lunes, 24 de agosto de 2015

LA CRÍTICA. Goodnight Mommy

El otro
De toda la filmografía austriaca reciente, quizá no podamos mencionar a un director más influyente que Michael Haneke, un cineasta que ha sabido como muy pocos jugar con el espectador para hablar de la violencia sin necesidad de ser violento, a través de atmósferas pulcras y enrarecidas –“Funny Games”- o distorsionando de manera inocente pero malévola a los seres supuestamente más puros del planeta, los niños –“La cinta blanca”-.  

A partir de ahora, habrá que recordar otros dos nombres surgidos del país europeo, pertenecientes a toda una sola de directores que han acuñado un nuevo cine de género en el continente. Con su ópera prima, Severin Fiala y Veronika Franz aúnan esa maldad inherente y cándida del cine de Haneke con las propuestas más salvajes de Fabrice du Welz o el terror galo.

Lo que plantean en “Goodnight Mommy” es un macabro cuento sobre las consecuencias del estrés postraumático en la mente infantil, en esos pequeños seres a los que creemos incapaces de la mayor de las atrocidades. Y se toma su tiempo para asentar sus bases. La película se divide en dos partes. En la primera la acción es pausada, pero nunca aburrida ni pesada, y sus directores la aprovechan para tejer esa atmósfera viciada por la que se mueven sus personajes, contrapuesta a la limpieza del blanco de las paredes de la casa de diseño en la que habitan. Juegan de manera extraordinaria con el público para hacerle ver fantasmas donde no hay más que drama familiar, para que acompañe a esos dos niños en la fantasía de que su madre –excepcional el trío protagonista- ha sido reemplazada por otra persona.


En su segundo acto, sus responsables pegan un sonoro golpe en la mesa, el cuento se va volviendo cada vez más oscuro para dar paso a la violencia,  y empiezan a coquetear con el torture porn, sin dejar el terror psicológico y el drama a un lado. Consiguen sembrar de manera excelente la duda en el espectador, hasta llegar a un final cuyo giro argumental quizá sea lo más forzado del conjunto por su elevada previsibilidad, además de algún detalle de guión poco explicado y explotado, como la figura del padre o la razón por la que permanecen los niños solos en casa en ausencia de la madre.  


Pero son detalles que afectan poco al resultado final. Lo que realmente resalta en “Goodnight Mommy” es su perturbador análisis psicológico de la maldad infantil y cómo focalizan los niños una tragedia en aras de dicha maldad. Un trabajo con claras reminiscencias a “El otro”, de Robert Mulligan, que es pura sutileza pero que a la vez presenta una crudeza difícil de digerir, y que obligará a seguir a sus creadores con lupa.

A favor: la atmósfera, la tensión que transmite, y cómo juega con el espectador
En contra: el giro final, previsible, y algún detalle de guión poco pulido

Calificación ***1/2
                                                                       Merece mucho la pena

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