Tres son multitud
Ver “Insidious” era
como montarse en el tren de la bruja, una montaña rusa de clichés del género
sabiamente mezclados por James Wan y Leigh Whannell. Su secuela directa suponía
una inteligente vuelta de tuerca a lo que ya habíamos visto, pasando de los
viajes astrales a los temporales sin despeinarse en absoluto, y siempre
bordeando la delgada línea que separa la verosimilitud del esperpento en forma
de espectáculo de marionetas. Juntas suponían un soplo de aire fresco a algunas
ideas ya trilladas, como las casas encantadas o los espíritus y demonios.
Por ello, tratar de
exprimir una idea que ya parecía marchita era un riesgo enorme, especialmente
sin Wan en la silla de dirección. Y lo primero que llama la atención de este
tercer capítulo es que su heredero, el propio Whannell, no se defiende nada mal
con la cámara. Consigue no repetir los esquemas y maneras de su amigo, no hay
imágenes aceleradas y en general la fotografía es efectiva, ya no parece que
asistamos a un film con fotografía tan fría y luminosa que da la sensación de estar ante un producto televisivo con mayor presupuesto.
Whannell encuentra su
propio camino como director, pero sólo desmarcándose de la estética de anteriores entregas, no porque
acuñe un estilo personal. Porque le falta la capacidad de su compañero para
recrear atmósferas y generar tensión, y en su lugar tira del susto fácil y los
tópicos del cine de terror de bajo calibre, más cercano a la reciente “Ouija”
que a “The Conjuring”, a la cual homenajea de una manera bastante graciosa.
Sin embargo, su
debilidad en la dirección podría perdonarse si hubiera sido capaz de ofrecer
algo mínimamente original. Y aquí es donde falla “Insidious: Capítulo 3”. Hay
muy poco en ella que te remueva en la butaca –quizá la figura de su villano, y
algún momento conseguido, pero que recuerdan a lo ya visto en otras películas,
como el ojo en la garganta-. Es una precuela que se contenta con ser, no con lo
que puede dar de sí. Una propuesta de espíritus típica, sin más interés que
pasar un rato entretenido –a veces, que le cuesta arrancar y tiene serios
bajones de ritmo-, y donde lo realmente relevante transcurre en su media hora
final, pero sin llegar a resultar escalofriante ni ofreciendo esa chispa de ingenio
que la haga mantener el tipo con respecto a las anteriores.
Eso sí, es un vehículo
de lucimiento para la gran Lin Shaye. La trama central de la chica que siente
la presencia de un ente maligno está de más. “Insidious: Capítulo 3” es la
película de Elise, y Shaye vuelve a ser lo que sobresale por encima de todo el
conjunto. Aún así, supone un retazo de la vida de esta médium totalmente
descafeinado, un spin-off involuntario que bien podríamos habernos ahorrado. Ya
saben, tres son multitud.
A
favor: Lin Shaye, y su tramo final
En
contra: su falta de originalidad y su terror de bajo
calibre
Calificación *1/2
No merece mucho la pena
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