jueves, 10 de septiembre de 2015

LA CRÍTICA. Dark Places (Lugares oscuros)

Carne de telefilm
Gillian Flynn siempre ha sido carne de telefilm. Es algo que podría constatar cualquiera que haya leído alguna de sus novelas negras, en las que el feminismo, los giros absurdos y el crimen se dan constantemente la mano. Y es una característica que subyacía de la que hasta ahora era su primera adaptación a la gran pantalla, “Perdida”. Un thriller con nervio que hacía del engaño su mejor baza argumental para mantener al espectador menos avezado pegado a la butaca, pero cuya trama bien podría rellenar la parrilla televisiva de cualquier cadena privada española un sábado por la tarde.

Con “Dark Places (Lugares oscuros)” volvemos a ser testigos de lo peor y lo mejor que una adaptación de un relato de la autora podría ofrecernos. Las mismas trampas –flashbacks insertados sin que nadie los relate, para liar al público- y agujeros de guión –demasiadas cosas ocurriendo “porque sí”, como las mentiras de algunos personajes-, las mismas inconsistencias argumentales de un universo policiaco tan personal que intercambia continuamente la inverosimilitud por el ridículo, pero también un sentido del entretenimiento que satisfará a los espectadores menos exigentes, los mismos que no piden demasiado a las maniqueas páginas de sus libros.


Pero todo eso sin el toque Fincher. Porque si algo hacía diferente a “Perdida” era el estilo de su director, que insuflaba ritmo y alma a un producto que sin él habría caído en el ostracismo. “Dark Places” se ve con la complacencia de no hacer trabajar demasiado al cerebro, de tener los mismos personajes planos y los lugares comunes de las películas para televisión. Le falta el montaje del director de “Zodiac” y “El club de la lucha”, su habilidad para convertir lo imposible y previsible –el final te lo puedes ver venir si estás atento a más de un flashback revelador- en plausible y cinematográficamente digerible, la ecléctica música de Trent Reznor y Atticus Ross, y esa atmósfera tan característica de sus películas.


En su lugar lo que tenemos es a un Gilles Paquet-Brenner sin ninguna impronta personal, que hace del zoom su rasgo más distintivo y agotador, y que se muestra incapaz de hacer un film que interese más allá de conocer la verdad que se encierra tras el misterio. Una película simple que ni su protagonista principal, una destacable aunque nada sorprendente Charlize Theron, consigue elevar por encima de la categoría de telefilm. Fácil de ver y de olvidar.

A favor: Charlize Theron, y que se ve con comodidad para desentrañar el misterio
En contra: no pasa de ser un telefilm

Calificación *1/2
No merece mucho la pena

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