Evil Dead: La trilogía ****
Tres no son multitud
Este verano, Sam Raimi volvía a sus orígenes, al terror salpicado por casquería y humor, con “Arrástrame al infierno”. Por ello, creí conveniente dedicar la película de este mes a su opera prima, “Posesión infernal”. O mejor dicho, a la trilogía completa “Evil Dead”. Así que este mes toca ración triple de película. Porque en este caso, tres no son multitud.
Hablar de “Evil Dead” es hablar de mucho más que de su director. De nuevo, tres no son multitud, y la trilogía no sería hoy posible sin la colaboración de dos personas indispensables en su historia. La primera fue el productor Robert Tapert y la segunda el actor Bruce Campbell. El trío de amigos decidió realizar un cortometraje, titulado “Within the woods”, en la cual un grupo de adolescentes bastante descerebrados quedan a merced de algo maligno que habita en el bosque y que irá poseyendo a cada uno de ellos. Con esa pieza de 30 minutos, Raimi se pasó por los despachos de productores de poca monta, con el fin de que le financiaran la versión extendida. Pero nadie apostó por la propuesta.
Los tres demostraron una infinita pasión por hacer cine cuando, sin desalentarse ante la negativa de las productoras, reunieron el dinero suficiente –apenas 350000 dólares, parte de los cuales se consiguieron exhibiendo el corto en cines locales- y montaron una productora propia, Renaissance Pictures, Ltd., con la cual realizarían la película de terror gore más salvaje, entretenida y transgresora del género por entonces, la que consiguiera que éste diera un paso adelante. Así que realizaron un casting muy rápido para encontrar a los tres actores restantes –en total serían cinco, pues se recurrió a Campbell y Ellen Sandweiss, protagonistas de “Within the woods”- y ahorrando en equipo técnico lo máximo posible. Si bien los tres amigos figuran como director, productor y actor, sus tareas durante la filmación iban desde labores de montaje y sonido –sostener el micrófono- hasta trabajos de asistencia –llevar cafés, por ejemplo-, pasando por la interpretación, aunque fuera sin frases –los pescadores que se ven al comienzo, por ejemplo, son Raimi y Talpert, y la voz demoníaca que posee a los cuerpos es del primero-. Entre los miembros del equipo se encontraba Joel Coen, ayudante de montaje por entonces de Raimi, el cual hizo un cameo en “Muerte entre las flores” y “El gran salto”, dirigida por Coen y en la que fue guionista. A su vez, los hermanos Coen escribieron el guión de la segunda película de Raimi, “Ola de crímenes, ola de risas”, y no se puede negar que “Arizona Baby” tiene ramalazos raiminianos, mientras que “Un plan sencillo” recuerda mucho a “Fargo”.
En 1979 comenzaba la filmación, durante la cual se hizo todo lo posible por ahorrar presupuesto. Por ejemplo, si alguno de los actores se ausentaba, lo cual era muy común, se recurría a amigos o parte del equipo para que aparecieran dando la espalda a la cámara en secuencias en las que no era necesario que se les viera la cara. Esta práctica se usó en el resto de la trilogía, por ejemplo cuando aparece el mismo actor multiplicado varias veces, y recibió el nombre de Fake Shemps. Se rodó en los bosques de Tennessee y en una cabaña abandonada, pero si algo evidencia la falta de dinero es el avance del mal por el bosque. Conscientes de que mostrar al ser maligno físicamente podía no resultar económicamente viable, Raimi y los suyos hicieron de la escasez una virtud y apostaron por una idea acertada y que queda como uno de los momentos álgidos y más reconocibles de “Posesión infernal”: se usó la cámara subjetiva para mostrar el avance del demonio a través del bosque.
Ya desde los primeros minutos de “Posesión infernal” la sensación es de desasosiego, de que algo maligno se avecina. Raimi acierta de lleno con el uso de la cámara, los encuadres, los primerísimos primeros planos y las tomas sobreanguladas. Todo para crear una atmósfera que va enrareciéndose a medida que avanza el metraje. Dos claros ejemplos de atmósfera perfectamente conseguida es la de la cámara siguiendo al coche en su avance por el bosque, coche del propio Raimi y que aparece en todas sus películas, o ese golpear del columpio contra la cabaña que pone los nervios de punta.
En una época en la que el slasher de “La matanza de Texas”, “Halloween” o “Las colinas tienen ojos” era el que imperaba, aparece el 1 de Enero de 1983, tres años y medio después de comenzar el rodaje de 3 meses, una película modesta, esencialmente amateur, deudora directa de todas ellas –de hecho, en el sótano puede verse un cartel del film de Craven -y de algunas otras del género –es imposible no recordar, por el asedio en el interior de una cabaña abandonada en medio del bosque, a “La noche de los muertos vivientes”-, que consiguió precisamente lo que sus creadores buscaban: transgredir el género, llevarlo más allá. Puede que hace 27 años la cinta impactara más que hoy, pero el efecto que provoca incluso hoy en día es más rotundo que las mismas películas de Romero, Craven y Carpenter juntas, a las cuales el tiempo no ha tratado de la misma manera que al filme de Raimi. Incluso me atrevería a asegurar que su mezcla de terror exagerado y salvaje y su humor socarrón –esos demonios que se ríen y juguetean como niños con los vivos en lugar de matarles directamente-, su clara inclinación hacia el splatter más que hacia el simple gore, superan con creces a las de la opera prima de Hooper. Es precisamente su marcado aroma a cine primerizo, pero con mucha imaginación y un dominio de la técnica cinematográfica por parte de Raimi, y esa mezcla de humor y terror –la película asusta realmente, y mucho- que golpea al espectador lo que hace de ella algo único, diferente. De hecho, este cambio entre horror y comedia somete al espectador a tal ataque sensorial que es imposible acomodarse al verla, ante lo cual todos responden con risas como método evasivo.
El presupuesto se fue en el cuidado maquillaje, sobresaliente para los escasos medios con los que contaba. Una clara prueba es el tramo final, en el cual los cuerpos poseídos comienzan a descomponerse en la que es una de las secuencias más desagradables que un servidor ha visto en el cine, rodada fotograma a fotograma con plastilina. El broche de oro a esta orgía, premiada por la crítica en Sitges, lo pone la secuencia final, en la cual, cuando creemos que todo ha acabado, la cámara vuelve a avanzar rápidamente por el bosque, atraviesa la cabaña y se abalanza sobre el desprevenido Ash. Una orgía sangrienta –en realidad de sangre blanquecina, hecho a posta para burlar la censura estadounidense a la que podía verse sometida por su exceso de violencia; no obstante, fue censurada en varios países, y lo que vemos hoy en día en DVD es la versión completa- y visceral tremendamente divertida que aguanta indeleble el paso de los años, y que no consiguió una amplia distribución hasta que tuvo como padrino de oro a Stephen King, que la calificó como “¡¡¡La película más ferozmente original de 1982; sin lugar a dudas!!!”. Esto provocó que se recaudaran más de dos millones de dólares, convirtiéndola en un éxito comercial. Lo que llegó después fue una legión de fans que no hizo más que crecer con el paso de los años, y el reconocimiento de su director por buena parte de la crítica.
Hablar de “Evil Dead” es hablar de mucho más que de su director. De nuevo, tres no son multitud, y la trilogía no sería hoy posible sin la colaboración de dos personas indispensables en su historia. La primera fue el productor Robert Tapert y la segunda el actor Bruce Campbell. El trío de amigos decidió realizar un cortometraje, titulado “Within the woods”, en la cual un grupo de adolescentes bastante descerebrados quedan a merced de algo maligno que habita en el bosque y que irá poseyendo a cada uno de ellos. Con esa pieza de 30 minutos, Raimi se pasó por los despachos de productores de poca monta, con el fin de que le financiaran la versión extendida. Pero nadie apostó por la propuesta.
Los tres demostraron una infinita pasión por hacer cine cuando, sin desalentarse ante la negativa de las productoras, reunieron el dinero suficiente –apenas 350000 dólares, parte de los cuales se consiguieron exhibiendo el corto en cines locales- y montaron una productora propia, Renaissance Pictures, Ltd., con la cual realizarían la película de terror gore más salvaje, entretenida y transgresora del género por entonces, la que consiguiera que éste diera un paso adelante. Así que realizaron un casting muy rápido para encontrar a los tres actores restantes –en total serían cinco, pues se recurrió a Campbell y Ellen Sandweiss, protagonistas de “Within the woods”- y ahorrando en equipo técnico lo máximo posible. Si bien los tres amigos figuran como director, productor y actor, sus tareas durante la filmación iban desde labores de montaje y sonido –sostener el micrófono- hasta trabajos de asistencia –llevar cafés, por ejemplo-, pasando por la interpretación, aunque fuera sin frases –los pescadores que se ven al comienzo, por ejemplo, son Raimi y Talpert, y la voz demoníaca que posee a los cuerpos es del primero-. Entre los miembros del equipo se encontraba Joel Coen, ayudante de montaje por entonces de Raimi, el cual hizo un cameo en “Muerte entre las flores” y “El gran salto”, dirigida por Coen y en la que fue guionista. A su vez, los hermanos Coen escribieron el guión de la segunda película de Raimi, “Ola de crímenes, ola de risas”, y no se puede negar que “Arizona Baby” tiene ramalazos raiminianos, mientras que “Un plan sencillo” recuerda mucho a “Fargo”.
En 1979 comenzaba la filmación, durante la cual se hizo todo lo posible por ahorrar presupuesto. Por ejemplo, si alguno de los actores se ausentaba, lo cual era muy común, se recurría a amigos o parte del equipo para que aparecieran dando la espalda a la cámara en secuencias en las que no era necesario que se les viera la cara. Esta práctica se usó en el resto de la trilogía, por ejemplo cuando aparece el mismo actor multiplicado varias veces, y recibió el nombre de Fake Shemps. Se rodó en los bosques de Tennessee y en una cabaña abandonada, pero si algo evidencia la falta de dinero es el avance del mal por el bosque. Conscientes de que mostrar al ser maligno físicamente podía no resultar económicamente viable, Raimi y los suyos hicieron de la escasez una virtud y apostaron por una idea acertada y que queda como uno de los momentos álgidos y más reconocibles de “Posesión infernal”: se usó la cámara subjetiva para mostrar el avance del demonio a través del bosque.
Ya desde los primeros minutos de “Posesión infernal” la sensación es de desasosiego, de que algo maligno se avecina. Raimi acierta de lleno con el uso de la cámara, los encuadres, los primerísimos primeros planos y las tomas sobreanguladas. Todo para crear una atmósfera que va enrareciéndose a medida que avanza el metraje. Dos claros ejemplos de atmósfera perfectamente conseguida es la de la cámara siguiendo al coche en su avance por el bosque, coche del propio Raimi y que aparece en todas sus películas, o ese golpear del columpio contra la cabaña que pone los nervios de punta.
En una época en la que el slasher de “La matanza de Texas”, “Halloween” o “Las colinas tienen ojos” era el que imperaba, aparece el 1 de Enero de 1983, tres años y medio después de comenzar el rodaje de 3 meses, una película modesta, esencialmente amateur, deudora directa de todas ellas –de hecho, en el sótano puede verse un cartel del film de Craven -y de algunas otras del género –es imposible no recordar, por el asedio en el interior de una cabaña abandonada en medio del bosque, a “La noche de los muertos vivientes”-, que consiguió precisamente lo que sus creadores buscaban: transgredir el género, llevarlo más allá. Puede que hace 27 años la cinta impactara más que hoy, pero el efecto que provoca incluso hoy en día es más rotundo que las mismas películas de Romero, Craven y Carpenter juntas, a las cuales el tiempo no ha tratado de la misma manera que al filme de Raimi. Incluso me atrevería a asegurar que su mezcla de terror exagerado y salvaje y su humor socarrón –esos demonios que se ríen y juguetean como niños con los vivos en lugar de matarles directamente-, su clara inclinación hacia el splatter más que hacia el simple gore, superan con creces a las de la opera prima de Hooper. Es precisamente su marcado aroma a cine primerizo, pero con mucha imaginación y un dominio de la técnica cinematográfica por parte de Raimi, y esa mezcla de humor y terror –la película asusta realmente, y mucho- que golpea al espectador lo que hace de ella algo único, diferente. De hecho, este cambio entre horror y comedia somete al espectador a tal ataque sensorial que es imposible acomodarse al verla, ante lo cual todos responden con risas como método evasivo.
El presupuesto se fue en el cuidado maquillaje, sobresaliente para los escasos medios con los que contaba. Una clara prueba es el tramo final, en el cual los cuerpos poseídos comienzan a descomponerse en la que es una de las secuencias más desagradables que un servidor ha visto en el cine, rodada fotograma a fotograma con plastilina. El broche de oro a esta orgía, premiada por la crítica en Sitges, lo pone la secuencia final, en la cual, cuando creemos que todo ha acabado, la cámara vuelve a avanzar rápidamente por el bosque, atraviesa la cabaña y se abalanza sobre el desprevenido Ash. Una orgía sangrienta –en realidad de sangre blanquecina, hecho a posta para burlar la censura estadounidense a la que podía verse sometida por su exceso de violencia; no obstante, fue censurada en varios países, y lo que vemos hoy en día en DVD es la versión completa- y visceral tremendamente divertida que aguanta indeleble el paso de los años, y que no consiguió una amplia distribución hasta que tuvo como padrino de oro a Stephen King, que la calificó como “¡¡¡La película más ferozmente original de 1982; sin lugar a dudas!!!”. Esto provocó que se recaudaran más de dos millones de dólares, convirtiéndola en un éxito comercial. Lo que llegó después fue una legión de fans que no hizo más que crecer con el paso de los años, y el reconocimiento de su director por buena parte de la crítica.
Si bien “Posesión infernal” se declaraba abiertamente rabiosa y original, además de ser más terrorífica que cómica, su secuela, que llegó 5 años después, cambiaría de tercio en cuanto al planteamiento de partida. De este modo, se sustituyó el splatter por el slapstick y se dio más protagonismo a Bruce Campbell, ya convertido en actor fetiche del realizador. Éste, a su vez, demostró su afición por el cartoon, algo que se puede comprobar tanto en el uso de la cámara, que consigue efectos realmente guiñolescos, como en la vertiente cómica de su protagonista, que sufre golpes mortales pero los sobrelleva como un auténtico muñeco, poniendo siempre a prueba las capacidades físicas, y faciales, de un Campbell tan sobreactuado como genial.
Así, con un presupuesto mayor -3 millones y medio de dólares-, lo cual hizo posible unos mejores efectos especiales, Raimi dirigió “Evil Dead II”, aquí titulada simplemente como “Terroríficamente muertos”. En realidad se trata de un pseudo-remake, por llamarlo de alguna manera, de la anterior. Sus responsables cambiaron la historia. En el resumen que el protagonista Ash hace al comienzo cuenta cómo solamente él y su novia llegaron a la cabaña y descubrieron un libro y una grabación, la cual contenía los ritos para despertar a algo maligno que yacía aletargado en el bosque y darle la posibilidad de poseer a los vivos, lo cual choca con la historia de los cinco amigos que se van de vacaciones a una casa perdida en medio del bosque. Donde sí empata esta secuela/remake es a partir del punto en que Ash es atacado por el ente maligno, repitiéndose la misma secuencia final de su predecesora. A partir de aquí encaja “Terroríficamente muertos” si nos olvidamos del resumen inicial.
El eje que motiva toda la demencia en la cual se ve envuelta la película es la lectura del libro. Si bien en “Posesión infernal” no se le daba nombre, ahora sabemos que es el Necronomicón Ex Mortis, o “Libro de los muertos” –así se iba a llamar inicialmente la primera entrega, pero se descartó por falta de tirón comercial-, un manuscrito forrado con piel humana y escrito con sangre por las fuerzas de las tinieblas. Llegados a este punto cabe realizar una puntualización. Siempre se ha identificado este libro ficticio de la película con el que ideara H.P. Lovecraft, algo lógico pues el nombre del mismo es similar y ambos aseguran describir ritos para devolver a los muertos y los demonios a nuestro mundo. No obstante, ni “Posesión infernal” es lovecraftiana, ni el Necronomicón que aquí se usa es el de Lovecraft. Ello lo evidencia el que nunca se mencione al autor en la película, ni lo hayan hecho sus responsables, así como la diferencia de intenciones de ambas obras: si bien la de Lovecraft es más psicológica y atmosférica, la de Raimi es más visceral y sangrienta. Puede establecerse cierto paralelismo, pero es conveniente separar ambas fuentes.
La idea aquí es clara: buscar el humor a través de la exageración, lo que la distancia de la anterior. Sin duda una de las secuencias más surrealistas se produce cuando la mano de Ash es poseída, convirtiéndose en juguetona y apaleando a su dueño en la más pura tradición del cine mudo –esta amputación hará que la reemplace por una sierra eléctrica, un arma humana más original si cabe que la reciente pierna-metralleta de “Planet Terror”-. De nuevo el grupo de actores es reducido –a Campbell se unirán tres actores más, más algunos figurantes- y el objetivo será más divertir y hacer reír que aterrar. Fue este cambio de tono en la trilogía lo que hizo que a algunos les costara captar la idea desde el principio. No obstante, la película funcionó relativamente bien en taquilla, aunque no tanto como la primera parte. Fue con el paso de los años que “Terroríficamente muertos” ha alcanzado el status de obra maestra, llegando incluso para algunos a superar a la anterior. Desde mi punto de vista no deja de ser divertida, pero es claramente inferior a la primera “Evil Dead”.
Aún así, “Terroríficamente muertos” es la perfecta transición entre la primera y la hasta ahora última entrega, titulada “El ejército de las tinieblas” –o más bien debería decir “Bruce Campbell contra El ejército de las tinieblas”, como rezan los créditos-, estrenada en 1992. Del terror con reminiscencias humorísticas pasamos al humor con pinceladas gore. Ahora la demencia es total, y el comienzo, salvo pequeños detalles, encaja con el final de la anterior. Ash, ya convertido en héroe bastante torpe, ha abierto el vórtice que llevará al demonio, el cual ya hemos visto físicamente en “Evil Dead II”, a su época. Así, nuestro protagonista se verá transportado junto a su coche –o debería decir el del director- a la época medieval, donde se convertirá en el elegido para librar a la humanidad de las fuerzas del mal. Para ello deberá conseguir el Necronomicón, pero cuidando recitar las palabras KlaatuVerata Nikto –la misma frase que servía para desactivar al robot en “Ultimátum a la Tierra-, o despertará al ejército de las tinieblas. Como es de esperar, Ash no recuerda la última palabra, y al recitar mal el conjuro el ejército, integrado por una horda de esqueletos deudora del maestro Ray Harryhausen, despierta de sus tumbas y comienza una batalla épica que ríanse del Abismo de Helm –sí, me divertí más con esta batalla que con la de Peter Jackson-.Así, con un presupuesto mayor -3 millones y medio de dólares-, lo cual hizo posible unos mejores efectos especiales, Raimi dirigió “Evil Dead II”, aquí titulada simplemente como “Terroríficamente muertos”. En realidad se trata de un pseudo-remake, por llamarlo de alguna manera, de la anterior. Sus responsables cambiaron la historia. En el resumen que el protagonista Ash hace al comienzo cuenta cómo solamente él y su novia llegaron a la cabaña y descubrieron un libro y una grabación, la cual contenía los ritos para despertar a algo maligno que yacía aletargado en el bosque y darle la posibilidad de poseer a los vivos, lo cual choca con la historia de los cinco amigos que se van de vacaciones a una casa perdida en medio del bosque. Donde sí empata esta secuela/remake es a partir del punto en que Ash es atacado por el ente maligno, repitiéndose la misma secuencia final de su predecesora. A partir de aquí encaja “Terroríficamente muertos” si nos olvidamos del resumen inicial.
El eje que motiva toda la demencia en la cual se ve envuelta la película es la lectura del libro. Si bien en “Posesión infernal” no se le daba nombre, ahora sabemos que es el Necronomicón Ex Mortis, o “Libro de los muertos” –así se iba a llamar inicialmente la primera entrega, pero se descartó por falta de tirón comercial-, un manuscrito forrado con piel humana y escrito con sangre por las fuerzas de las tinieblas. Llegados a este punto cabe realizar una puntualización. Siempre se ha identificado este libro ficticio de la película con el que ideara H.P. Lovecraft, algo lógico pues el nombre del mismo es similar y ambos aseguran describir ritos para devolver a los muertos y los demonios a nuestro mundo. No obstante, ni “Posesión infernal” es lovecraftiana, ni el Necronomicón que aquí se usa es el de Lovecraft. Ello lo evidencia el que nunca se mencione al autor en la película, ni lo hayan hecho sus responsables, así como la diferencia de intenciones de ambas obras: si bien la de Lovecraft es más psicológica y atmosférica, la de Raimi es más visceral y sangrienta. Puede establecerse cierto paralelismo, pero es conveniente separar ambas fuentes.
La idea aquí es clara: buscar el humor a través de la exageración, lo que la distancia de la anterior. Sin duda una de las secuencias más surrealistas se produce cuando la mano de Ash es poseída, convirtiéndose en juguetona y apaleando a su dueño en la más pura tradición del cine mudo –esta amputación hará que la reemplace por una sierra eléctrica, un arma humana más original si cabe que la reciente pierna-metralleta de “Planet Terror”-. De nuevo el grupo de actores es reducido –a Campbell se unirán tres actores más, más algunos figurantes- y el objetivo será más divertir y hacer reír que aterrar. Fue este cambio de tono en la trilogía lo que hizo que a algunos les costara captar la idea desde el principio. No obstante, la película funcionó relativamente bien en taquilla, aunque no tanto como la primera parte. Fue con el paso de los años que “Terroríficamente muertos” ha alcanzado el status de obra maestra, llegando incluso para algunos a superar a la anterior. Desde mi punto de vista no deja de ser divertida, pero es claramente inferior a la primera “Evil Dead”.
Raimi consigue con esta tercera entrega una aventura muy divertida, en mi opinión superior a la anterior pero nunca por encima de la primera, que apuesta más por el humor y la épica que por el terror. De nuevo exagera hasta el límite las capacidades de Bruce Campbell, ya convertido aquí en ídolo de fans y en un referente claro del género, y logra una fastuosa ambientación gracias a su holgado presupuesto de poco más de 11 millones de dólares, apadrinados por todo un clásico, Dino de Laurentiis. Recurre de nuevo en la música a Joseph LoDuca, a quien acompaña el tema central “March of the Dead” compuesto por Danny Elfman y que acompaña al ejército de muertos, mientras que firma el guión esta vez junto a su hermano Ivan Raimi. Otro hermano de Raimi, Ted, aparece en la película interpretando hasta cuatro papeles distintos. Ted Raimi, al que habrán podido ver como secundario en numerosas películas, también aparecía en las dos anteriores películas de la trilogía, y normalmente es quien realizaba los Fake Shemps. En “Evil dead II”, por ejemplo, se encontraba bajo el enorme traje de látex de la Henrietta poseída. El paso por cines de la cinta fue más bien modesto, especialmente en España, pero su fama ha aumentado con el paso de los años, hasta el punto de generar un cómic.
Durante mucho tiempo se ha hablado de una posible cuarta entrega de la saga, con Ash siendo transportado a un futuro apocalíptico –de hecho era así como iba a acabar “El ejército de las tinieblas”-. Por ahora tendremos que conformarnos con estas tres películas que demuestran que tres no son multitud. Desgraciadamente, con el paso de los años el estilo de Raimi fue domesticándose según los requerimientos de la industria. Su mano se dejó ver tímidamente en la secuencia de la operación al Dr. Octopus en “Spiderman 2”, y de vez en cuando podemos ver algo de su inconfundible manera de mover la cámara y jugar con los encuadres. Casi lo consigue con su último trabajo, “Arrástrame el infierno”, pero en ésta se nota que está a merced de un gran estudio y no puede hacer gala de toda su mala baba. Lo próximo que tiene en mente es, aparte de la siguiente entrega del hombre araña, una adaptación del juego “World of Warcraft”. Otro intento de amansar a la bestia que lleva dentro. Esperemos que, como mínimo, nos recuerde al Raimi de “El ejército de las tinieblas”.
Enlaces de descarga
Posesión infernal
El ejército de las tinieblas
(La contraseña para los archivos .rar es: rub3n
Enlaces extraídos de www.taringa.net. Gracias al usuario rub3n)
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Cortometraje Within the Woods (V.O.+subtítulos)
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Posesión infernal ****
(The Evil Dead)
1981, EE UU
Director: Sam Raimi
Productor: Robert G. Tapert
Productores ejecutivos: Bruce Campbell, Sam Raimi, R.G. Tapert
Música: Joseph LoDuca
Fotografía: Tim Philo
Guión: Sam Raimi
Intérpretes: Bruce Campbell, Ellen Sandweiss, Betsy Baker, Hal
Delrich, Sarah York
Fecha de estreno en EE UU: 1/1/1983
Fecha de reestreno en España: 18/5/2003
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1981, EE UU
Director: Sam Raimi
Productor: Robert G. Tapert
Productores ejecutivos: Bruce Campbell, Sam Raimi, R.G. Tapert
Música: Joseph LoDuca
Fotografía: Tim Philo
Guión: Sam Raimi
Intérpretes: Bruce Campbell, Ellen Sandweiss, Betsy Baker, Hal
Delrich, Sarah York
Fecha de estreno en EE UU: 1/1/1983
Fecha de reestreno en España: 18/5/2003
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Terroríficamente muertos ***1/2
(Evil Dead II)
1987, EE UU
Director: Sam Raimi
Productor: Robert G. Tapert
Co-productor: Gary Holt
Productores ejecutivos: Alex DeBenedetti, Irvin Shapiro
Música: Joseph LoDuca
Fotografía: Peter Deming
Guión: Sam Raimi, Scott Spiegel
Intérpretes: Bruce Campbell, Sarah Berry, Danny Hicks,
Kassie DePaiva, Ted Raimi, Denise Bixler, Richard Domeier
Fecha de estreno en EE UU: 13/3/1987
Fecha de estreno en España: 1988
1987, EE UU
Director: Sam Raimi
Productor: Robert G. Tapert
Co-productor: Gary Holt
Productores ejecutivos: Alex DeBenedetti, Irvin Shapiro
Música: Joseph LoDuca
Fotografía: Peter Deming
Guión: Sam Raimi, Scott Spiegel
Intérpretes: Bruce Campbell, Sarah Berry, Danny Hicks,
Kassie DePaiva, Ted Raimi, Denise Bixler, Richard Domeier
Fecha de estreno en EE UU: 13/3/1987
Fecha de estreno en España: 1988
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El ejército de las tinieblas ****
(Army of Darkness)
1992, EE UU
Director: Sam Raimi
Productor: Robert G. Tapert
Co-productor: Bruce Campbell
Productor ejecutivo:Dino de Laurentiis
Música: Joseph LoDuca, Danny Elfman
Fotografía: Bill Pope
Guión: Sam Raimi, Ivan Raimi
Intérpretes: Bruce Campbell, Embeth Davidtz, Marcus Gilbert,
Ian Abercrombie, Richard Grove, Timothy Patrick Quill, Bridget
Fonda, Ted Raimi
Fecha de estreno en EE UU: 19/2/1993
1992, EE UU
Director: Sam Raimi
Productor: Robert G. Tapert
Co-productor: Bruce Campbell
Productor ejecutivo:Dino de Laurentiis
Música: Joseph LoDuca, Danny Elfman
Fotografía: Bill Pope
Guión: Sam Raimi, Ivan Raimi
Intérpretes: Bruce Campbell, Embeth Davidtz, Marcus Gilbert,
Ian Abercrombie, Richard Grove, Timothy Patrick Quill, Bridget
Fonda, Ted Raimi
Fecha de estreno en EE UU: 19/2/1993
2 comentarios:
La primera me encanta, las otras sin más, pensando incluso que están sobrevaloradas. Me quedo con el splastick de Jackson. Pero Evil Dead obra maestra.
Un plan sencillo también me pareció la ostia cuando la vi.
Yo veo a la segunda parte sobrevalorada, pero entretenida. La tercera entrega sí me parece genial. Pero ambas siempre por debajo de Evil Dead. Y Un plan sencillo la vi en su momento y solo podía pensar en Fargo, y como cualquier comparación es odiosa... Tendré que verla de nuevo, a ver si me deslumbra como a ti.
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