Un
actor tan grande que su sola presencia bastaba para llenar toda una pantalla.
Un actor de raza, de sangre, padre de actores (Fernando y Cayetana Guillén
Cuervo) y esposo de actriz (Gemma Cuervo). Hoy el mundo del cine, el teatro y
la televisión de visten de lujo para despedir como merece a un maestro de la
interpretación, que se curtió sobre los escenarios desde muy joven, al lado de
otros grandes como Juanjo Menéndez, Agustín González, Adolfo Marsillach o
Fernando Fernán Gómez.
Ya por entonces, con
tan sólo 22 años, Fernando Guillén se iniciaba en el cine de José María Forqué o Pedro Lazaga en
“Un día perdido” o “La frontera del miedo”, aunque sus apariciones en la
pantalla grande eran escasas. No ocurrió así en la televisión, que le acogió con
éxito durante la década de los 60 en “Estudio 3”, “Gran Teatro”, “Primera fila”
o “Historias para no dormir”. Siguió labrándose una reputación sobre los
escenarios y en la pequeña pantalla durante la década siguiente en “Novela”, “Estudio
1” o “La saga de los Rius”, a la vez que hacía aparición en filmes a las
órdenes de amigos como Fernán Gómez (“El mundo sigue”) o José Luis Sáenz de
Heredia (“La decente”).
Pero fue a partir de
mediados de los 80 cuando su popularidad en cine aumentó gracias a sus
interpretaciones a las órdenes de su hijo Fernando (“Año Mariano”), Eloy de la
Iglesia (“El pico 2”, “La estanquera de Vallecas”), Pedro Almodóvar (“La ley del
deseo”, “Mujeres al borde de un ataque de nervios”, “Todo sobre mi madre”),
Gonzalo Suárez (“Don Juan de los infiernos”), Manuel Gómez Pereira (“¿Por qué
lo llaman amor cuando quieren decir sexo?”), Vicente Aranda (“El amante
bilingüe”), José Luis Garci (“La herida luminosa”, “El abuelo”, “You’re the one”),
Fernando González Molina (“Fuga de cerebros”) o Álex de la Iglesia (“Acción Mutante”), con
quien además rodó la televisiva “Plutón B.R.B. Nero”. No abandonó la
televisión, donde participó frecuentemente en series recientes como “Hospital
Central”, “Los misteriores de Laura”, “Aída” o “Motivos personales”, pero sí el
teatro desde 2008.
“Don Juan de los
infiernos” le valió el Goya –fue nominado dos veces más-, el Fotogramas de
Plata y el premio Sant Jordi, y además recibió a lo largo de su carrera el
premio del CEC, el Ondas y el TP de Oro. El cortometraje “Luisa no está en casa”,
de 2012, junto a Asunción Balaguer, fue su última aparición en pantalla hasta
su fallecimiento a causa de una larga enfermedad a los 80 años de edad. Más de
200 trabajos en todas las disciplinas –fue también actor de doblaje, aunque no
era doblador habitual de ningún actor en particular, salvo de sí mismo- abalan
una exitosa y rotunda carrera de un maestro incuestionable. Descanse en paz.
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