“Un tranvía llamado deseo”, “La ley del silencio”, “La conquista del Oeste”, “Patton”… todas tienen algo en común: en ellas participaba Karl Malden. Fue uno de mis eternos secundarios favoritos. Marcado físicamente por una complexión fuerte y una nariz rota a raíz de varios partidos de baloncesto en el instituto, donde era muy popular como estrella del equipo, era considerado un feo oficial del celuloide.
Pero lo que tenía de feo lo tenía de magnífico actor. Amigo desde sus comienzos en teatro del aún desconocido Elia Kazan, con quien trabajaría posteriormente, Malden ganó un Oscar al Mejor Actor de Reparto por su papel de Mitch en “Un tranvía llamado deseo”. En los 70 se convirtió en el teniente Mike Stone en la serie televisiva “Las calles de San Francisco”, que no hizo más que aumentar la fama que se había ganado a pulso durante las dos décadas posteriores, y donde participaba un jovencísimo Michael Douglas. Fue la época de declive del actor, cuando se le hacía cada vez más difícil encontrar papeles a pesar de la merecida reputación ganada a pulso durante las dos décadas anteriores. Aún así, realizaba apariciones fugaces en televisión, ya fuera en telefilmes (el más conocido es sin duda “El secuestro del Achille Lauro”, basada en hechos reales acerca del secuestro de un autobús escolar lleno de niños y su posterior entierro vivos en un almacén subterráneo) o en spots televisivos. Uno de sus últimos trabajos fue como invitado en “El Ala Oeste de la Casa Blanca”.
Malden fue un actor disciplinado y responsable, gran amigo y muy profesional según conocidos y compañeros de trabajo. Tras una amplia trayectoria de más de medio siglo, Karl Malden nos ha dejado a los 97 años por causas naturales mientras dormía este mismo miércoles. Descanse en paz.
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