Fue el mítico Kwai Chang Caine de la serie de televisión “Kung-Fu”, papel que marcaría su posterior carrera. A pesar de ser un ignoto en las artes marciales hasta entonces, su papel de monje shaolin chino-estadounidense en dicha serie le catapultó a la fama mundial y despertó en él el interés y la afición por el kung-fu. Encasillado eternamente en el subgénero, David Carradine fue recuperado magistralmente en un papel similar gracias a Quentin Tarantino en “Kill Bill”, lo cual hizo aumentar aún más el mito.
Productor, guionista, director y compositor aparte de actor, el polifacético Carradine fue encontrado muerto el 3 de Junio en su habitación de un hotel de Bangkok, donde rodaba una nueva película, “Stretch”. La leyenda ha ido más allá, tras publicarse que dicha muerte ha ocurrido en extrañas circunstancias, hablándose de ahorcamiento, de suicidio o hasta asesinato.
Todo no hace más que alimentar y engrandecer a un gran actor de la pequeña y la gran pantalla, que trabajó en sus trabajos más serios con directores tan relevantes como Martin Scorsese, Walter Hill, Ingmar Bergman y nuestro José Luis Borau. Fue nominado en cuatro ocasiones a los Globos de Oro, galardón que siempre se le resistió, uno al Oscar y otra más al Emmy por la serie que le otorgó la fama. Algunos echamos de menos incluso una última nominación al Oscar como secundario por ser el Bill de Tarantino. Sea como fuere, un clásico que nos deja a los 72 años de edad y convertido ya antes de su muerte en todo un mito de la pantalla. Descanse en paz.
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