domingo, 26 de febrero de 2012

Oscar 2012: La cuenta atrás. Mejor director

Comienza la cuenta atrás a los Oscar, que se estregan el domingo de madrugada, o ya lunes, si prefieren. Y para amenizar la espera, aquí va el análisis de las principales categorías. Quién tiene más posibilidades, quién falta, quién sobra… Es mi valoración personal, y de aquí sale mi quiniela. Para quien no le convenza, recuerden que aún se puede votar a sus favoritos en el siguiente enlace. Que gane el mejor. El mejor para la Academia, claro está.

MEJOR DIRECTOR: Tres maestros, dos butacas vacías y un francés
Tres clásicos del cine, tres directores míticos, frente a un recién llegado y a un clásico contemporáneo. Cinco nominados, y dos butacas que se prevén vacías.

Hagamos caso al Gremio de Directores, que no suele fallar. Si fuera por ellos, Michel Hazanavicius, el recién llegado a los Oscar, sería el gran vencedor. Ha ganado además el BAFTA y casi una decena de premios de la crítica, y “The Artist”, ya incluso antes de estrenarse, ha sido tomada como gran triunfadora en los Oscar. Pero es francés, y su película es extranjera, y ya sabemos lo puritanos que son los académicos, lo mucho que se aferran a sus absurdas normas. Vale, Milos Forman, Bertolucci, Billy Wilder, Elia Kazan, Ang Lee y otros muchos directores extranjeros se han hecho con la estatuilla, pero ha sido siempre gracias a filmes estadounidenses o, como mínimo, británicos. Y a nadie se le escapa que Frank Capra o William Wyler, pese a ser extranjeros, podían ser más yanquis que el más americano de los directores.

Quien le sigue en cantidad de premios cosechados es Terrence Malick, el realizador con una patológica y reconocida fobia a las masas, a dejarse ver en público, para el que ésta es su segunda nominación al Oscar tras “La delgada línea roja” hace trece años. Y es que se prodiga tan poco en la pantalla grande –ha dirigido cinco películas en treinta años-, que pillarle para nominarle es extremadamente difícil. La crítica se ha rendido a los pies de “El árbol de la vida”, pero ha sido tan polémica que, aunque merezca ganar, si lo consiguiera levantaría las iras de los espectadores que no entraron en comunión con la filosofía de su propuesta. Y aunque nadie esperaba ya que resultase nominado tras ser olvidado en los Globos de Oro y los premios del Gremio de Directores, aquí está. Pero me temo que su Oscar, de ganarlo algún día, será a título póstumo. Aunque a él parece no preocuparle.


No será la única butaca vacía. Woody Allen no se prodiga mucho en los Oscar, y de hecho la última vez que le vimos fue justo hace diez años, cuando recitó un emotivo discurso en honor de las víctimas del 11-S, entre los aplausos y alabanzas de unos compañeros que no se lo pensaron dos veces a la hora de ponerse en pie a elogiar al maestro. Las mejores palabras posibles del que es, posiblemente, el mejor cronista neoyorquino de la historia del cine. Ya había sino nominado cinco veces antes al Oscar, y lo consiguió a la primera, con “Annie Hall”, si bien no acudió a recogerlo. Pero para alguien como Allen, el mejor premio posible está en el reconocimiento a sus excelentes guiones, que es donde su “Midnight in Paris” tiene más opciones este año, especialmente por no haber conseguido ninguna mención de la crítica como director. Y de hecho, es por sus guiones por lo que ha recibido mayor número de nominaciones ha recibido, y ya ha ganado dos –“Annie Hall” y “Hannah y sus hermanas”-. Suerte en el guión, Woody, porque el Oscar a mejor director este año lo tienes difícil. Y más si no acudes a la gala y te quedas tocando el clarinete.

A Alexander Payne le ocurre como a Woody Allen, que son mejores guionistas que directores de cine, y ganar el Oscar por el guión adaptado de “Los descendientes”, que ya tiene casi asegurado, sería su mejor premio. Ya fue nominado en el año 2000 por la adaptación de la novela de Tom Perrotta en la excelente “Election”, y repitió en 2005 con otra joya, “Entre copas”, por la que sí consiguió la estatuilla a mejor guión adaptado, compartida con su colega habitual Jim Taylor. Y, no nos engañemos, el guión de “Los descendientes” es mucho mejor que la realización. Y con esto no quiero decir que la película esté mal dirigida, en absoluto, pero Payne tiene más opciones este año como guionista que como cineasta. Por si fuera poco, ha ganado dos premios de la crítica.


El tercero en discordia, en cuanto a cantidad de premios recibidos este año, es un clásico, uno de esos directores destinados a pasar a la historia como míticos, como grandes maestros del celuloide. La Academia negó a Martin Scorsese el Oscar en cinco ocasiones, y merecía aún así muchas más nominaciones, hasta que en 2007 anunciaron su nombre como ganador por “Infiltrados”. Y nadie se lo esperaba, por dos motivos. El primero, porque ya se lo habían negado otras veces, y segundo, porque “Infiltrados” no es, ni de lejos, una de sus mejores obras ni de las más inspiradas y personales, si bien es muy buena. Y aunque sería paradójico que si ganase el Oscar sería por un remake y por un filme infantil, lo cierto es que lo merece y con creces. Su “Hugo” ha enamorado a la crítica, y encima ha ganado el Globo de Oro a mejor director. Y, aunque no haya ganado este año el premio del Gremio de Directores, tiene algo fundamental que le impone sobre el gran favorito, Hazanavicius: es americano, italoamericano pero profundamente americano, uno de los pocos directores con esencia americana que quedan. Como curiosidad, podría pasarle como a su amigo Spielberg, que tras serle negado el Oscar durante años, lo ganó en 1994 por “La lista de Schindler”, para repetir triunfo cinco años después con “Salvar al soldado Ryan”. No tenía ninguno, para ira de sus fans, y pasó a tener dos. Cuenten cuántos años separan a “Hugo” de “Infiltrados”, y deducirán adónde quiero llegar.

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