Esas malditas ratas
1922. Las cosas eran
distintas aquel año. Más sencillas. El mayor orgullo de un hombre eran sus
tierras. Sus tierras y una descendencia a la que dejárselas. Ésta es la
historia de aquel año, de lo que supuso para un granjero y su familia. También
es la historia de un confabulador, de un hombre que vio en su mujer a un
enemigo del que librarse por el bien de su propio progreso. Porque en 1922, las
cosas eran distintas, y deshacerse de alguien era más sencillo. O eso creía él.
2017. Sin duda el año
de Stephen King. Mientras en la gran pantalla triunfa el nuevo “It”, en las
plataformas digitales se explota el talento del maestro del terror, con Netflix
a la cabeza. Unas veces con poca fortuna –ahí está esa “La niebla”, que no ha
pasado de la primera temporada-, y otras sabiendo balancear a la perfección la
temática del autor con la historia que se cuenta.
“1922” pertenece a este
ilustro último grupo, como ya lo hiciera la recomendable “El juego de Gerald”
antes. Zack Hilditch dirige con brío, con una excelente fotografía y una
atmosférica banda sonora, este relato a medio camino entre el drama familiar, el suspense, el terror y el western, que si bien tiene sus peros de guión y montaje, como el
hecho de que las razones que motivan a su personaje principal no acaban de estar
del todo bien expuestas, sí que consigue un equilibrio de lo más loable entre
lo que quiere contar y cómo lo hace. Tomándose su tiempo, de manera pausada –quizá
demasiado, ya que tarda bastante en entrar en materia-, dando más importancia
en poner al espectador en situación que en darle lo que busca, beneficiada
además por la imponente y convincente figura de un Thomas Jane en estado de
gracia.
El cineasta ha sabido
captar a la perfección el espíritu de la obra de King. Es una historia de
terror, pero sin necesidad de recurrir a sustos ni golpes de efecto. El terror
está en otro lado, en la pesadilla que vivirá su protagonista, por esa culpa
que le corroerá por dentro. Una culpa que se extiende como un virus. Como una
plaga que afecta a todo su entorno, a los que le rodean. Como esas malditas
ratas que devoran todo a su paso, que te martillean el cerebro al otro lado de
la pared. En aquel fatídico 1922, este granjero conspirador aprendió la lección.
Esas ratas acaban alcanzándonos a todos.
A
favor: la dirección, la atmósfera, la banda sonora, la
fotografía y Thomas Jane
En
contra: alguno se desesperará por su lentitud
Calificación ***1/2
Merece mucho la pena
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