La muñeca en el armario
Puede que suene un poco
drástico, pero hay filmes que jamás deberían ver la luz. Especialmente aquellos
que tratan sin demasiada suerte de subirse al caballo del éxito de algún otro
producto mega taquillero. Igual es también demasiado drástico meter a “Annabelle”
en este grupo, principalmente porque tampoco es que para un servidor fuera una
película deleznable.
Pero si en algo
coincidía es en que era un trabajo menor, a años luz de aquel “Expediente
Warren: El conjuro” de cuyo universo creativo pretendía formar parte. Un
intento frustrado de expansión que convertía la atractiva temática en algo
banal, ya visto, soso y con poca sustancia, y que hacía plantearse si no
hubiera sido mejor mantener encerrada a la célebre muñeca en el armario.
No es que “Annabelle:
Creation” descubra la pólvora ni rompa moldes, pero por lo menos ayuda a
resarcirse de las calamidades de su predecesora. O será por eso de que sale
victoriosa cuando se las compara. Sea como fuere, lo que queda es una cinta
entretenida, que no trata al espectador como un idiota, repleta de tópicos del
género pero utilizados con bastante inteligencia, una mejor puesta en escena y
un desarrollo que no invita al bostezo.
Por el camino, la
triste pero agradecida pérdida de identidad de su responsable, un David F.
Sandberg que no abusa de las manías de realización que le han hecho famoso –es decir,
repetir una situación que acaba en el susto de turno-, apostando más por el
terror clásico y efectivo. Mejora de paso el resultado de aquella ópera prima, “Nunca
apagues la luz”, que suponía un catálogo de lo que no debe ser una propuesta de
terror. Eso sí, a costa de activar el piloto automático y venderse en cierto
modo a la industria del entretenimiento.
Pero en general, la
sensación que sigue dejando esta precuela de la precuela es la de que las
muñecas diabólicas ya no son lo que eran, de que los tiempos del mejor Chucky –el
de los 90, para entendernos- quedaron atrás, y de que seguimos estando ante una
muestra de que la idea original, aquella con la que James Wan nos aterrorizara
hace unos pocos años, no es que dé demasiado de sí. Al menos no en las manos
erróneas. Y en ese sentido, mejor volver a dejar a la muñeca en el armario.
A
favor: la apuesta de su director por un terror clásico y
efectivo
En
contra: sigue sin estar a la altura de la idea original, y
no ofrece nada nuevo salvo efectividad
Calificación
***
Merece
la pena
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