“Creerás
que el hombre puede volar”. Ésta era la frase promocional con que se vendía la
que a día de hoy sigue siendo la película más trascendental dentro de cine de
superhéroes, por aquel entonces confinados a la serie B o a las escuetas
dimensiones de la caja tonta. Richard Donner ponía los cimientos de la primera
maravilla de DC, de lo que sería un nuevo género a explotar, uno que
sorprendería y maravillaría a toda una generación de espectadores.
No
se puede decir que “Wonder Woman” consiga el mismo objetivo que el “Superman”
de Donner. No es una película que innove ni lleve el género a otro nuevo nivel,
pero sí que durante su metraje se puede vislumbrar un sentimiento de nostalgia
hacia ella y un pulso narrativo que la alejan de lo que DC nos viene ofreciendo
desde que Zack Snyder diera el pistoletazo de salida a un nuevo universo
compartido con “El hombre de acero”. Aquí no existe la trascendencia de Nolan,
no estamos ante la oscuridad de Burton, ni ante la grandilocuencia mal
interpretada y aún menos valorada del propio Snyder.
Lo
que tenemos es una aventura épica y entretenida de más de dos horas consciente
de su esencia de blockbuster, más
enfocada al gran público que las más recientes cintas de DC, pero sin perder de
vista el tono oscuro y maduro que la editorial exige. Todo nos remite
automáticamente a lo que hace casi cuarenta años pretendía y conseguía el
realizador de “Los Goonies”, pero con el hándicap de que todo en ella ya lo
hemos visto antes, de que no ofrece nada nuevo.
Pese
a esta convencionalidad, a no destacar precisamente por su autoría, a un ¿inevitable?
tercer acto de dimensiones divinas algo desfasado con respecto al resto de la
cinta, y pese a unos efectos especiales bastante mejorables, la sensación que
deja es de satisfacción personal, de film robusto a nivel argumental, temático
y narrativo. Cumple sobradamente su doble propósito de entretener y tomarse lo
suficientemente en serio a sí misma como para presentar con solidez a su
personaje protagonista. Y además constituye todo un logro en varios frentes. En
primer lugar, por su marcado y acertado carácter feminista y humanista, que no
cae en el discurso panfletario, y en segundo lugar, porque permite la
reconciliación de gran parte de la audiencia -críticos incluidos- con DC,
después de los recientes patinazos de guión y/o montaje de “Batman v Superman”
y “Suicide Squad”.
Warner
y DC pueden estar orgullosos de esta Mujer Maravilla. De la belleza inabarcable
y el talento interpretativo de Gal Gadot, de su química en pantalla con Chris
Pine, de hacer un producto convencional y correcto pero necesario para la
compañía y consistente por sí solo, con la que se quita esa espina clavada por
culpa de las malas decisiones tomadas en los despachos de algún ejecutivo con
no demasiadas luces. No sabemos si se impondrá esta tendencia, lo cual podría
suponer una menor autoría de sus responsables, pero ya es un comienzo. Su ansiada
octava maravilla.
A favor: Gal
Gadot y la convencionalidad y corrección de la cinta, justo lo que DC
necesitaba
En contra:
un tercer acto algo desfasado y exagerado
Calificación
****
No
se la pierda
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