viernes, 9 de mayo de 2014

LA CRÍTICA: Snowpiercer (Rompenieves)

Hacia adelante
Quizá no imaginaran Jacques Lob and Jean-Marc Rochette al crear “Le Transcerceneige”, una de esas reliquias del mundo del cómic que la mayoría descubren cuando a algún cineasta iluminado se le ocurre que es buena idea llevarlo a la gran pantalla, que el cataclismo que describían en sus páginas lo mismo podía ser producido por una guerra mundial que por el calentamiento global.  Pero ahí está igualmente ese Rompenieves, ese mastodonte metálico erigido como el arca de un tal Wildford que pretendía salvar lo poco que quedaba de la Humanidad haciéndola avanzar en la misma dirección que un tren que no se detiene jamás, pero no necesariamente en el mismo sentido que éste.

Las causas poco importan. Lo que realmente cuenta es que lo poco que queda de los seres humanos está confinado entre sus paredes. Una estructura que no es más que el reflejo de un mundo, el que hemos construido nosotros mismos. Los pobres a la cola, malviviendo y reticentes a aceptar su lugar en una sociedad levantada sobre cimientos totalitaristas. Los ricos a la cabeza, aprovechando el trabajo de los primeros. Y entre ambos grupos, kilométricas hileras de vagones que guardan más de una sorpresa. Los pobres dependen de los ricos, estos de los pobres. Puro equilibrio que mantiene el motor sagrado en funcionamiento. Eso sí, por supuesto, este equilibrio tiende a la ruptura. La rebelión es inminente.


En su aventura semiamericana –hay producción local, no es 100% USA-, Bong Joon-ho demuestra haber comprendido la esencia del material original, y tomando su punto de partida y varias pinceladas básicas, construye una maquinaria que funde el estilo de cine de Oriente y Occidente como si del crisol de culturas que exhibe la cinta se tratase. No deja de lado sus señas de identidad como cineasta: su concepción tan original, nunca tendente a la repetición, de las escenas de acción, esa mezcla tan imposible de géneros de la que hace gala en cada nuevo trabajo, y un sentido del humor y un cariño por lo estrafalario y extravagante –atención al hilarante y amenazante vagón escuela- que es un primor. Y, a la vez, satisface la dosis de espectáculo made in Hollywood de manera encomiable.

“Snowpiercer” es una consecuencia directa de todo su cine anterior. La mano del hombre vuelve a estar presente como motor del desastre, como los científicos que crean a la criatura de “The Host” o el asesino que desencadena la trama de “Mother”. Su modo de filmar es ágil, sin verse encorsetado por las dimensiones del escenario en el que transcurre la historia y sin dejar lugar para el aburrimiento, con una estructura de videojuego que, sorprendentemente, no acaba resultando repetitiva. Y sus personajes respiran entre tanta acción. Chris Evans está convincente como líder a su pesar –tiene un monólogo a cámara hacia el final del film de esos que encogen el alma-, los secundarios como Tilda Swinton o John Hurt cumplen con su solvencia característica, y se recibe con los brazos abiertos el saber hacer del gran Song Kang-ho, actor fetiche del director.


Ciencia-ficción y entretenimiento inteligentes, de primerísimo nivel, es lo que ofrece “Snowpiercer”. Incluso con los múltiples agujeros de guión, incongruencias, giros argumentales y exceso de explicaciones del tramo final del viaje, el tren continúa su buena marcha y no descarrila del todo gracias a lo que el surcoreano consigue construir durante su primera hora y media. Avanza siempre hacia adelante. En un tren, si quieres hacerte con el control, sólo puedes avanzar hacia adelante.

A favor: que no resulta repetitiva y ofrece entretenimiento y ciencia-ficción de primer nivel
En contra: el exceso de información, agujeros de guión y giros argumentales de su último tramo

Calificación ***1/2

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