lunes, 10 de diciembre de 2007

Park Chan-wook: Trilogía de una venganza

Hablar de una nueva generación de directores coreanos es como tratar de determinar cuál es la última película de Woody Allen. Es una industria en tan continuo desarrollo que ya existen sucesores de la generación a la que pertenece el realizador que da nombre a este mini-reportaje, los hijos de la era digital. Park Chan-wook pertenece a una oleada de directores que comenzó a hacer aparición hace aproximadamente cinco años y en la que destacan nombres como los de Kim Ki-duk (Hierro 3, Time, La isla) o Bong Joon-ho (The Host, Memories of Murder), entre otros. Pero a diferencia del primero y en comparación con el segundo, Park Chan-wook pertenece a una generación cinéfila/cinéfaga que engulló los más diversos géneros, desde el cine de arte y ensayo europeo hasta el terror de serie B, en la década de los 80, justo cuando Corea del Sur empezaba su apertura y se libraba del viejo régimen autoritario.

Esto no quiere decir que Chan-wook sea equiparable a Joon-ho, pues por suerte los directores pertenecientes a la rama cinéfila han conseguido labrarse un estilo formal propio, una manera de narrar muy particular. Y es eso lo que impregna el trabajo de este cineasta, historias más o menos complicadas pero muy bien contadas, con un sentido del ritmo y la planificación encomiables.

Este mismo año llegó a España su penúltima película, con cierto retraso, Lady for Lady Vengeance, una fábula sobre la venganza y lo difícil que es perdonar nuestros propios pecados y los ajenos. Pero antes de inmiscuirnos en esta joya debemos remontarnos al año 2002, cuando el mismo director nos presentaba la primera entrega de esta “Trilogía de la venganza”. Se trataba de Sympathy for Mr. Vengeance, cuya vendetta no llegará hasta bien avanzado el metraje y que nos presenta a un joven que decide secuestrar a la hija del jefe de su novia para poder pagar el trasplante de riñón de su hermana. Todo va bien hasta que el secuestro se complica y comience su búsqueda por parte del padre de la pequeña. Es de las tres películas la más lenta, la que menos ritmo ofrece en su primera hora pero que luego, una vez la trama se ha complicado lo suficiente como para obligarte a repasar lo visto, asesta una serie de golpes de efecto que enganchan sin remedio al espectador.

Mucho más entretenida y más laureada fue su segunda película, Old Boy, la más conocida de su filmografía. Ovacionada en diversos festivales, Old Boy pecaba al igual que su predecesora de cierta complejidad redundante en la historia, pero es todo un prodigio del montaje y la puesta en escena. Es una historia simple pero muy bien contada, poseedora de varias secuencias (atentos a la disección de la matanza en el pasillo) que perduran en la retina. Un hombre es inexplicablemente secuestrado y encerrado durante años en una celda. Tan extrañamente liberado como fue capturado, el protagonista intentará buscar fuera de su prisión personal a los responsables no sólo de su encarcelamiento, sino de la desaparición de su hija y la muerte de su esposa mientras estaba preso. Chan-wook recurre al humor, la acción, el melodrama de telenovela e incluso ciertas reminiscencias del anime en las secuencias de pelea en un cóctel que por raro resulta efectivo y que la aleja del cine negro que explotaba en Sympathy for Mr. Vengeance.

Y llegamos a Sympathy for Lady Vengeance, en mi opinión la segunda mejor de la trilogía, por detrás de Old Boy. Se trata de un relato que combina el frenético montaje de ésta en su primer tramo para contar cómo una chica es encarcelada por secuestrar y asesinar a un niño, y la sobriedad de Sympathy for Mr. Vengeance en su segundo tramo. Sin embargo, esa lentitud que aburría en aquélla hace que contra todo pronóstico el segundo tramo, el de la venganza, se eleve sobre el primero. Es con ese tono de cine negro en clave de humor con el que Chan-wook nos propone un inteligente ejercicio de perdón o venganza, encarnado por esos padres que deben enfrentarse al asesino de sus hijos cara a cara. Le sobra posiblemente un final demasiado extendido y esa complejidad en la historia que ya resultaba molesta en las dos películas anteriores.

Chan-wook y sus camaradas han redefinido el cine de género, fruto de haber visto en un corto período de tiempo tanto cine de diversa índole. La conjugación imposible de géneros está haciendo que el nuevo cine sur-coreano arrase en taquilla y en festivales, ya sea en forma de cine intimista o en formato mainstream al más puro hollywoodiense. Chan-wook es autor también de uno de los tres episodios de Three... extremes, quizás un poco flojo, que completan dos grandes, Takashi Miike y Fruti Chan. Por si esto fuera poco, está pendiente de estreno en España su última obra conocida, I’m a cyborg but that’s O.K., a la cual le han llovido elogios y menciones. Les animo a descubrir por qué la cinematografía oriental en general despierta tantas pasiones últimamente. Y una última recomendación. No se pierdan ese híbrido de cine político, ciencia-ficción, cine familia y película con monstruo que es The Host, o la espléndida y original visión coreana del cine de monstruos de toda la vida.

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