El hombre tras la cortina
Genio, visionario,
innovador, profeta… Pero también egocéntrico, déspota, manipulador. Muchas
veces, son las mentes que reúnen los mejores y los peores apelativos las que
hacen girar el mundo con cada decisión que toman. Steve Jobs era una de esas mentes. Como Alan
Turing, Pablo Picasso, o el mismísimo Dios. Jobs se permitía compararse con
todos ellos. Porque al fin y al cabo, todos compartían una característica: es
indiferente cuán despreciables fueran en la intimidad, pues su repercusión para
la historia fue tal que millones de personas seguirían adorándoles a pesar de
ello.
Esta película es un
retrato del hombre tras la imagen pública. Del padre egoísta, del ególatra que
nunca reconocía cuándo se equivocaba, del rey en su torre de marfil, convencido
de ser el ombligo del mundo. Un retrato expuesto de una manera poco explotada
por los biopics de nuestros días. Se agradece que no cuente la niñez, el
ascenso y la caída del mito. En su lugar, escoge tres momentos de su vida, el
lanzamiento de tres de sus productos estrella, y hace desfilar ante él a
amigos, ayudantes y familiares antes de salir a escena a presentar sus
creaciones.
Danny Boyle deja
aparcados sus excesos cinematográficos para darnos el que es, sin lugar a
dudas, el trabajo menos personal de toda su carrera. Sólo intuimos su mano para
el montaje y la narración en las transiciones temporales y en alguna que otra
selección musical. Pero lo hace por una razón lógica. El cineasta británico
prefiere dejar respirar a los actores, y especialmente a un Michael Fassbender
que no se preocupa por imitar a su personaje, pero que aún así borda su
interpretación, excelentemente secundado por Kate Winslet y Jeff Daniels, entre
otros.
Pero sobre todo, Boyle
sabe que en este film lo que impera es el guión. A Aaron Sorkin le bastan tres
segmentos para psicoanalizar a su protagonista, en uno de los libretos más
brillantes de los últimos tiempos. Cada frase en manos del responsable del
guión de “La red social” o la televisiva “El Ala Oeste de la Casa Blanca” es
oro puro, y el director sabe que cada línea de diálogo debe hablar por sí sola,
sin artificios ni alardes de montaje.
“Steve Jobs” es, en
resumen, más obra de Sorkin que de Boyle. Habrá quien critique esto último, por
ser un vehículo para el lucimiento del guionista y de Fassbender, en el que el
director asoma tímidamente la cabeza de vez en cuando. Habrá quien la tilde de
lenta. De hecho, no es una cinta pensada para aquellos que se duerman con
largas escenas de diálogos sin cesar. Más de uno preferirá incluso otro estilo
de biopic, y no la estructura episódica que nos propone. Pero al final resulta
muy superior a aquel telefilm de hace unos años cuyo único reclamo era el
parecido físico entre Ashton Kutcher y el hombre tras la cortina.
A
favor: Michael Fassbender, el guión de Aaron Sorkin y su
estructura
En
contra: habrá a quien le sature tanto diálogo; Danny Boyle
al servicio del guión
Calificación ****
No se la pierda
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