Tal como éramos
Recuerdo que cuando vi por primera vez “Algo pasa con Mary” tuve que pararla al rato de haber comenzado. Pero no porque no me gustara, sino porque el episodio del incidente hecho público de la cremallera de Ben Stiller, ese temor que todos los hombres tenemos plasmado gráficamente en imágenes, provocó una risa incontrolada que no acabó hasta varios minutos después. “Carta blanca (Hall Pass)”, la última película de sus creadores, los hermanos Farrelly, tiene un inesperado gag protagonizado por un descuido en un jacuzzi que ha tenido el mismo efecto en mí. He tenido que parar la película unos minutos hasta reponerme del todo.
La lástima es que el resto del film no sigue la misma tónica. Como siempre, los Farrelly sirven una comedia romántica con un ñoño mensaje camuflado bajo una capa de incorrección política y humor grosero, aunque no tan grosero como en sus deslumbrantes primeros trabajos. Y es que a los hermanos les pasa como a Kevin Smith, que han sido engullidos por ese padre moderno de la comedia americana que es Judd Appatow, y son incapaces de sacar a relucir ese sentido del humor soez que destilaran “Dos tontos muy tontos”, “Vaya par de idiotas” o “Yo, yo mismo e Irene”, por ejemplo.
Sin embargo, esta historia de dos pardillos casados y salidos, y sus decentes esposas, que creen que por tener una semana de total libertad podrán recuperar sus años de juventud y, en definitiva, echar cuantos polvos quieran, pero que al final descubren que lo importante es la familia y que ya no son lo que eran, tiene momentos que dejan entrever esa capacidad de sus directores para la comedia escatológica tipo “South Park” o “Padre de familia”: el concepto de la “comida falsa”; la diarrea proyectada hacia la pared de la ex adicta al tabaco; las cortinillas de sus protagonistas sobre cuál puede ser el futuro de su carta blanca… Y por supuesto, un buen reparto que cumple con creces su objetivo y su solvencia cómica, destacando un pasado de vueltas Richard Jenkins, ese actor que interpreta a un viejo verde adicto a la marcha con la facilidad y versatilidad con que afronta sus papeles dramáticos.
Una comedia divertida, previsible pero muy entretenida, y quizá demasiado larga, que demuestra que los hermanos Farrelly ya no son lo que eran, que perdieron su vena maligna tras “Amor ciego”, pero de todas las realizadas tras esta es la que mejor se acerca a su estilo gamberro. Los años no pasan en balde, ni para los fantásticos Owen Wilson y Jason Sudeikis, ni para ellos mismos. Una lástima.
A favor: el descuido en el jacuzzi
En contra: seguimos sin recuperar a los Farrelly
Valoración: ***
1 comentario:
Hace poco que la vi y coincido plenamente contigo, los Hnos Farrelli ya no son lo que eran, aunque esta película tiene sus momentos,como el desternillante descuido en el jacuzi, o la comida falsa. Saludos!
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