Desde el año en que Rosa María Sardá presentó la ceremonia no recuerdo una gala de los Goya tan amena como la de anoche, a pesar de las continuas, largas e imprevistas –tanto que hasta sonaba a diferido-, pausas publicitarias de La 1. Hubo reparto equitativo de premios, pero la mayoría esperados. No se pudo leer expresión de sorpresa en los gestos de Pe, Benicio hizo acto deslumbrante de presencia, a pesar de un discurso un tanto improvisado e ininteligible, Cuerda aceptó honrado el único galardón de su película al gran Rafael Azcona y la Academia volvió a usar una película de Díaz Yanes como relleno en las nominaciones. Sobre el escenario desfilaron con su estatuilla, descontando la que Javi Gutiérrez largó al suelo, nombres tan emblemáticos de nuestro cine como Roque Baños o Lala Huete.
“Los girasoles ciegos”, con sus 15 candidaturas, sonaba no como favorita, sino como el gran señuelo de la noche. Todo apuntaba a que Fesser encontraría su camino este año, las chicas de Tano no pudieron caminar salvo en la categoría de fotografía, y los girasoles anduvieron tan ciegos que vieron cómo se les escapaban nada más y nada menos que 14 premios. En cuanto a “Los crímenes de Oxford”, mi favorita entre las principales, se tuvo que conformar con tres galardones. Merecidísimos, por supuesto.
Gran acierto el de Carmen Machi, y sus innumerables vestidos, y los chicos de Muchachada Nui como anfitriones. Memorable el beso Machi-Coronado, Millán-Machi y ¡Millán-Coronado! Y es que Coronado pone mucho… Por primera vez me reí con la ceremonia y no tanto de la ceremonia. Y entre los errores, el de los infames efectos especiales de la secuela de Mortadelo y Filemón y el de dirección novel para Vigalondo, quien protagonizó un gran momento, que terminó de estropear con un chiste que casi nadie entendió y totalmente fuera de guión, al salir junto a Bayona ataviado cada uno de un personaje de la película del otro. Y volvió a repetirse lo mismo de todos los años: un orden en la entrega bastante ilógico (¿por qué se entregó primero el de actor de reparto y a menos de mitad de la gala el de actriz?) y la estructura tan esquemática de sketch seguido de dos galardones.
Y a pesar de estar mal situado el momento, apareció el señor Franco. Hombre de pocas palabras pero punzante donde los haya, aprovechó para hablar del exilio y de no estar de acuerdo con la mención, y agradeció el premio a todas aquellas chavalas (el maestro hizo una pausa para permitir al público reírse) y chavales (cesaron las risas, el maestro les había tomado el pelo a todos) que están comenzando.
Yo opto porque escojan a la Machi como presentadora para el año que viene. Pero por favor, que hagan a Ángeles González Sinde aprenderse su guión, que obvien a Amenábar una vez más para entregar un Goya, y que, a ser posible, hagan las paces con Almodóvar. Aunque eso, me temo, es bastante difícil.
NOTA: Se busca el Goya al Mejor Documental, que fue robado a Albert Solé tras la ceremonia.
“Los girasoles ciegos”, con sus 15 candidaturas, sonaba no como favorita, sino como el gran señuelo de la noche. Todo apuntaba a que Fesser encontraría su camino este año, las chicas de Tano no pudieron caminar salvo en la categoría de fotografía, y los girasoles anduvieron tan ciegos que vieron cómo se les escapaban nada más y nada menos que 14 premios. En cuanto a “Los crímenes de Oxford”, mi favorita entre las principales, se tuvo que conformar con tres galardones. Merecidísimos, por supuesto.
Gran acierto el de Carmen Machi, y sus innumerables vestidos, y los chicos de Muchachada Nui como anfitriones. Memorable el beso Machi-Coronado, Millán-Machi y ¡Millán-Coronado! Y es que Coronado pone mucho… Por primera vez me reí con la ceremonia y no tanto de la ceremonia. Y entre los errores, el de los infames efectos especiales de la secuela de Mortadelo y Filemón y el de dirección novel para Vigalondo, quien protagonizó un gran momento, que terminó de estropear con un chiste que casi nadie entendió y totalmente fuera de guión, al salir junto a Bayona ataviado cada uno de un personaje de la película del otro. Y volvió a repetirse lo mismo de todos los años: un orden en la entrega bastante ilógico (¿por qué se entregó primero el de actor de reparto y a menos de mitad de la gala el de actriz?) y la estructura tan esquemática de sketch seguido de dos galardones.
Y a pesar de estar mal situado el momento, apareció el señor Franco. Hombre de pocas palabras pero punzante donde los haya, aprovechó para hablar del exilio y de no estar de acuerdo con la mención, y agradeció el premio a todas aquellas chavalas (el maestro hizo una pausa para permitir al público reírse) y chavales (cesaron las risas, el maestro les había tomado el pelo a todos) que están comenzando.
Yo opto porque escojan a la Machi como presentadora para el año que viene. Pero por favor, que hagan a Ángeles González Sinde aprenderse su guión, que obvien a Amenábar una vez más para entregar un Goya, y que, a ser posible, hagan las paces con Almodóvar. Aunque eso, me temo, es bastante difícil.
NOTA: Se busca el Goya al Mejor Documental, que fue robado a Albert Solé tras la ceremonia.
6 comentarios:
Ya encontraron el Goya, lo tenía un crítico en paro.
JAJAJAJA!!
Yo de mayor quiero un Goya.
Ya encontraron el Goya, lo tenía un crítico en paro.
JAJAJAJA!!
Yo de mayor quiero un Goya.
Qué fiera Jess
Jaja y yo creyendo que lo tenía Corbacho mandado por El Follonero... por algo decía que se había pasado...
Qué es la que quemó Vigalondo que todo el mundo dice que quedó bastante mal...
Es una pregunta, que me olvidé de las interrogaciones jeje
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