Un
clásico indiscutible de nuestro cine, una actriz de una belleza espectacular,
dotada de un magnetismo casi animal con la cámara, provista de una mirada tan
seductora que logró cruzar el charco y triunfar en Hollywood. Fue de las
intérpretes mejor pagadas de su generación, de las más taquilleras, y dejó
huella en toda una generación, ávida de soñar y escapar de la gris y triste
realidad que ofrecía la dictadura franquista.
Sara Montiel, nacida
como María Antonia Abad Fernández, consiguió esto y mucho más, a pesar de sus
orígenes humildes. Ya desde muy temprana edad mostró unas habilidades
artísticas y una belleza inigualables, que le valieron pisar los escenarios y
los platós cinematográficos cuando apenas tenía 16 años. Así, debutó en 1944 en
“Te quiero para mí” e intervino en éxitos como “Locura de amor”, de Juan de Orduña,
trabajando junto a maestros como Fernando Fernán Gómez, Aurora Bautista,
Fernando Rey o Imperio Argentina.
Pese a sus éxitos, comenzaba
a encasillarse en el cine español de la época, razón por la cual decidió
emigrar al extranjero. Fue la por entonces todopoderosa industria cinematográfica
mexicana la que la acogió con los brazos abiertos, convirtiéndose en una gran
estrella internacional. Fue a raíz de
este éxito en México cuando llamó la atención de la industria hollywoodiense,
llegando a trabajar junto a estrellas de la talla de Gary Cooper, Burt
Lancaster, Charles Bronson, Ernest Borgnine, Vincent Price, Joan Fontaine o Rod
Steiger, y trabajó a las órdenes de cineastas como Samuel Fuller o Robert
Aldrich, y gracias a estos trabajos conoció al que sería su primer marido, el
director Anthony Mann, así como entablar amistad con Elizabeth Taylor, James
Dean o Marlon Brando. En Hollywood rodó todo un clásico del western, “Veracruz”,
uno de los mejores de la historia.
Volvió a España para
trabajar a las órdenes de su amigo Juan de Orduña en “El último cuplé”, film
que acabó convirtiéndose en la película más taquillera de la historia del cine
español en su momento, y que convirtió a la estrella en una de las españolas mejor
pagadas del mundo. A ésta le siguieron otros éxitos como “Carmen de la Ronda”, “Mi
último tango” o “La violetera”.
Cosechó también
importantes éxitos en el terreno musical. “Fumando espero”, “Quizás, quizás,
quizás” o “Bésame mucho” fueron boleros que gozaron de un enorme éxito de
ventas. A partir de los 60, su estrella se fue apagando conforme los gustos del
público fueron cambiando, y aún así protagonizó éxitos como “Varietés”, “Pecado
de amor” o “La reina de Chantecler”.
Durante sus últimos
años, desgraciadamente, fue más
protagonista de la prensa rosa y los escándalos amorosos que de los escenarios
y la gran pantalla. Tres Medallas de los CEC, de la Academia de las Artes y las
Ciencias Cinematográficas de España o un Golden Eagle avalan una carrera formidable
compuesta por más de medio centenar de películas y otro tanto de discos
publicados. Descanse en paz, Saritísima.
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