El verdadero Hollywood
Espero que sus
adoradores no se me echen encima por decir esto, pero “The Room” no es una
buena película. De hecho, es mala si nos atenemos a lo estrictamente
cinematográfico. Mala dirección, caótico montaje, un guión con ínfulas de
emular a Tennessee Williams pero con alma de telenovela, escenas eróticas que
invitan al suicidio colectivo, y un nefasto actor protagonista incapaz de
pronunciar sus líneas de diálogo con un mínimo de verosimilitud.
Una calamidad de film
que parece estar mal hecho aposta. Pero una calamidad que ha acabado
convirtiéndose en pieza de culto para toda una generación. Es difícil dar una
explicación razonable al fenómeno “The Room”, y sólo es entendible si metemos
de por medio la fiebre que únicamente las redes sociales son capaces de
propagar. Para quien esto escribe, su éxito reside en el hecho de que es una
propuesta que pretende ser seria, pero que no puede ser tomada en serio en
absoluto y acaba convirtiéndose en una comedia involuntaria.
Aunque comience con la
típica advertencia de “Basada en hechos reales”, lo más loable de “The Disaster
Artist”, la crónica de cómo se gestó aquel engendro fílmico, es que acaba
erigiéndose también como una comedia involuntaria, que en ese sentido captura
el alma de su referente con asombrosa precisión. Y eso que trata el material de
referencia con respeto, sin caer en la parodia o la burla facilona.
Sin embargo, es
imposible tomarse la historia que cuenta en serio, por muy real que sea. James
Franco sabe de sobra que basta con contarla, que el público será el encargado
de reírse con ella aunque él mismo no pretenda hacer una comedia. Sin arriesgar,
con una narración de lo más convencional y haciendo que se eche de menos el
ahondar aún más en el rodaje de esa obra maestra del cine trash. Porque basta con la presencia de su Tommy Wiseau, con su
acento y sus inciertos orígenes, con algunos pasajes de su personalidad y
pasado nada claros –seguimos sin saber de dónde sacó los millones que costó hacer
su obra de culto, de qué vivía ni cómo costeaba su vida-, para que nos entre la
risa. Y nos reconocemos estupefactos al descubrir que estamos alabando a un
actor que interpreta magistralmente a un mal intérprete.
Ésa es la dualidad que
más sobresale en “The Disaster Artist”, la de un público que disfrutará
enormemente de una buena película que retrata la gestación de una mala
película. La de un drama que se convierte en comedia sin pretenderlo. La de un
actor cuya forzada encarnación de un mal actor es para quitarse el sombrero. Y
la de un relato que habla del verdadero Hollywood, de ése que sobrevive como
puede en la basura de la industria, del que triunfa solo para los paladares más
selectos.
A
favor: James Franco, su condición de comedia involuntaria,
y las incontables dualidades que esconde su relato
En
contra: su narración es convencional, se apoya únicamente
en su historia sin arriesgar
Calificación ***1/2
Merece mucho la pena
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