El error de Kurosawa
Akira Kurosawa se
equivocaba al asegurar que ni siquiera un buen director es capaz de sacar una
buena película de un mal guión. O al menos, se equivocaba a medias. Porque en
términos estrictamente cinematográficos, un mal guión es, como él mismo decía,
el motor con la fuerza suficiente para conseguir una expresión verdaderamente
cinemática, para conseguir una película auténtica, capaz de cruzar el fuego
como lo hace el agua. Y tenía razón en ese sentido, pero olvidaba un factor
determinante: si el producto entretiene y divierte a raudales, el guión no lo
es todo. Un requisito indispensable para aquellos que no sólo entienden el cine
como ese arte en el que guión y realización deben alcanzar unas cotas mínimas
de calidad cinematográfica, sino como un pasatiempo dedicado a espectadores no
tan sibaritas.
“Summer Camp” es el
perfecto ejemplo de cine comercial que acaba sacrificando el libreto para
asegurar toneladas de entretenimiento. Con encefalograma plano, pero
entretenimiento al fin y al cabo. Por sus escasos ochenta minutos de duración
pasan personajes mal dibujados y estereotipados, situaciones sin sentido que estos
protagonizan, cierto atisbo de previsibilidad en su desenlace y tópicos a
mansalva. Cosas, para entendernos, que suceden porque sí, por mero capricho de
sus responsables.
Es una absoluta tontería
en la que incluso se acusa, pese a la pericia tras la cámara de su director,
Alberto Marini, y a la inteligente vuelta de tuerca que da al subgénero de
infectados, alguna que otra laguna interpretativa. Pero una tontería
completamente macarra y carente de prejuicios, que sólo busca hacer pasar un
rato divertido a los amantes del género, y en general a todo aquel que se deje
llevar por ella y sepa ver más allá de sus defectos. El tipo de terror que este
país necesita, y que no arañaba desde la infravalorada e incomprendida “[·REC]: Génesis”.
La cinta perfecta para
ver entre amigos, en festivales dedicados al género, entre risas y con la complicidad
de aquellos que saben qué es lo que van a encontrar en ella. Todos los demás, los
que opinan que el guión es el pilar sobre el que sustentar una buena película,
mejor se abstengan. Porque se equivocan si creen que es la única materia prima
que necesita el cine. Igual que el maestro nipón. Quién se lo iba a decir.
A
favor: es un auténtico disfrute para los amantes del
género, y para todo aquel que no le pida más de lo que ofrece
En
contra: verla doblada, y que sus defectos no dejen a
algunos disfrutar de ella
Calificación ****
No se la pierda
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