jueves, 10 de noviembre de 2016

LA CRÍTICA. Doctor Strange

Un LSD de magia cinematográfica
Es anecdótico que los mejores productos Marvel estén viniendo de la adaptación de sus personajes menores a la gran pantalla. Y que no se malinterprete la expresión. Con personajes menores no se hace alusión a aquellos héroes que solamente disfrutaron de su pequeño momento de gloria en una sola aventura comiquera, sino a quienes nunca gozaron de la fama de otros compañeros de la casa como Hulk o el Capitán América. En ese sentido, ahí están la entretenidísima “Ant-Man” o la macarra “Guardianes de la galaxia” para demostrarlo.

En su traslación a imagen real, el Doctor Extraño, otro de esos renegados marvelitas, rezuma una creatividad y una cierta libertad creativa que la hacen distanciarse de otras propuestas de la compañía. La misma que las perpetradas por James Gunn y Peyton Reed en su momento, y ya solo eso es digno de ser alabado. Scott Derrickson no solamente se preocupa por entregar una película cargada de emoción, dinamismo, diversión e inteligencia, sino también añade algunas ideas de lo más transgresoras dentro del MCU.

Dimensiones malvadas, bucles y paradojas temporales y viajes astrales se dan la mano en escenarios que se pliegan sobre sí mismos, ayudados por una imaginería visual que puede recordar a “Matrix”, “Dark City” u “Origen”, por ejemplo, pero que sus creadores se encargan de hacer suya hasta tal punto de que no suene a ya visto.


El resultado es una de las mejores aventuras marvelitas de su historia, con sus luces y sus sombras. Se echa de menos una mejor presentación de la personalidad del personaje, un mayor lucimiento del villano encarnado con solvencia por Mads Mikkelsen o del personaje florero de Rachel McAdams. E incluso un mejor saber hacer por parte de Chiwetel Ejiofor, a quien parece que el papel le viene grande. O sobra también ese empeño por mezclar a la fuerza al protagonista con el resto de Vengadores, cuando sus andanzas en solitario serían mucho más alimenticias. Pero lo compensa con la estupenda banda sonora cargada de barroquismo de Michael Giacchino, escenas que se quedan grabadas en la retina por su esmero audiovisual –atención al primer viaje extrasensorial del personaje-, y un Benedict Cumberbatch que parece haber nacido para llevar la carismática capa del superhéroe.


En general, estamos ante uno de los mayores prodigios de la compañía, todo un LSD de magia cinematográfica que coquetea con uno de los grandes hilos argumentales de la historia de las viñetas gráficas. Y de los grandes olvidados por el séptimo arte. O al menos por parte de Marvel. Toda una puerta abierta a nuevas vías argumentales y narrativas. Una por cada universo existente, para ser exactos.

A favor: su imaginería visual, y los conceptos que añade al universo marvelita
En contra: el empeño por introducir al personaje a la fuerza en el MCU

Calificación ****
No se la pierda

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