Ed Wood *****
Tras ser “expulsado” de la franquicia Batman –en realidad el estudio prefería a otro director menos personal, y le tocó a Joel Schumacher- por culpa de la extrema oscuridad formal y argumental de “Batman Vuelve”, Tim Burton acudió a Touchstone Pictures, productora afiliada a la Disney, en la cual Burton trabajó como animador no acreditado en muchas ocasiones una década antes, con un proyecto singular: llevar al cine la vida y obra del considerado peor director de la historia del cine, Edward D. Wood, Jr. Y no cuento los años de realización que costó llevar a buen puerto “Pesadilla antes de Navidad de Tim Burton”, también de la Touchstone, pues la dirigió Henry Sellick, mientras que Burton aportó simplemente su imaginería visual y la historia.
Era una etapa en la carrera de Burton muy distinta a la actual. A pesar del éxito del primer largometraje del hombre murciélago y del reconocimiento de la crítica gracias a la mágica “Eduardo Manostijeras”, Burton no gozaba del prestigio masivo y el seguimiento que medio mundo parece profesarle hoy en día. Una fiebre del público que ha llegado quizás un poco tarde, pues el inconfundible estilo burtoniano ya estaba ahí, solo que ahora lo ha pulido para adaptarlo a todo el mundo. Fijémonos por ejemplo en filmes como “Charlie y la fábrica de chocolate” o “Big Fish”, impregnadas de una atmósfera nublosa pero cristalina, vagamente luminosa, que enrarece todo el metraje, algo no visible en sus primeros trabajos. Por ello, muchos se sorprenden de que sea suya una película como “Mars Attacks!”, cuando precisamente ésta contiene su impronta personal de principio a fin.
A este período de su carrera pertenece la aún desconocida para muchos “Ed Wood”, uno de sus mejores trabajos. Burton vio “Plan 9 from outer space” y quedó horrorizado, pero a la vez cautivado. Sobre ella dijo: "Era espantosa, pero tenía algunas imágenes que nunca olvidaré". Y tenía razón. Aquel filme de Wood es un despropósito constante, con interpretaciones más acartonadas que los decorados, los cuales se caen, un montaje que mezcla sin sensación de continuidad imágenes de archivo con secuencias rodadas en momentos del día y con condiciones de luz distintas, etc. Pero a la vez es una película que se queda grabada en la memoria. Tiene un poder de atracción que posiblemente la haya convertido con los años en un film de culto, a pesar de ser considerada también la peor película de la historia del cine, y su realizador como el peor de toda la historia, gracias básicamente a esta película.
Los colores alegres siempre han estado en la filmografía burtoniana, pero para presentar justamente lo contrario que el ambiente gótico, a una sociedad enloquecida, desquiciada y burlesca. Burton siempre ha usado su ya característico estilo gótico para presentar a sus personajes más amados, a esos freaks para el resto del mundo pero a los que él humaniza. Los demás están todos locos, y pertenecen al mundo de los colores vivos.
Consciente de que haberla realizado en color habría supuesto tonos demasiado vivos para retratar al héroe de la historia, Burton optó por los tonos monocromáticos, un blanco y negro puro que al mismo tiempo la asemeja a las producciones de serie B, ya en claro declive hacia finales de los años 50.
Pero tratándose del cineasta, “Ed Wood” no podía resultar un biopic al uso. Una frase de Burton resume perfectamente el camino que sigue la película: "Me gusta el hecho de que Wood siempre fuera optimista, incluso en las peores circunstancias. ¡Estaba convencido de estar rodando Ciudadano Kane! En una de sus últimas cartas antes de morir, escribió que había vivido intensamente y que había realizado grandes películas. Y en realidad había sido abandonado y era un alcohólico. Eso es lo que me fascinó de él". Así, Burton eligió plasmar una época en la vida de Wood desde sus comienzos por abrirse camino a base de llevar sus extravagantes y patéticas ideas –proponía películas como “El fantasma se va al oeste”, para hacernos una idea de la magnitud de su ceguera mental- a las grandes productoras hasta el estreno de la película que le daría la gratuita fama que se ganó con los años, y siempre convencido de estar dirigiendo obras de arte, pasando por su paso por el teatro, con obras que servían de preludio a su falta de talento, pero no de ganas y pasión desmesurada por el cine, y su afición oculta por el travestismo.
Pero lo más acertado fue hacerlo en tono de comedia, ridiculizando a la vez que alabando a su protagonista como a otro de sus adoradas criaturas de claroscuros, ahora ayudado también por la ausencia de color. “Ed Wood” nos regala con esta premisa diálogos desternillantes como este:
-Ed: Bill, ¿qué vestido te gusta más, el rojo o el verde?
-Bill: ¿Cuál es el rojo?
-Ed: ¿Cómo dices?
-Bill: No puedo distinguirlos, soy daltónico... pero me gusta el gris marengo.
Y cómo no, muestra a un Ed Wood totalmente alejado de la realidad, convencido hasta las cejas de estar dirigiendo grandes películas como “Ciudadano Kane”, con cuyo director, Orson Welles, se permite Burton cruzar el destino en una inolvidable, e inventada para la vida del protagonista, secuencia en un bar en la que Welles le habla a Wood de la libertad que tuvo realizando su más afamada cinta y de lo mucho que vale la pena luchar por los propios sueños y no pasarse la vida realizando los sueños de otro. Burton le puso rostro a Welles a través de Vincent D’Onofrio, fantástico actor que, sinceramente, es su viva reencarnación física, la mejor que he visto en pantalla. No obstante, la voz original no es la de D’Onofrio, sino que fue doblada al no convencer al director.
Son tantos los aciertos que tiene esta película que no cabrían en una sola crítica. Burton impregna todo el metraje de un aura de film propio de la Guerra Fría, haciendo un sentido homenaje a lo que supuso el cine de esa etapa. La frase inicial de Jeffrey Jones en el ataúd, una presentación adaptada de la que su personaje realizara al comienzo del “Plan 9 from outer space” original, va seguida de unos créditos iniciales que rememoran lo que fue aquella película, en forma del travelling que suele usar Burton al comienzo de todas sus obras.
Otro de los aciertos de “Ed Wood” es el fantástico elenco que llena la pantalla. Johnny Depp, en la segunda de sus siete participaciones hasta la fecha actual con Burton, sobreactúa genialmente para encarnar al protagonista, secundado por Sarah Jessica Parker, Patricia Arquette, Bill Murray, Lisa Marie –por entonces pareja del realizador- y el citado Jeffrey Jones, entre otros. Pero por encima de todos ellos sobresale Martin Landau, que se transmuta literalmente en Béla Lugosi, quien acabó sus días adicto a las drogas, muy fáciles de conseguir para las estrellas en aquella época, y recuperado parcialmente para hacer realidad las locuras de Wood. La interpretación de Landau fue magistral, y le valió el Oscar a mejor secundario, el único galardón dorado que un actor ha conseguido en un filme de Burton, que siempre recibe nominaciones en apartados técnicos. Landau ganó igualmente el Globo de Oro y el Premio del Sindicato de Actores, quedando injustamente el trabajo de Burton en el olvido. Obtuvo también, y muy merecidamente, el Oscar al mejor maquillaje.
Por primera vez no podemos asociar la banda sonora con Danny Elfman, exhausto por su multidisciplinario papel en “Pesadilla antes de Navidad”. En su lugar, Howard Shore compuso una partitura muy propia de la serie B, incluso Z, a la que homenajea esta película, de las menos conocidas para el gran público –incluso algunos que dicen ser fans suyos la desconocen- que ahora parece sentir fascinación por la obra de Burton a raíz fundamentalmente de los últimos 10 años, pero al cual muchos ya conocíamos desde hace décadas, de las cuales “Ed Wood” se erige como su mejor película, con permiso de “Sleepy Hollow” y demás joyas sobre freaks tratados con el amor y respeto del padre de un monstruo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario