Espadas
y sortijas
Antes de que la serie “The Walking Dead” pusiera de
moda a los muertos vivientes, Seth Grahame-Smith pervertía el clásico de Jane
Austen situándolo en plena hecatombe zombi victoriana, en forma de parodia que
jugaba con la historia a su antojo hasta tal punto que ni la locura del rey
Jorge III podía salvarse de su influjo. Pero ahora que nos encontramos ante una
fiebre masiva de títulos televisivos y cinematográficos que tratan de explotar
con mayor o menor fortuna la temática, parecía obligatorio para el séptimo arte
llevar a la gran pantalla esta obra en forma de despreocupado divertimento para
masas no demasiado exigentes.
Y eso es “Orgullo + Prejuicio + Zombis”, un intento de
entretenimiento ligero para espectadores que no pidan mucho a la hora de
dejarse dinero en taquilla. Porque sólo de esa manera se puede disfrutar de
este despropósito en el que no priman las espadas sobre las sortijas, sino
curiosamente todo lo contrario. Hay más de “Orgullo y prejuicio” en sus minutos
de metraje que de vísceras, acción y sangre. Que la hay, pero muy mal
digitalizada. Y hay zombis, sí, pero el maquillaje digital canta a la lengua. Y
hay acción, no se preocupen, pero acaban imponiéndose y pesando esos diálogos
petulantes que intentan convertirla en un film de época. Es decir, que no
combina nada bien su pretensión de ser esto último con la de convertirse en un blockbuster digno y divertido, en el que
lo único destacable es el concepto de zombi que maneja.
Y no ayuda tampoco un reparto de actores que no está
por la labor de hacer verosímiles a sus personajes –ni Lena Headey ni Charles
Dance se salvan de la quema-, unas escenas de acción mal rodadas, el exceso de
CGI del cutre, la inclusión de más de una salida de tono para aligerar la
pesada carga que suponen sus casi 100 minutos de duración –ay, Matt Smith; ay,
esa escena de discusión entre sus dos protagonistas-, y la sensación de film
inacabado, como hecho con prisas, donde ni la iluminación de los exteriores ni
el ritmo son los adecuados.
Lo que queda es una amalgama de amoríos, de dimes y
diretes entre personajes. Los zombis están de más, no son sino una excusa para
activar la trama. De hecho, no se preocupan por ellos hasta el acto final,
cuando parece acordarse de que había algo que contar en ese sentido y deja
atrás los continuos tiras y aflojas entre sus protagonistas. Para hacer otra
nueva versión de la novela de Austen no era necesario tomar como excusa la de
Grahame-Smith. Habrá a quien le interese y vaya al cine a verla. Incluso quien
la disfrute. Pero hay que tener las expectativas realmente por los suelos para
lograrlo. Y verdaderas ganas de seguir engullendo historias sobre muertos
vivientes. Yo ya estoy servido.
A
favor: el concepto de
los zombis que maneja
En
contra: todo lo demás
Calificación *
Ni se moleste
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