reto del equipo al completo estuvo durante el rodaje, y concretamente en Túnez, donde se rodaron las secuencias que transcurrían en el planeta Tatooine.

Imaginemos por un momento que nos encontramos en medio del desierto sahariano, donde en las mejores condiciones la temperatura a la sombra es de 40 grados centígrados, y que tenemos que ir vestidos de los pies a la cabeza de metal, y por si fuera poco simular una interpretación, que todo es normal. En esta tesitura se encontraba Anthony Daniels, el actor que se enfundaba el traje dorado de C-3P0. En unas condiciones como las expuestas y con semejante atuendo, al pobre Daniels había que ir suministrándole cada cierto tiempo refresco por un orificio mediante una pajita para prevenir la deshidratación, lo que no le evitó perder cerca de dos kilos diarios durante su estancia en el país. Por si esto fuera poco su traje metálico le impedía agacharse, por lo que o descansaba de pie o apoyado en una tabla inclinada. O imaginemos ahora que es nuestro cumpleaños, como fue el caso de sir Alec Guiness, y debemos comernos la tarta en menos de 20 segundos o se derretirá. Si a esto unimos a un Kenny Baker (R2-D2) incapaz de desplazarse por la arena del desierto y del que se olvidaban para ir a comer, de la limpieza y mantenimiento continuos que exigían las cámaras por culpa de la arena y de que justo en pleno rodaje cayó una de las mayores precipitaciones en 50 años en el Sáhara que arrasó con decorados enteros podemos imaginarnos el estado en el que se encontraba George Lucas.

Pese a todo consiguieron, aunque a duras penas, cumplir el plazo previsto, y consiguieron volver, estado de salud aparte, a Londres. Allí Lucas pensó que los problemas, dado que trabajarían en un estudio, ya se habían acabado. Todo iba como la seda. Los decorados estaban completamente terminados y eran majestuosos y todo estaba ya listo, hasta que se toparon con un inconveniente con el que jamás contaron: las leyes sindicales. Éstas obligaban por aquel entonces a parar de trabajar a las 17.30 horas, así estuvieran en medio de un plano. El ritmo del rodaje se ralentizaba y el director lo veía cada vez todo más oscuro ante unos decorados y vestuario que no eran todo lo impresionantes que él había imaginado en su cabeza, y ante unos actores que no se tomaban en serio su trabajo por creer que hacían una película para niños y una productora que por la posible censura pedía cambios como el de que Chewbacca llevara pantalones.

Todo esto trajo consigo un retraso en el rodaje de poco más de dos semanas, lo que puso de los nervios a los directivos de la Fox. La junta de los estudios pidió a Alan Ladd que exigiera a Lucas el fin del proyecto en una semana o lo darían por cancelado. Fue entonces cuando “Star Wars” pasa de ser el proyecto de un director independiente en un gran estudio a ser la historia de un esfuerzo sobrehumano, de la lucha de un hombre por realizar su sueño. Lucas se dividió en varias partes, viajando entre los distintos departamentos en bicicleta para ahorrar tiempo. Fragmentó al equipo en tres partes y mientras terminaba de rodar la película decidió hacerse cargo del montaje. Al ver la falta de ritmo del primer montaje hizo alarde de su independencia y despidió al montador asignado por los estudios, llamando a los montadores Paul Hirsch, habitual de de Palma, Richard Chef y a su mujer Marcia Lucas. La idea era partir de cero, darle a la película la energía que le faltaba utilizando hasta el último fotograma en un metraje total que tenía demasiado material inservible.

El siguiente disgusto del realizador-montador fueron los efectos especiales, de los que solamente existían 3 de los 365 previstos. Lucas acabó ingresado en el hospital por una subida de tensión y al día siguiente tomó las riendas también del departamento de ILM, creando una unidad de producción para poder participar de la creación de efectos. En esos momentos la Fox le concedió un aplazamiento del estreno, previsto para la navidad de 1976. Le dieron hasta verano de 1977, por lo que o Lucas se desdoblaba a sí mismo para aumentar esfuerzos o no podría realizar en seis meses el trabajo de todo un año. Afortunadamente, con la llegada del invierno la película comenzó a cobrar nueva forma y ya se parecía más a lo que su creador tenía en mente. El montaje ya tenía cierta agilidad y todo hacía presagiar que para el plazo impuesto por la Fox la película estaría terminada.

Así fue, Lucas había por fin acabado su película y a sus amigos Alan Ladd y Steven Spielberg les convenció el resultado. Pero faltaba algo importante. Nadie confiaba aún en el proyecto, y Lucas debía asegurar cierto margen de beneficios. Menos de 40 cines aceptaron proyectarla y por ello había que crear un concepto ya crucial para la saga y para el cine moderno que cambiaría la historia del celuloide para siempre: el marketing. El cineasta contrató a un director de marketing que tenía contacto con los fans de películas de ciencia-ficción y promovió la nueva película, que apenas estaba siendo anunciada en los medios (el trailer oficial estaba narrado por el gran Orson Welles), entre los miles de fanáticos del género, con lo que se aseguraban al menos una cierta cantidad de público. Fue con esa primera distribución de camisetas y pósters con lo que nació el gran negocio del cine que hoy en día conocemos, y el artífice no fue otro que George Lucas.

La paradoja estaba servida. George Lucas pasó de ser el cineasta independiente que no quería saber nada de las grandes productoras a ser el instigador de un nuevo modo de hacer cine, y él mismo se convirtió en uno de los grandes nombres sinónimo de dinero en la fábrica de sueños. Había escrito con grandes letras doradas una página de la historia del cine, y con su esfuerzo nunca pudo imaginar lo que vendría luego, lo importante que sería su trabajo en el futuro.

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...