domingo, 16 de agosto de 2015

LA CRÍTICA. Cuatro Fantásticos

Patrones alterados
Hay patrones en todo y en todos. En un momento del film, Sue Storm habla sobre el reconocimiento de patrones, y sobre cómo la música no es más que una serie de patrones alterados. El músico crea el patrón, nos hace prever una resolución, pero ésta nunca llega. Nos hace esperarla. Esto es aplicable a todo buen film que se precie, salvo a éste. Con esa escena, Josh Trank parece hablar de aquello en lo que se ha convertido finalmente su visión de la primera familia de superhéroes. Un blockbuster veraniego cuya resolución nunca llega, por mucho que la esperemos.

Durante su primera mitad, “Cuatro Fantásticos” no es tan horrible como nos la ha vendido la crítica y el público de medio mundo. Sí, floja por culpa de su guión, que encadena tonterías tan enormes como la reincorporación de Ben Grimm a la trama, o la razón por la cual los héroes acaban transformándose. Y también por culpa de sus actores, de los que solamente se podrían salvar Jamie Bell y Toby Kebbell, pero básicamente porque apenas aparecen en escena. Poco importa que cambien de color a Johnny Storm cuando Michael B. Jordan matiza su interpretación tanto como sus morritos, o que su hermana en la ficción sea tan bella como Kate Mara si su rol es tan soso como el robótico Miles Teller, ese joven de cuyo formidable trabajo en “Whiplash” aquí no queda nada. Floja sí. Olvidable también. Horrible no.


Hasta que el espectador cae en la cuenta de que la película no avanza nunca. Es como un prólogo de noventa minutos, una presentación de personajes que solamente en sus últimos diez minutos, con la aparición del Dr. Doom, parece que va a arrancar. Pero para entonces llega el desenlace, y la resolución es torpe y apresurada. En ese tramo final tratan de justificar su presupuesto, pero ya es tarde. Ahí es cuando te acuerdas de lo planos que son sus personajes, de la inexistencia de un fin al que encarrilar la historia, de unos efectos digitales que fallan en la animación de La Cosa o de Mr. Fantástico, y de todos los escollos de guión que encadena.

Le falta incluso el sentimiento de unidad que debería desprender esta familia de superhéroes, antes y después de su transformación. No hay química, no parecen llevarse bien ni entenderse. Porque esta adaptación nunca llega a despegar, no llega nunca a explotar de manera coherente ninguna de sus bazas, ni a nivel argumental ni técnico. Trank y Fox han conseguido lo que parecía imposible, que las anteriores adaptaciones del cómic sean recomendables. La de Corman por ser una bizarrada autoconsciente de su propia cutrez, llevada a la máxima potencia por culpa de las prisas que el productor se tomó para no perder los derechos, algo que la hermana con la que nos ocupa. Y las de Story por su afán de entretenimiento sin pretensiones en una época en la que las propuestas de superhéroes aún estaban en pañales y no se tomaban tan en serio a sí mismas. “Cuatro Fantásticos” es arrítmica y trata de ser la mejor adaptación posible de estos héroes a la gran pantalla, sin conseguirlo en absoluto. Y lo peor, que aburrirá hasta a los más pequeños de la casa. Algo imperdonable.


A favor: la aparición del Dr. Doom, que es cuando parece que empezará la fiesta
En contra: actores, realización, ritmo, guión, efectos… y que nunca llega a avanzar

Calificación *
                                                                                          Ni se moleste

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