lunes, 14 de septiembre de 2015

LA CRÍTICA. Southpaw

Siempre hay sitio para la esperanza
No es cosa fácil innovar en una película de boxeo, y por extensión en un film ambientado en el ascenso, caída de una estrella y posterior resurgimiento de sus cenizas, deporte y sacrificio mediante. “Southpaw” no lo intenta. Es más, recoge todos los tópicos del género imaginables. Tenemos la gloria de un chico de la calle a lo  “Rocky”, su posterior caída por culpa de sus excesos y su carácter como en “Toro salvaje”, la figura del mentor del Clint Eastwood de “Million Dollar Baby”, la presencia de una hija por la que luchar de “Campeón”, e incluso cierto virtuosismo en las escenas de combate heredada del enérgico Michael Mann de “Ali”, ése que pegaba la cámara a los costados de los púgiles para que sintiésemos cada golpe.

Sí, es convencional, es previsible, es tópica e incluso sus momentos familiares se encuentran ridículamente almibarados, aunque entre ellos destaca un instante con un “Te odio” que duele más que cualquier puñetazo directo a la nariz. Pero para compensarlo cuenta con dos poderosos ases bajo la manga. Por un lado, un buen pulso en la dirección por parte de Antoine Fuqua, todo un experto en thrillers urbanos que aquí otorga nervio a la realización, como viene siendo habitual en una filmografía que gusta de transitar por los bajos fondos.


Por el otro, el que es el verdadero motor de la propuesta, un Jake Gyllenhaal que muta, tanto física como a nivel interpretativo, en un boxeador de las calles elevado demasiado prematuramente al estrellato. Un actor que es pura contundencia, y que en cada nuevo trabajo confirma que es uno de los mejores intérpretes del cine contemporáneo. Aunque no está solo. A su lado, limpiándole las heridas, se encuentra un genio de la interpretación como Forest Whitaker, un intérprete que quizá se deje ver poco en trabajos de este calibre, pero que siempre es pura presencia ante la cámara.


Lo demás lo pone el ritmo que Fuqua le imprime al producto, la efectiva banda sonora del desaparecido James Horner, la potencia de sus temas musicales, que van desde Eminem hasta 50 Cent, y puro sentido del entretenimiento en un drama que se deja ver con absoluta comodidad, y que desgraciadamente llega fuera de la temporada de premios. Habría sido una bienvenida alegría ver a su actor principal luchando por el Oscar. Tendremos que contentarnos con su personaje, cuyo esperanzador apellido y viaje hacia la humildad absoluta nos recuerda que es tan fácil levantarse como caer, y que siempre hay sitio para la esperanza, la que se labra a base de trabajo duro y dedicación, y de dejar atrás los fantasmas internos.

A favor: Jake Gyllenhaal y Forest Whitaker, la dirección de Fuqua
En contra: los tópicos que recoge, y la almibarada trama familiar

Calificación ***1/2
                                                                         Merece mucho la pena

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