La fórmula Disney
A los cerebros
creativos que gobiernan Pixar les encanta eso de dar la vuelta a la realidad
que conocemos, de distorsionarla modificándola a su antojo. En ese sentido, la
escena inicial de “El viaje de Arlo” es puro Pixar. Pero no sólo en este
detalle, sino en la concepción de algunos de sus personajes, como esos T-Rex
que parecen sacados de “Buscando a Nemo” –de nuevo, Pixar jugando a su antojo
con la realidad-, o en una deliciosa estética que recrea con extremo realismo
la naturaleza, por la que deambulan unos protagonistas con un acertadísimo
toque cartoon.
Pero desgraciadamente,
la influencia de Pixar se queda en esos destellos puntuales de ingenio. Durante
todo el metraje, uno tiene la sensación de que esto ya lo ha visto antes. Y –OJO,
POSIBLE SPOILER- no tiene nada que ver con el hecho de que sea un híbrido entre
“En busca del valle encantado” y “El rey león”. Si el producto final es loable,
poco importan las referencias.
La estrategia de “El
viaje de Arlo” consiste en recuperar el aroma de los clásicos Disney, de esas maravillas
de la animación bidimensional que marcaron la infancia de muchos de nosotros.
Una fórmula anclada en el pasado que encajaría a la perfección de no ser porque
estamos tratando con un producto que lleva el sello de la responsable de
prodigios como “Up”, “Wall-E” o “Del revés”. No hay rastro del fabuloso y
maduro manejo de las emociones de las que ya ha hecho gala con anterioridad,
sino que todo obedece a unos esquemas más tradicionales, más básicos y manidos,
justamente los que la casa del ratón lleva dibujando desde toda su historia.
Y no es que estemos
ante una mala película, sino simplemente ante una película menor, de esas que,
como “Cars”, no se ciñen al modelo de la compañía ni debieron jamás salir de su
cajón de ideas. Pero además, con una escasa capacidad de sorpresa y
entretenimiento. Sí, tiene momentos tan buenos como el chute alucinógeno o la
escena en la que sus dos protagonistas se cuentan sin palabras qué le ha
ocurrido a sus familias, pero en general el conjunto es previsible y hasta
aburrido, si bien seguramente entretendrá a los más pequeños de la casa. Sabes
perfectamente cómo se va a desarrollar y a finalizar. Aquí es donde entra en
juego el guión, un libreto que ha sufrido varios cambios hasta provocar el
retraso del debut de la cinta en cines, y que supone una sucesión de gags y
momentos supuestamente divertidos, pero totalmente infantiles.
“El viaje de Arlo”
habría funcionado mucho mejor como uno de esos cortos de la factoría, y no como
un largometraje cuya hora y media llega a pesar como una losa. Un paso atrás supone
esta simpática aventura, indigna sucesora de algunas de las mejores propuestas
de animación de los últimos tiempos. Pixar es capaz de cosas mucho mejores.
A
favor: algunos toques Pixar
En
contra: es más Disney que Pixar, y aburre
Calificación **
Se deja ver
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