lunes, 28 de septiembre de 2015

LA CRÍTICA. Cooties

Zombie School sin gracia
Ya era hora de que alguien pusiera lo que hay que tener sobre la mesa y rindiera cuentas hacia toda esa generación de pre-púberes que no muestran ningún respeto por sus mayores. Y más aún, que convirtiera en héroes a uno de los sectores más afectados por el bullying, a todas esas figuran que velan por la educación y formación de nuestros hijos con absoluta dedicación, los profesores.

“Cooties” ofrece una visión zombie school del acoso, en la que  los  maestros se enfrentan a una horda de inmaduros colegiales infectados a modo de llamada de atención para que espabilemos y no demos pie a un futuro regido por idiotas morales. Lo hace, por supuesto, idiotizándose a sí misma, y entendiendo la propuesta, como no podía ser de otra manera, tirando de humor absurdo y negro.

O lo intenta. Porque la película dirigida a dos cerebros por los debutantes Jonathan Milott y Cary Munion desaprovecha su posible discurso entre líneas y no pasa de ser una anécdota simpática a la que le falta más arrojo y mala leche. Es una sucesión de gags con mayor –los juegos de palabras, la referencia a los hobbits, los macabros juegos infantiles con miembros humanos- o menor acierto –básicamente, más de un secundario, como Jorge García, intentando hacer reír en vano-, un quiero y no puedo constante que no acaba de tirar la casa por la ventana, y que llega incluso a hacerse pesado y aburrido, algo imperdonable en una comedia que en su premisa apunta a ser un divertimento sin miramientos.


Sin embargo, no es del todo culpa de sus realizadores. Son debutantes, y su trabajo tras las cámaras, si bien no es perfecto –las escenas diurnas están horriblemente iluminadas y tienen un horroroso tufillo televisivo-, es bastante solvente. El problema es el libreto que manejan, escrito cuatro manos por Ian Brennan y Leigh Whannell, este último demostrando una vez más que no es capaz de ir más allá de los tópicos en sus guiones si se separa de su amigo James Wan. Ahí está “Insidious: Capítulo 3” para atestiguarlo. Brennan y Whannell, que no por casualidad se reserva uno de los personajes con mayor potencial de la cinta, no logran llevar la idea inicial más allá de una colección de sketches de un nivel de comicidad más bien reducido, además de confundir lo absurdo con lo ilógico en un guión que acumula incongruencias en defensa de una comedia que no funciona. Así, por ejemplo, los pasajes en los que los niños tienen actos propios de personas sanas y racionales –el zombi vigilante, el que se hace pasar por un niño sano para llegar a su madre-, más que hilarantes acaban resultando poco creíbles y ridículos.


Se agradece, eso sí, que en su reparto se dé rienda suelta al gran Rainn Wilson, de lejos lo mejor de un reparto bastante desaprovechado, en el que uno se pregunta por qué actores como Jack McBrayer o Elijah Wood no hacen más que repetir los mismos tics interpretativos que les han hecho famosos. Pero es una gota positiva mínima para una película que se va apagando conforme avanza, y que carece de algo importante dadas sus intenciones: gracia. Seguramente, ningún menor de edad ha resultado herido durante su filmación. Los espectadores no podrán decir lo mismo tras verla.

A favor: Rainn Wilson, y algún gag acertado
En contra: su guión, que no explota todos sus recursos, carece de gracia

Calificación *1/2
                                                                                          No merece mucho la pena

No hay comentarios:

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...