miércoles, 20 de junio de 2007

STAR WARS: 30º ANIVERSARIO

Episodio II: Todo son problemas.

Parte 1: La preproducción

Marzo de 1977. A pocos meses del estreno de “La guerra de las galaxias”, el episodio con el que se abría la saga, George Lucas decide hacer una proyección especial para un grupo de amigos de lo montado hasta la fecha, montaje en el cual faltan las escenas más espectaculares. Entre esos amigos está el hombre que confió en él desde el principio, el productor Alan Ladd, que mantuvo su firme idea de promover el proyecto tras ver la cinta, y los también directores Brian de Palma y Steven Spielberg, recién salido este último del éxito de “Tiburón” y con los ojos puestos ya en “Encuentros en la tercera fase”. Tras el pase inicial se hizo el silencio, y fue de Palma quien lo rompió afirmando que aquello no había quien lo entendiera. Pero Spielberg, que bien sabemos tiene un olfato indiscutible para los taquillazos, apoyó a Lucas argumentando que tenía entre manos una joya que si sabía explotar convenientemente se convertiría en todo un clásico del séptimo arte y en un producto más que rentable.

Todo lo que vino después quedó en manos del público, pero la misma realización de “La guerra de las galaxias” supuso una empresa equiparable a la de liberar a la galaxia del yugo del malvado emperador Palpatine. El primer bache a solucionar era el de los efectos especiales, imprescindibles en una película de ciencia-ficción de la envergadura del “Star Wars” que Lucas tenía en mente. El gran problema era que los departamentos de efectos especiales de los estudios, dado el coste de los mismos y su desuso por el cambio de gustos del público durante los 70 hacia un cine más realista, habían desaparecido. Pero una vez fundada su propia productora la idea era sencilla: fundar también su propia empresa de efectos especiales. Fue así como nació en 1975 la famosa ILM (Industrial Light and Magic), que no ha dejado de perfeccionarse con los años y que ha sido responsable, entre otras, de las criaturas digitales de “Parque Jurásico” o la reciente trilogía de “Star Wars”.

ILM la formaban profesionales de la publicidad ávidos de evolucionar en la dirección artística del cine y que soñaban con llegar a ser directores de cine algún día. De hecho, algunos de ellos, como el por entonces director de arte y efectos visuales, además de dibujante, Joe Johnston - director de “Jumanji” y “Parque Jurásico III” -, lo consiguieron. Empezando de cero en un almacén cerca de un aeropuerto, se definieron estratégicamente dos grupos. Uno de ellos, supervisado por el cámara de efectos John Dykstra, hizo evolucionar el concepto de control de movimiento para generar elementos múltiples de la película, y el otro se encargaba de construir las maquetas de naves a partir de cartón y piezas y siguiendo los bocetos de Johnston.

Solventado el problema de la financiación y los efectos, y ya montada toda la idea en la cabeza de su creador, restaba elegir a los actores. En ello ayudó Brian de Palma, quien también buscaba a los protagonistas de Carrie. Muchos fueron los aspirantes para el papel de Han Solo, el cínico cazafortunas que tuvo el rostro en las pruebas de actores como Kurt Russell, Nick Nolte o Christopher Walken. Pero Lucas quería actores más desconocidos en contra del consejo de Francis Ford Coppola de usar actores de teatro y cine de cierto renombre como ya había hecho en “El Padrino”. Tuvo clara la elección casi desde el principio. Había puesto sus ojos encima de un actor que ya había trabajado a sus órdenes en su anterior película, “American Graffiti”, llamado Harrison Ford. Sin embargo, Ford era bastante reacio a interpretarlo, y por ello Lucas le llamó como amigo para que diera la réplica a los demás aspirantes en las pruebas. Fue así como Ford se ganó su papel dándole el aire de mercenario socarrón que ya se ha convertido en una leyenda. Para el papel del provisional Luke Starkiller Lucas buscaba a un joven actor que fuera capaz de dar al personaje esa aura íntegra pero casual que tanto buscaba. Lo encontró en Mark Hamill, rostro desconocido que se prodigaba hasta entonces en televisión. Curiosamente, para el papel de Leia Organa hubo un cruce de actrices entre directores. A las pruebas había acudido la actriz Carrie Fisher, hija de Debbie Reynolds (“Cantando bajo la lluvia”), en la que de Palma se fijó de inmediato para el papel de la protagonista de Carrie. Pero a Fisher no le sedujo el papel y para propia sorpresa de Lucas aportó la seguridad y fuerza que buscaba para la princesa Leia. Para el mismo papel se presentaron Jodie Foster y Sissy Spacek, quien finalmente fue la protagonista de la adaptación que de la novela de Stephen King estaba preparando de Palma.

Pero el consejo de Coppola acerca de los actores tenía una base bien fundamentada: la Fox, al igual que cualquier otro estudio que pida éxito y solvencia interpretativa, le terminaría exigiendo a Lucas algún rostro conocido entre tanto debutante. Por ello, el director pensó para Obi Wan Kenobi en el actor oriental Toshiro Mifune, famoso por trabajar a las órdenes de su ídolo Akira Kurosawa. Pero finalmente el papel atrajo a una eminencia, Sir Alec Guiness, por la idea de interpretar a un mentor en una historia moral de la lucha entre el Bien y el Mal. Eso sí, Guiness vio también en la película un éxito y pidió un 2.25% de los beneficios. Trasladado a Londres para hacer uso de los estudios con las dimensiones necesarias en las que dar rienda suelta al universo que había creado, Lucas prosiguió allí el casting y encontró a todo un clásico para interpretar a la mano derecha de Darth Vader, el gobernador Moff Tarkin. Peter Cushing, ese gran actor que junto a Christopher Lee, quien paradójicamente terminaría trabajando en la nueva trilogía de “Star Wars”, había cosechado algunos de los mayores éxitos de la productora de cine de terror Hammer. De la Hammer fue también David Prowse (en la foto anterior en la serie "Champions"), un campeón de culturismo que prestaría su físico, pero no su voz - para ello se eligió a alguien que impusiera mayor autoridad, resultando elegido de entrada otro grande, James Earl Jones -, al malvado Darth Vader. Para finalizar el casting principal, el mayor reto fue encontrar a dos actores con suficiente altura como para encarnar a Chewbacca y R2-D2. Para el primero, y evitando la necesidad de caminar con incómodas plataformas, se eligió a un camillero de hospital de 2.20 metros de altura llamado Peter Mayhew (en la foto al comienzo de esta línea). Para el segundo, en cambio, decidieron buscar a un actor de poca estatura pero una imaginación suficiente para travestirse incluso de un robot con movimientos tan circulares y complicados como los del compañero de C-3PO. Kenny Baker, un cómico experto en encajarse en disfraces de perros y gatos y que medía un metro de altura, solamente hizo una prueba. En ella Lucas le pidió que se metiera en el robot e hiciera que estaba feliz. En el momento que Baker comenzó su caracterización tal y como el director le había especificado el papel fue suyo, y quedó establecido cómo R2-D2 iba a moverse durante toda la película y en entregas posteriores.

Una vez completado el reparto quedaron pequeños detalles de preproducción tales como el cambio en el apellido de Luke, que pasaría de Starkiller a Skywalker, y el cambio del director de fotografía de “2001: Una odisea del espacio” Geoffrey Unsworth por el de “¿Teléfono rojo? Volamos hacia Moscú” Gildert Taylor (ambas películas de Kubrick, íntimo amigo de Spielberg que sin embargo detestaba a George Lucas, al que consideraba un niño mimado que sólo deseaba dinero) por motivos de indisponibilidad del primero. Pero los problemas no habían hecho más que empezar.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Interesante que las anecdotas de esta producción, aunque parezca que has leido mucho acerca de ello, siempre salen muchas que desconocia.

El Cinéfago dijo...

Hasta yo mismo me asombré de la de anécdotas que encontré por ahí. Gracias por tu fidelidad al weblog.

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