Ángeles en el paraíso
“Blade Runner” siempre
ha sido lo que el tiempo ha hecho de ella. De su leyenda más que del film en sí
mismo. Una indiscutible joya, por supuesto, pero beneficiada por el paso de los
años, por las múltiples relecturas y versiones, por los oníricos unicornios
capaces de cambiar todo su significado, y porque por aquella época no se había
visto nada igual. Bien contada, pero con una trama de lo más simple.
Su esperada secuela no
puede beneficiarse de ese factor temporal. Muchas lágrimas bajo la lluvia se
han derramado desde el estreno de su predecesora, demasiadas odiseas
científico-tecnológicas hemos disfrutado –o padecido-, muchas de ellas deudoras
de la obra maestra de Ridley Scott. La nueva entrega no puede aspirar a
sorprender en ese sentido, y aún tiene mucho camino que recorrer para ganarse
el título de clásico del séptimo arte.
Sin embargo, “Blade
Runner 2049” logra algo que es casi imposible. Consigue durante su abultado
metraje –quizá demasiado abultado, todo hay que decirlo- no caer en el
ridículo, no palidecer frente a su referente, lo cual era su mayor desafío. Porque
esta película no es más que una expansión del universo creado por Philip K.
Dick e inmortalizado por el talento de sus adaptadores cinematográficos, una
propuesta en un proceso evolutivo tan claro y lógico como el de sus
replicantes, o como el de la evocadora banda sonora de Hans Zimmer y Benjamin
Wallfisch, una extensión del score de Vangelis.
Lo demás, pues una
trama de lo más sencilla servida con aparente complejidad, estética cyberpunk tuneada por la mano maestra de
Roger Deakins, y el saber hacer de un cineasta con tanto pulso narrativo como
Denis Villeneuve, que hace primar el ritmo pausado sobre el espectáculo, pero
con el suficiente nervio como para no caer en el hastío. Un Villeneuve pasado
por el filtro comercial –su guión tan masticado es quizá el precio que ha
tenido que pagar en el salto-, que no imita esquemas, haciendo suyo este vasto
universo creativo.
Y es que no se puede
replicar una joya. Sería un tremendo error. Pese a las facilonas decisiones e
inevitables huecos argumentales, “Blade Runner” es un entidad propia capaz de
sobrevivir por sí misma, independiente de sus progenitores, y una nueva ocasión
para explorar lo que nos hace humanos, que no es más que la capacidad de
decidir. De manera extendida, expandida, en pleno proceso evolutivo. Un nuevo
ángel en el paraíso con el que deleitarnos.
A
favor: Villeneuve haciendo suyo el universo “Blade Runner”,
la fotografía y su capacidad para evolucionar y tener entidad propia
En
contra: su exceso de metraje y el filtro comercial de su
director
Calificación ****
No se la pierda
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