(The men who stare at goats)
El pelotón chiflado de los Jedi
Riquísima fuente de inspiración supuso el nombre con que Ronald Reagan apodara allá por los 80 a la Iniciativa de Defensa Estratégica al denominarla coloquialmente como “Guerra de las galaxias” en honor a la saga de “Star Wars” de la cual era un fanático. Tanto que ahora el guionista Peter Straughan, basándose en esa idea y en la novela “The men who stare at goats” de Jon Ronson, ha realizado una actualización libérrima y sobre todo pasada de LSD de la saga de George Lucas.
Y es que tras el chocante título de “Los hombres que miraban fijamente a las cabras” se esconde una visión muy particular, aplicada a los tiempos que corren, de lo que Lucas predicara en su momento como la fuerza, aquel campo de energía creado por todas las cosas vivientes, un poder metafísico capaz de crear vínculos y que da armonía a la galaxia, manteniéndonos a todos unidos. Tenemos así a un pelotón chiflado, autoconvencido de poseer verdaderos poderes Jedi tales como el control mental o neutralizar al enemigo con solo mirarle, que sirve con fines antibelicistas de promulgación de la paz y la libertad. Vamos, que hace corresponder a los caballeros del bien de Lucas con los hippies y con el New Age de una era que necesita de sus doctrinas para encontrar más que la paz una alternativa civilizada a la guerra.
A favor: un reparto totalmente entregado a la causa
En contra: es menos inteligente de lo que ella misma cree, y puede llegar a agotar
No es del todo fallida la premisa. Hasta tenemos al ex caballero jedi Ewan McGregor siguiendo con su entrenamiento, esta vez abandonando a Qui-Gon Jinn por George Clooney y a Yoda por Jeff Bridges, un trío de actores totalmente acertado que consiguen algo extraño, que sus personajes resulten más extraños que la ficción pero más reales que toda la locura que les rodea. Y como malo malísimo de la función, aliado con el Lado Oscuro, tenemos a un hilarante, y por supuesto tan convincente como el resto, Kevin Spacey.
Ha habido quienes comparan “Los hombres que miraban fijamente a las cabras” con el cine de los Coen pero sin los Coen. Quien esto escribe prefiere verla como un cruce entre la ya citada, y omnipresente, saga lucasiana y el cine de denuncia política al que nos tiene tan acostumbrados Clooney tras “Syriana” o “Tres reyes”. Aunque algo de la sátira coeniana rezuma por sus fotogramas.
Absolutamente desquiciada, absurda y lisérgica, especialmente en su tramo final, “Los hombres…” nos ofrece momentos brillantes (las sesiones del genial Bridges, aquí una proyección de otro personaje de los Coen ya bien conocido, el Gran Lebowski, son de lo mejor de la película) entre tanto desmadre. Pero por el camino presentimos estar en una fiesta que no es la nuestra, con unos actores en estado de gracia que, tan convencidos como sus personajes de poseer poderes psíquicos, defienden con uñas y dientes la propuesta, lo cual se nota, pero que a ratos puede resultar agotadora y cargante si no se está bajo los potentes efectos secundarios de una dosis de LSD diluida en agua. Incluso de estar viendo una comedia izquierdista que se sabe inteligente, pero que es menos mordaz de lo que ella misma cree. Los demás, los que se mantengan ajenos al chute que nos propone desde su comienzo, van a quedarse fuera de juego de este alegato made in Clooney. Porque no nos engañemos, él es el verdadero sith detrás de todo esto. Los demás son todos marionetas. Muy bien manejadas, eso sí.
A favor: un reparto totalmente entregado a la causa
En contra: es menos inteligente de lo que ella misma cree, y puede llegar a agotar
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