viernes, 3 de junio de 2011

LA CRÍTICA: ¡Qué dilema!


Terapia entre amigos

La idea de partida es sencilla pero interesante. Ronny y Nick son grandes amigos, los mejores amigos, pero en el momento de la verdad les falla uno de los pilares básicos de toda relación: la sinceridad. Ronny descubre que la mujer de su mejor amigo le engaña, y por temor a estropear el rendimiento de Nick en el nuevo negocio que tienen entre manos, le oculta la verdad. Por eso y porque su amistad se ha basado siempre en ser colegas, camaradas, pero no en ser amigos sinceros. Con cada día que pasa sin contárselo, la cosa se complica hasta extremos inimaginables, que no desvelaré, y cada vez va siendo más difícil contar la verdad, hasta el punto de que lleguen a sospechar que Ronny, rehabilitado ludópata, ha vuelto a apostar.

Como decía al principio, la idea es interesante, y el camino que toma la historia es acertado, pero le falla algo fundamental, el enfoque. Desconozco si el guionista Allan Loeb y el realizador Ron Howard eran conscientes de que a este en apariencia simple material se le podía sacar más jugo, pero ésa es la sensación. En lugar de optar por tratar la trama con un toque minimalista, casi independiente, de drama con los tintes justos de comedia del que sería capaz, por ejemplo, Woody Allen, se ha decidido hacer una comedia que, precisamente por no saber combinarse bien con el tono dramático del conjunto, no acaba de despegar. Y eso convierte en intrascendente su discurso.


Y es una lástima, porque bien habría funcionado como una inteligente terapia de pareja y amistad sobre la sinceridad y sobre cómo no llegaremos nunca a conocer del todo a aquellos en quienes más confiamos. Lo que queda es una comedia sin chispa, sin demasiada gracia, interesante en el aspecto dramático y en el fondo del asunto, pero fallida en su forma y tratamiento. Howard prefiere un film de lujo, academicista, de esos que, como buen artesano, está acostumbrado a gestar con los ojos cerrados, técnicamente deslumbrante y con una dirección de actores, en especial Vince Vaughn y una recuperada Winona Ryder, más que correcta. No faltan momentos graciosos –la escena de la paliza con el amante, la inesperada terapia de grupo, y sobre todo el discurso sobre la sinceridad del protagonista-, pero la sensación es que podría haberse sacado mucho más de este cóctel de amistades infieles pero inquebrantables, al que finalmente le sobran cerca de veinte minutos, especialmente en el comienzo.


A favor: el discurso sobre la sinceridad del protagonista
En contra: le falla totalmente el enfoque de la historia

Valoración: **1/2

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