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domingo, 18 de febrero de 2018

LA CRÍTICA. Black Panther

El rey pantera
Desde que se iniciase el universo cinemático marvelita, una sospecha invade a quien esto escribe. Sospecha alimentada por algunas entregas que no pasarían ni el aprobado raspado, pero que acaban siendo encumbradas por los críticos cinematográficos estadounidenses. Pueden gustar más o menos las entregas de Iron Man –para mí, pasables las tres, pero no empapadas de la socarronería de Tony Stark-, pueden considerarse tomaduras de pelo las últimas aventuras de Spider-Man o Thor, o incluso puede caerse en el hastío con la primera secuela de este último, pero en lo que todas coinciden es en la exacerbada valoración de la prensa especializada, de esos supuestos expertos en el séptimo arte que parecen con la potestad de erigir en éxito o fracaso todo lo que tocan.

“Black Panther” podría entrar en ese selecto club de películas excesivamente bien valoradas –prefiero no usar la palabra sobrevaloradas, que luego dicen que se abusa del término-, pero que no acaban por destacar por encima de otras cintas similares, o al menos no lo suficiente como para encumbrarla como “la mejor película de superhéroes de la historia”. Y ojo, que no es mala película, de hecho es más que decente, pero no fenomenal para un servidor.


La escena tras la estupenda presentación de Wakanda y el personaje principal, antes de los créditos de la compañía, ya define la atmósfera de muchas de las que están por venir. Una apertura sosa, sin alma, que no despierta el interés por lo que nos van a contar. Y esto se repite en el resto de la película. Secuencias de diálogos y más diálogos. Algunos graciosos, otros interesantes, otros tediosos. Un reparto acertado, a excepción precisamente de los dos pilares de la función, el protagonista y su némesis, que no tienen la presencia suficiente para llenar la pantalla, y que acaban siendo superados por los secundarios. Como ejemplo, ese Andy Serkis cuyo villano funciona mucho mejor que el de Michael B. Jordan. Escenas de acción que ayudan a que se pase más rápido su visionado, pero sin ningún atisbo de salirse de la norma. Todo tan mecánico como en “Thor: El mundo oscuro”, pero sin que la historia ni su desarrollo se indigesten, sin llegar a dormirte del todo en la butaca.


Pero hay que insistir en ello. Pese a todo, no es una mala película. Simplemente es una que cumple con su cometido de hacer buena caja sin que te quede la sensación de que has invertido mal tu tiempo y tu dinero. Eso y su importancia como producto destinado a plantar cara a la política Trump. Lo que sí deja, quizá, es una ligera sensación de déjà vu, de haber visto esto antes. Hace más de dos décadas, cuando la propia Disney jugaba a ser Shakespeare con uno de sus clásicos animados. Con algunas diferencias para evitar las odiosas comparaciones. Aquí no están Timón y Pumba, ni la imponente voz de Constantino Romero. Ni siquiera han contado con James Earl Jones. Eso ya habría sido pasarse de listos. Pero sí el advenimiento del rey pantera. Habrá más, aunque esperemos que con algo más de carisma.

A favor: que cumple, sin más
En contra: muchos vaivenes de ritmo, la sensación de que la hemos visto antes, y que simplemente cumple

Calificación **1/2
Se deja ver

jueves, 16 de noviembre de 2017

LA CRÍTICA. Liga de la Justicia

ATENCIÓN: La crítica contiene spoilers ocultos. Para verlos, arrastrar el ratón sobre el texto marcado en gris
La factoría huérfana
Los cómics han explotado siempre la figura del padre ausente para conformar la personalidad del superhéroe. Debe ser duro crecer sin un modelo paterno en el que apoyarse. “Liga de la Justicia” es, desde mucho antes de su estreno, una película sin un padre definido. Zack Snyder abandonó la producción con toda la película rodada, Joss Whedon fue contratado en su lugar para reescribir parte del libreto y rodar escenas nuevas, y Warner metió el tijeretazo final. Tres posibles padres, pero no todos ellos presentes en igual medida.

Se intuye algo de Snyder en algún que otro plano que remite directamente a los cómics, en alguna escena durante su primera media hora donde reina más la seriedad, la cámara lenta y el uso de colores fríos. Pero es sólo eso, una intuición, más una sensación que una certeza. Se nota mucho más la mano de Joss Whedon en la mayor parte del metraje. En el tratamiento tan vivo del color, en los chistes forzados, en la fotografía. Es el que impone su estilo con mayor fuerza, pero poco puede hacer para convertir el producto en algo propio, con la mano impositiva del estudio detrás.


Donde un superhéroe haría de una carencia la fuente de su poder, “Liga de la Justicia” consigue todo lo opuesto. Es un film sin alma, sin un objetivo fijo, que vaga a la deriva improvisando sobre la marcha el qué pasará a continuación. Y es anecdótico que base su discurso narrativo en el sentimiento de unidad, porque es precisamente eso lo que le falta. Sí, Flash mola mucho, Aquaman tiene estilo, Wonder Woman vuelve a comerse la pantalla, Cyborg es el que quizá tiene un mayor y bienvenido desarrollo dramático, y Batman sigue siendo la encarnación del Caballero Oscuro más fiel al cómic que hayamos podido ver en la gran pantalla. Pero todos ellos funcionan mejor por separado, sin una sensación de cohesión ni unidad. Como tampoco tiene cohesión la película. La trama es sencilla y ya la hemos visto antes con mayor acierto. El villano es una mala excusa para tener a alguien contra quien luchar, pero no se intuye en él una amenaza. El guión atesora una ingente cantidad de atajos argumentales y bochornosos –SPOILER El momento resurrección de Superman es de los más ridículos que un servidor ha visto en mucho tiempo FIN SPOILER- que la acercan incluso a la categoría de parodia, coronada por una banda sonora -ahí está Danny Elfman tirando de clásicos propios y ajenos sin sentido alguno- y unos efectos especiales –SPOILER Ay, ese Henry Cavill tan descaradamente digital FIN SPOILER- que parecen de chiste.


Este film rompe con toda la oscuridad y grandilocuencia que venía mostrando la factoría hasta la fecha. Diría que incluso argumentalmente es un coitus interruptus –SPOILER De nuevo, ese momento resurrección que contradice el desenlace de “Batman v Superman” FIN SPOILER-. En ese sentido, la misma cinta es un reflejo de que Warner no sabe qué hacer con su universo cinematográfico. Algo que ya asomaba en las versiones para cine de “Batman v Superman”, “Escuadrón Suicida” y el acto final de “Wonder Woman”, y que aquí es más evidente que nunca. Han perdido totalmente el rumbo, y lo han hecho con el producto en el que debían poner más empeño. Y pese a ello, no deja de ser una película entretenida. Pero eso no es suficiente para una película de DC. Le pedimos algo más que un episodio de la “Justice League of America” televisiva. Quizá demasiado a una compañía que ahora ya sabemos que está huérfana.

A favor: que al menos entretiene, y cada superhéroe por separado
En contra: guión, montaje, efectos,… es una película que demuestra que Warner no sabe lo que hacer con DC
Calificación **
Se deja ver

viernes, 22 de septiembre de 2017

LA CRÍTICA. Kingsman: El Círculo de Oro

Cowboys vs gentlemen

Hay una diferencia crucial entre la escena de apertura de "Kingsman: Servicio Secreto" y la de su inevitable secuela, algo que las hace distanciarse en tan sólo unos pocos segundos. Aquí ya no tenemos unos créditos a ritmo de Dire Straits, sino algo más convencional, más arquetípico y menos inspirado. Ya no se nos ofrece una suculenta carta de presentación del despiporre que veremos durante las restantes dos horas de metraje. En su lugar, una frenética, imposible, inverosímil incluso para una propuesta de estas características y pasada de rosca escena de persecución que deja claro que esta segunda parte es más grande, más cara, más aparatosa.

Pero eso, desgraciadamente, no quiere decir que vaya a ser mejor. Y ese aperitivo sí que nos adelanta, casi de manera inconsciente, que Matthew Vaughn ha preferido ofrecer más de lo mismo, pero amplificado. Sin más. Sin ese derroche de originalidad y carisma que brotaba en cada secuencia de su predecesora. "Kingsman: El Círculo de Oro" sacrifica la parte creativa por el espectáculo, por las escenas de acción con toneladas de efectos, basadas en repetir los esquemas que tan bien funcionaron en aquella apocalíptica matanza eclesiástica que se grabó a fuego en la memoria de los espectadores. Es como si ya hubiera quemado entonces todos los cartuchos que tenía, y hay muy poco que rascar en el universo creado por Mark Millar y Dave Gibbons.


Incluso su reparto, con la salvedad de un cameo que se lleva la cinta en cada aparición, está menos entregado al desenfreno. O será por culpa de un guión con un humor y discurso menos inteligentes -por su extrema evidencia- que por aquel entonces -ese presidente de Estados Unidos que ve en los yonquis a los nuevos inmigrantes a erradicar del país-, pero no es que su abultado plantel de nuevas estrellas aporten demasiado a hacer más destacable el conjunto, en especial una Julianne Moore cuyo rol y motivaciones están lejos del hilarante trabajo de Samuel L. Jackson en la anterior.

Así se mueve esta descafeinada segunda parte, entre la repetición de la fórmula del éxito y la falta de ideas, algo impropio de un cineasta tan imaginativo como Vaughn, capaz de sacar filo a cualquier adaptación del cómic a la gran pantalla. Ésta, en comparación con el resto de su filmografía, podría ser su obra menos afortunada, pero no por ello estamos ante una mala película. Porque "Kingsman: El Círculo de Oro" sigue siendo un entretenimiento por encima de la media hollywoodiense, aunque quede como un divertimento nada memorable. Lamentablemente, el espectáculo hollywoodiense se ha impuesto sobre la creatividad british. Los cowboys han podido esta vez con los gentlemen. El mascar tabaco ha acabado con los buenos modales.



A favor: que entretiene, y un cameo que se lleva la cinta
En contra: su falta de originalidad y creatividad

Calificación **
Se deja ver

lunes, 19 de junio de 2017

LA CRÍTICA. Wonder Woman

La octava maravilla de DC
“Creerás que el hombre puede volar”. Ésta era la frase promocional con que se vendía la que a día de hoy sigue siendo la película más trascendental dentro de cine de superhéroes, por aquel entonces confinados a la serie B o a las escuetas dimensiones de la caja tonta. Richard Donner ponía los cimientos de la primera maravilla de DC, de lo que sería un nuevo género a explotar, uno que sorprendería y maravillaría a toda una generación de espectadores.

No se puede decir que “Wonder Woman” consiga el mismo objetivo que el “Superman” de Donner. No es una película que innove ni lleve el género a otro nuevo nivel, pero sí que durante su metraje se puede vislumbrar un sentimiento de nostalgia hacia ella y un pulso narrativo que la alejan de lo que DC nos viene ofreciendo desde que Zack Snyder diera el pistoletazo de salida a un nuevo universo compartido con “El hombre de acero”. Aquí no existe la trascendencia de Nolan, no estamos ante la oscuridad de Burton, ni ante la grandilocuencia mal interpretada y aún menos valorada del propio Snyder.

Lo que tenemos es una aventura épica y entretenida de más de dos horas consciente de su esencia de blockbuster, más enfocada al gran público que las más recientes cintas de DC, pero sin perder de vista el tono oscuro y maduro que la editorial exige. Todo nos remite automáticamente a lo que hace casi cuarenta años pretendía y conseguía el realizador de “Los Goonies”, pero con el hándicap de que todo en ella ya lo hemos visto antes, de que no ofrece nada nuevo.


Pese a esta convencionalidad, a no destacar precisamente por su autoría, a un ¿inevitable? tercer acto de dimensiones divinas algo desfasado con respecto al resto de la cinta, y pese a unos efectos especiales bastante mejorables, la sensación que deja es de satisfacción personal, de film robusto a nivel argumental, temático y narrativo. Cumple sobradamente su doble propósito de entretener y tomarse lo suficientemente en serio a sí misma como para presentar con solidez a su personaje protagonista. Y además constituye todo un logro en varios frentes. En primer lugar, por su marcado y acertado carácter feminista y humanista, que no cae en el discurso panfletario, y en segundo lugar, porque permite la reconciliación de gran parte de la audiencia -críticos incluidos- con DC, después de los recientes patinazos de guión y/o montaje de “Batman v Superman” y “Suicide Squad”.


Warner y DC pueden estar orgullosos de esta Mujer Maravilla. De la belleza inabarcable y el talento interpretativo de Gal Gadot, de su química en pantalla con Chris Pine, de hacer un producto convencional y correcto pero necesario para la compañía y consistente por sí solo, con la que se quita esa espina clavada por culpa de las malas decisiones tomadas en los despachos de algún ejecutivo con no demasiadas luces. No sabemos si se impondrá esta tendencia, lo cual podría suponer una menor autoría de sus responsables, pero ya es un comienzo. Su ansiada octava maravilla.

A favor: Gal Gadot y la convencionalidad y corrección de la cinta, justo lo que DC necesitaba
En contra: un tercer acto algo desfasado y exagerado

Calificación ****
No se la pierda

viernes, 28 de abril de 2017

LA CRÍTICA. Guardianes de la Galaxia Vol. 2

Todos somos Groot
Aquel “Somos Groot” con el que daba por finalizada la space opera de James Gunn en el primer volumen de este Awesome Mix que amenaza con volver en un futuro más digital, con casi 300 canciones, definía aquello en lo que se convertiría con los años su entrada triunfal en el universo marvelita. El realizador lograba insuflar de vida a una casa en la que el ingenio y la autoría no son el ideal a seguir a través de unos personajes, de un simpaticón toque retro y de un sentido del humor a medio camino entre la comedia familiar y el chiste friqui y pasado de rosca. Elementos todos ya tan característicos e identificables que nos obligaban a todos a decir eso de “Todos somos Groot”.

Porque Starlord, Gamora, Drax –bravo por darle más cancha-, Rocket Fox –perdón, Racoon-, Yondu y ahora el pequeño Baby Groot, convertido en amo y señor de los momentos más divertidos y tiernos de esta secuela, a sabiendas del enorme tirón que tiene entre las masas, ya son viejos conocidos. Y es ésta la carta más difícil que debe jugar “Guardianes de la galaxia Vol. 2”, la de desmarcarse de su predecesora, la de evitar las comparaciones. No es que salga perdiendo, pero tampoco ganando.


Gunn sabe de sobra que superar lo hecho hace tres años es inútil, y se limita a dejarse llevar por el devenir de su historia y por sus carismáticos personajes. Es ligeramente más profunda y oscura, pero el espíritu festivo sigue ahí. El sentido del humor sigue siendo cristalino y a veces subido de tono, pero ya lo hemos visto. La escena de créditos iniciales, a ritmo de música y baile, y ahora plano secuencia y a la vez fuera de campo, divierte, pero ya la hemos visto. A sus protagonistas, aunque les conozcamos un poquito más con este film, ya les conocemos.


Y así y todo, no le hace falta desmarcarse para ser un ente propio. Sí, carece del elemento sorpresa, pero Gunn sabe imprimirle la suficiente alma al producto para asegurar dos horas de diversión a raudales, más una buena dosis de inventiva –atención a la escena de fuga de la nave de los Ravagers, o el psicodélico viaje entre universos-, que sigue alejándola de otros productos marvelitas. Incluso su incidencia en la trama principal de “Los vengadores” es menos significativa, por no decir que inexistente. Sabe cómo no copiarse a sí mismo, y ahí demuestra su libertad creativa dentro de una casa en la que esto es prácticamente una quimera.


Los Guardianes de la Galaxia, ahora más salvadores que guardianes, volverán en una nueva odisea pulp espacial. Y seguramente la capacidad de sorpresa será aún menor. Pero si el nivel de entretenimiento es tan alto y la fuerza de las ataduras comerciales son tan flojas como en la que nos ocupa, habrá que unirse de nuevo a la fiesta. Y decidir si somos de los que bailan, o de los que no mueven un pelo hasta parecer cadáveres.

A favor: su capacidad de inventiva y la sobredosis de entretenimiento que propone
En contra: ha perdido ligeramente la capacidad de sorpresa

Calificación ****
No se la pierda

sábado, 11 de marzo de 2017

LA CRÍTICA. Batman: La LEGO Película

Apuesta por el negro
En 2014 se cumplían 75 años desde la primera aparición del hombre murciélago en el número 27 de Detective Comics. Bob Kane, con la pocas veces mencionada ayuda de Bill Finger, definieron los rasgos, la personalidad, el físico y la historia de uno de los mayores superhéroes de la editorial DC, y del tebeo en general. Pues bien, casi 80 años de aventuras han pasado, de retratos oscuros y psicodélicos sobre el personaje, y es la primera vez que alguien tiene lo que hay que tener para retratar a Batman como el ricachón egocéntrico y egoísta que es.

Chris McKay ofrece una versión inusitada del caballero oscuro hasta ahora. En clave de comedia, jactándose de todos los Batman que ha habido hasta la fecha, incluyendo a Ben Affleck. Pero también del cine y la cultura pop en general, y de los villanos en particular, ofreciendo una visión distorsionada del “héroe” como fuente de todos los males, como un error a erradicar, como un ser malvado más. Como un individuo que no puede vivir sin la figura de un archienemigo –brillante el uso de “Jerry Maguire” y no de la prodigiosa secuela de Nolan como fuente del famoso “Tú me completas- que en el fondo tiene su corazoncito. Para entendernos, a este Batman le repatearía el trasero saber que surgió al rebufo del Superman de Jerry Siegel y Joe Shuster.


Lo demás, desgraciadamente, suena a ya visto. Porque el mayor talón de Aquiles de “Batman: La LEGO Película” es que el chiste, aunque tenga gracia, ya lo conocemos. Concretamente, lo vimos en la maravillosa “La LEGO Película”, en la que el superhéroe se convertía tanto en el centro de atención y en la revelación del film que demandaba su propia aventura. Aquí no todo es tan fabuloso. No es más que un divertimento que copia el frenesí y sentido epiléptico del ritmo de aquella hermana mayor –ayuda la fenomenal banda sonora de Lorne Balfe y la selección musical, que alterna el estilo retro de la serie de televisión con el espíritu LEGO, e incluso con el toque Zimmer-, sin ofrecer nada nuevo más allá de su acertada y tronchante radiografía del protagonista.


Podríamos decir que es la hermana pobre e inferior de aquella joya animada, pero sería hacerle un flaco favor. “Batman: La LEGO Película” sigue siendo tremendamente entretenida, tan enfocada hacia los adultos y hacia los niños como su predecesora, y la excusa perfecta para amenizar la espera hasta que el plato fuerte llegue algún día. Ya saben, esa segunda parte que todos estamos esperando con ganas, en la que lo más difícil será, precisamente, innovar. Este film no lo hace en lo que a estilo se refiere, pero es un buen aperitivo con el que pasar un buen rato. Y merece la pena, aunque sea por esto, apostar por el negro.

A favor: la tronchante e innovadora radiografía que propone de su personaje principal
En contra: que el chiste ya lo conocemos

Calificación ***1/2
Merece mucho la pena

lunes, 6 de marzo de 2017

LA CRÍTICA. Logan

No más revólveres en el valle
Hay quien aún está convencido, de manera totalmente errónea, de que el cine de superhéroes no debe ni puede ser tomado en serio, que siguen siendo productos destinados al consumo familiar, al blockbuster de manual para alimentar a los niños y a los geeks de turno. Por mucho que los Nolan o Snyder demuestren reiteradamente lo contrario.

“Logan” es un puñetazo en la mesa para todos esos que menosprecian una vertiente moderna del séptimo arte que ha acabado erigiéndose como género en sí mismo. Es un zarpazo con unas garras de adamantium en la yugular de esa panda de eruditos insolentes que no ven en este tipo de productos algo más que una manera de hacer caja. Algo que, así y todo, siguen constituyendo.

James Mangold mima hasta el extremo la realización y los propósitos narrativos de su nueva mutación, como el excelente artesano que es, y lo que resulta es una cinta que viene a desafiar de manera descarada todos los mecanismos que definen al cine de superhéroes. No solamente por su ingente cantidad de violencia –aviso, esto no es un film para ver en familia- física y verbal, sino por un tono que bascula sin despeinarse y sin miedo al qué dirán entre el western post apocalíptico y el drama intimista, en el que Mangold radiografía a su antihéroe y su universo con la precisión del que conoce el material que tiene entre manos y a sus personajes como si los hubiera parido él mismo. Sin dejar de lado el espectáculo y la acción, por supuesto.


Por el camino se resiente cierto exceso de metraje, pero también se agradece que no siga esa molesta y dañina tendencia marvelita disneyiana de cercenar la capacidad narrativa de sus cineastas en aras de un plan mayor que la película en sí misma. “Logan” es dura, violenta, sangrienta, madura, crepuscular, personal… Es mucho más que cine de superhéroes. Es el triunfo de este último y su asentamiento definitivo dentro del cine de mayor calibre. Es lo que merecía el ocaso de uno de los personajes más carismáticos y atractivos de la factoría, encarnado magistralmente por un Hugh Jackman al que echaremos de menos a partir de ahora si decide finalmente colgar las garras. Un desenlace que se atreve incluso a cuestionar las bases de las aventuras gráficas de los X-Men. Esto es el mundo real. Aquí las personas mueren. Ya no hay sitio para los chistes facilones y las historias edulcoradas. Éste es el final que merecía Lobezno. Ya no habrá más revólveres en el valle.


A favor: su tono crepuscular, que prevalece sobre el espectáculo y desafía los convencionalismos del cine de superhéroes
En contra: cierto exceso de metraje

Calificación ****
No se la pierda

jueves, 10 de noviembre de 2016

LA CRÍTICA. Doctor Strange

Un LSD de magia cinematográfica
Es anecdótico que los mejores productos Marvel estén viniendo de la adaptación de sus personajes menores a la gran pantalla. Y que no se malinterprete la expresión. Con personajes menores no se hace alusión a aquellos héroes que solamente disfrutaron de su pequeño momento de gloria en una sola aventura comiquera, sino a quienes nunca gozaron de la fama de otros compañeros de la casa como Hulk o el Capitán América. En ese sentido, ahí están la entretenidísima “Ant-Man” o la macarra “Guardianes de la galaxia” para demostrarlo.

En su traslación a imagen real, el Doctor Extraño, otro de esos renegados marvelitas, rezuma una creatividad y una cierta libertad creativa que la hacen distanciarse de otras propuestas de la compañía. La misma que las perpetradas por James Gunn y Peyton Reed en su momento, y ya solo eso es digno de ser alabado. Scott Derrickson no solamente se preocupa por entregar una película cargada de emoción, dinamismo, diversión e inteligencia, sino también añade algunas ideas de lo más transgresoras dentro del MCU.

Dimensiones malvadas, bucles y paradojas temporales y viajes astrales se dan la mano en escenarios que se pliegan sobre sí mismos, ayudados por una imaginería visual que puede recordar a “Matrix”, “Dark City” u “Origen”, por ejemplo, pero que sus creadores se encargan de hacer suya hasta tal punto de que no suene a ya visto.


El resultado es una de las mejores aventuras marvelitas de su historia, con sus luces y sus sombras. Se echa de menos una mejor presentación de la personalidad del personaje, un mayor lucimiento del villano encarnado con solvencia por Mads Mikkelsen o del personaje florero de Rachel McAdams. E incluso un mejor saber hacer por parte de Chiwetel Ejiofor, a quien parece que el papel le viene grande. O sobra también ese empeño por mezclar a la fuerza al protagonista con el resto de Vengadores, cuando sus andanzas en solitario serían mucho más alimenticias. Pero lo compensa con la estupenda banda sonora cargada de barroquismo de Michael Giacchino, escenas que se quedan grabadas en la retina por su esmero audiovisual –atención al primer viaje extrasensorial del personaje-, y un Benedict Cumberbatch que parece haber nacido para llevar la carismática capa del superhéroe.


En general, estamos ante uno de los mayores prodigios de la compañía, todo un LSD de magia cinematográfica que coquetea con uno de los grandes hilos argumentales de la historia de las viñetas gráficas. Y de los grandes olvidados por el séptimo arte. O al menos por parte de Marvel. Toda una puerta abierta a nuevas vías argumentales y narrativas. Una por cada universo existente, para ser exactos.

A favor: su imaginería visual, y los conceptos que añade al universo marvelita
En contra: el empeño por introducir al personaje a la fuerza en el MCU

Calificación ****
No se la pierda

sábado, 6 de agosto de 2016

LA CRÍTICA. Escuadrón Suicida

Cómo mola ser malo
Es una verdad incuestionable que invertir los roles protagónicos y heroicos del séptimo arte es un ejercicio tremendamente atractivo. Porque en muchas ocasiones, la némesis es mucho más interesante que el héroe cinematográfico de toda la vida. Ser malo mola, y mucho.

“Escuadrón Suicida” no inventa nada nuevo en ese sentido. Es el enésimo intento por parte de Hollywood de poner en primera línea de cartel a villanos. De convertirles en héroes a su pesar, siempre provistos, cómo no, de un buen fondo que haga que el público sienta empatía hacia ellos. A asesinos a sueldo, psicópatas, locos, pirómanos, payasos de risa distorsionada y hasta monstruos come hombres.

Pero aquí el truco está en hacerlo con una buena dosis de gamberrismo y falta de medicación. David Ayer modula su dura manera de entender el cine de género para ofrecer un entretenimiento en el que reina el caos y la locura en todos los apartados de la producción. Desde el guión hasta el montaje, pasando por un reparto metido en sus papeles hasta la médula, donde Margot Robbie y Will Smith se erigen como reyes de la función. Incluso el ridículo se apodera de ella en más de un instante, pero todo es parte del (sin)sentido del espectáculo carente de prejuicios que ofrece durante sus dos horas de metraje.


Por supuesto, ese exceso de locura tiene sus contras. Y los posibles recortes de Warner también. No todos los personajes están tratados con el mismo mimo, y algunos, como el Joker de Leto, están bastante mal dibujados e insertados casi con calzador. El villano tiene poca chicha, el film no sabe cómo empezar y acabar, y hay momentos sin demasiado sentido por mencionar otros ejemplos de defectos.


“Escuadrón Suicida” no es la obra definitiva del nuevo universo cinematográfico DC, ni la mejor hasta la fecha. Algunos podrían achacarle incluso cierta tendencia marvelita, aunque con una marcada estética punk. Pero esta action movie iluminada con luces de neón y acompañada de música de lo más cañera y acertada da un paso más allá en lo que a adaptaciones de cómics a la gran pantalla se refiere. No por poner a los malos como los buenos. Eso ya lo hemos visto. Sino por hacerlo con descaro y poca cordura. Aunque el delirio vaya en descenso conforme avanza el metraje. Ser malo mola más que nunca. Con ellos estamos en buenas manos.

A favor: Margot Robbie, Will Smith y su ingente dosis de locura
En contra: detalles de guión muy mejorables, y que el delirio vaya en descenso

Calificación ****
No se la pierda

lunes, 6 de junio de 2016

LA CRÍTICA. X-Men: Apocalipsis

Hijos de un dios menor
En un momento de “X-Men: Apocalypse”, sus personajes salen del cine de ver “El retorno del Jedi”, y todos coinciden en lo mismo: la primera entrega es necesaria para que existan las demás, la segunda es una joya, y la tercera es la peor de todas. En forma de chiste meta, Bryan Singer lanza un mensaje de advertencia a la audiencia. Sabe que su nueva criatura está condenada a las comparaciones odiosas, a ser la oveja negra de la familia, a ser la mutación aberrante dentro de la evolución de la segunda trilogía de una franquicia que él mismo iniciase hace poco más de un quindenio.

Y tiene razón. La comparación no le hace ningún favor, pero ello no quiere decir que estemos ante una mala película. Porque este nuevo capítulo es a este segundo tríptico lo que “El Padrino III” o “The Dark Knight Rises” a sus respectivas trilogías: una entrega que se torna floja si intenta mantener un tour de force con sus predecesoras. Pero en absoluto es una tercera parte deleznable.

Su principal problema es que, sabiendo que no conseguirá superar a la anterior, Singer parece tirar la toalla y hacer una película que simplemente cumple, sin esfuerzo alguno ni cariño hacia lo que cuenta. Aunque lejos de la carga dramática y la complejidad narrativa que supo imprimir en “Días del futuro pasado”, el cineasta parte igualmente de una idea atractiva y de unos planteamientos de nuevo ambiciosos que alejan a los mutantes de sus rivales disneyianos –la discriminación, el temor a Dios o los movimientos sociales siguen pululando con fuerza por sus fotogramas-, para luego poner el piloto automático y ofrecer un desarrollo de ideas de lo más torpe y una falta de acción y exceso de subtramas que pueden hacer que más de uno la tache de aburrida.


Son muchos los pecados que Singer comete durante su abultado metraje. Falta de motivación y actos incongruentes en algunos personajes -incluyendo un villano que sabemos que es peligroso porque nos lo dicen, no por lo que vemos en pantalla-, alguna que otra sensación de deja vu –sí, Quicksilver se lleva la cinta, pero con una secuencia que no es más que una versión amplificada de algo ya visto-, un peligroso look ochentero que puede hacerla cruzar la línea del esperpento, y más de un efecto especial al que se le ve el cartón.


Y pese a todo, pese a que su director prefiera hacer caja antes que demostrar el mismo amor que antaño por sus personajes, a los que vuelve a dejar a la deriva, seguimos sin estar ante una mala película. Mejorable, sí. Floja, también. Pero bajo sus fotogramas sigue latiendo una fuerza que ya quisieran para sí algunos de los cierres de muchas trilogías. Esa intensidad que no rozan ni “X-Men: La decisión Final” ni “Mad Max: Más allá de la Cúpula del Trueno”. Y por qué no, ni “Capitán América: Civil War”.

A favor: la intensidad que sigue latiendo bajo su superficie, pese a sus múltiples tropiezos
En contra: lo consciente que es de ser un film menor, y lo poco que se esfuerza Singer en salirse de esa idea

Calificación ***
Merece la pena

lunes, 16 de mayo de 2016

LA CRÍTICA. Capitán América: Civil War

Esa bochornosa carta de disculpa
Durante su primera mitad, “Capitán America: Civil War” lleva una impronta personal que recuerda bastante a la colosal “Soldado de invierno”. En sus escenas de acción, en una trama política que la aleja del blockbuster familiar al uso. Podría decirse entonces que Disney ha confiado ciegamente en los hermanos Russo como nuevos reyes de la franquicia marvelita, como líderes que la guíen por el buen camino, ese que rara vez concilia taquilla y calidad, ese que la aleje de las ansias infantiloides de ese enorme castillo en el que habita el ratón más rico del mundo.

Nada más lejos de la realidad. Esos momentos en los que los realizadores consiguen despuntar no son más que gritos de auxilio de unos autores que, como ya le ocurriera a Joss Whedon, han tenido que sucumbir a un plan mayor. Un plan que pasa por incluir a buena parte de la camada superheroica de la casa, aunque sea de manera forzada –ay, esos Ant-Man y Ojo de Halcón-, sin definir coherentemente por qué se posicionan en uno u otro bando, y convertir esta guerra civil marvelita en una nueva Vengadores. Una versión intermedia, una beta, poco pulida y que actúa como bisagra poco engrasada, sin añadir nada que realmente merezca la pena contar.


Porque lo peor de “Civil War” es esa sensación de que no lleva a ninguna parte dentro de este cada vez más vasto universo cinematográfico, de que no conduce a los personajes a ningún punto. Acaban exactamente en el mismo sitio en el que empiezan. Y en ese sentido, el regusto que deja es el de que estamos ante un producto prefabricado por la compañía para no quedar relegada al olvido mediático en un año en el que la competencia es más feroz que nunca y viene golpeando con puño de acero y algo de mala leche.


Y sí, estamos ante una propuesta entretenida, ligera, amena, que se deja ver, pero no ante una entrega que sea digna secuela de aquella maravilla con la que estos dos directores nos sorprendieran hace unos años. Una película metida con calzador en la cartelera para generar millones, tanto como ese irritante Spiderman con el que buscaban sorprender a todos, tanto como esos efectos digitales de lo más inverosímiles, tanto como ese villano cuyas motivaciones no le ofrecen la dimensión apropiada para ser un gran malo de película. Pero satisfará sin duda al marvelita de pro. A ese que se contenta con una blanda batallita entre amiguetes que sobra totalmente en el film, y que no lleva a ningún lado. Para los demás queda solamente una bochornosa carta a modo de disculpa hacia la audiencia. O hacia sí mismos. Para recordarse que no vuelva a ocurrir. Esperemos.

A favor: los Russo intentando respirar
En contra: le sobra metraje, y no deja de ser un producto de encargo innecesario dentro de la franquicia marvelita

Calificación **
Se deja ver

domingo, 3 de abril de 2016

TAQUILLA USA. El combate entre Batman y Superman pierde bastante seguimiento

Fin de semana a la baja con respecto al de 2015, aunque era de esperar. Hace un año llegaba la apisonadora “Furious 7” para arrasar con todo, de ahí que el dato de este fin de semana se quede a la mitad del de entonces.

Pero sin duda la gran noticia de la semana era cómo iba a aguantar Batman v Superman: Dawn of Justice durante su segundo asalto. Y no lo ha hecho demasiado bien que digamos. Cae un fuerte 68%, confirmando las previsiones más pesimistas de los analistas, y quedándose así con la quinta caída más aguda para una cinta que ha superado los 100 millones de $ en su primer fin de semana, sólo superada por el final de Harry Potter y tres de los filmes de la saga “Twilight”. Ahora bien, si no se contabilizan los datos del jueves noche, la caída es de tan sólo el 62%.

Su total es ahora mismo de 261 millones de $ en Estados Unidos y 682 millones de $ en todo el globo. La frontera de la rentabilidad -800 millones- será fácil de alcanzar, pero no así la de los 1.000 millones de $. Si se compara con el desenlace de Harry Potter, ésta multiplicó por 2,25 su cifra inicial, mientras que otra cinta muy criticada, “Fantastic Four”, aunque peor recibida por la audiencia, multiplicó por 2,18 sus pobres datos de partida. De situarse en un punto intermedio, su horizonte final se movería en torno a los 370 millones de $.

Entrando en los estrenos con una presencia superior a las 1.000 salas, ninguno de los dos ha maravillado, pero tampoco aspiraban a ello. God’s Not Dead 2, secuela del éxito de 2014, entra ligeramente por debajo de ésta, con 8 millones de $ en cuarto lugar, y sin aspiraciones a repetir sus 60 millones de $. Por su parte, la comedia afro Meet the Blacks debuta en octava plaza con tan sólo 4 millones de $. Pasará sin pena ni gloria por la cartelera.

En los estrenos limitados volvemos a presenciar los mejores datos. Entre ellos Miles Ahead, biopic de Miles Davis con Don Cheadle que arranca con fuerza, registrando 122.751$ en cuatro salas. También convencen el thriller Vaxxed: From Cover-Up to Cathastrophe, con 22.000$ amasados en una sola sala, y la comedia R de Richard Linklater Everybody Wants Some!!, con 371.457$ en 19 cines.

En los mantenimientos, todos positivos ante la falta de competencia. Zootopia sigue pegando fuerte en segunda plaza con 275 millones de $ 787 en  todo el mundo. My Big Fat Greek Wedding 2, a pesar de caer un excelente 36%, no repite el fenómeno de la primera entrega, pero sus 36 millones de $ deben ser vistos con buenos ojos para una película que no las tenía todas consigo. Como también debe ser visto como algo positivo el moderado descenso de Miracles from Heaven, todo un éxito de Eugenio Dérbez en Hollywood, ya con 46 millones de $ en tres semanas.

Por último, fin de semana de astronómicos ascensos. Es el caso de Eye in the sky, que mejora un 334% y se cuela en el top 10 tras ampliar salas, y con 6 millones de $ en cuatro semanas. La misma cifra y tiempo que Hello, My Name is Doris, pero ésta con un incremento algo menor. I saw the light, con Tom Hiddleston, pasa del puesto 47 al 13, aumentando un 1.539% con 806.672$ en diez días. Y Midnight Special sigue dando que hablar. Se acerca al millón de $ y sigue aumentando discretamente el número de salas, pero sustanciosamente el porcentaje de recaudación.

Fuente: Box Office Mojo 
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