Patrones alterados
Hay patrones en todo y
en todos. En un momento del film, Sue Storm habla sobre el reconocimiento de
patrones, y sobre cómo la música no es más que una serie de patrones alterados.
El músico crea el patrón, nos hace prever una resolución, pero ésta nunca
llega. Nos hace esperarla. Esto es aplicable a todo buen film que se precie,
salvo a éste. Con esa escena, Josh Trank parece hablar de aquello en lo que se
ha convertido finalmente su visión de la primera familia de superhéroes. Un blockbuster veraniego cuya resolución
nunca llega, por mucho que la esperemos.
Durante su primera
mitad, “Cuatro Fantásticos” no es tan horrible como nos la ha vendido la
crítica y el público de medio mundo. Sí, floja por culpa de su guión, que
encadena tonterías tan enormes como la reincorporación de Ben Grimm a la trama,
o la razón por la cual los héroes acaban transformándose. Y también por culpa
de sus actores, de los que solamente se podrían salvar Jamie Bell y Toby Kebbell,
pero básicamente porque apenas aparecen en escena. Poco importa que cambien de
color a Johnny Storm cuando Michael B. Jordan matiza su interpretación tanto
como sus morritos, o que su hermana en la ficción sea tan bella como Kate Mara
si su rol es tan soso como el robótico Miles Teller, ese joven de cuyo
formidable trabajo en “Whiplash” aquí no queda nada. Floja sí. Olvidable
también. Horrible no.
Hasta que el espectador
cae en la cuenta de que la película no avanza nunca. Es como un prólogo de
noventa minutos, una presentación de personajes que solamente en sus últimos
diez minutos, con la aparición del Dr. Doom, parece que va a arrancar. Pero
para entonces llega el desenlace, y la resolución es torpe y apresurada. En ese
tramo final tratan de justificar su presupuesto, pero ya es tarde. Ahí es
cuando te acuerdas de lo planos que son sus personajes, de la inexistencia de
un fin al que encarrilar la historia, de unos efectos digitales que fallan en
la animación de La Cosa o de Mr. Fantástico, y de todos los escollos de guión
que encadena.
Le falta incluso el
sentimiento de unidad que debería desprender esta familia de superhéroes, antes
y después de su transformación. No hay química, no parecen llevarse bien ni
entenderse. Porque esta adaptación nunca llega a despegar, no llega nunca a
explotar de manera coherente ninguna de sus bazas, ni a nivel argumental ni
técnico. Trank y Fox han conseguido lo que parecía imposible, que las
anteriores adaptaciones del cómic sean recomendables. La de Corman por ser una
bizarrada autoconsciente de su propia cutrez, llevada a la máxima potencia por
culpa de las prisas que el productor se tomó para no perder los derechos, algo
que la hermana con la que nos ocupa. Y las de Story por su afán de
entretenimiento sin pretensiones en una época en la que las propuestas de
superhéroes aún estaban en pañales y no se tomaban tan en serio a sí mismas. “Cuatro
Fantásticos” es arrítmica y trata de ser la mejor adaptación posible de estos
héroes a la gran pantalla, sin conseguirlo en absoluto. Y lo peor, que aburrirá
hasta a los más pequeños de la casa. Algo imperdonable.
A
favor: la aparición del Dr. Doom, que es cuando parece que
empezará la fiesta
En
contra: actores, realización, ritmo, guión, efectos… y que
nunca llega a avanzar
Calificación *
Ni se moleste
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