(I'm a cyborg, but that's OK)
El replicante Roy Batty buscaba en “Blade Runner” la razón de su existencia, buscaba a su creador para reparar lo que había creado. La búsqueda del personaje interpretado por Rutger Hauer en el film de Ridley Scott es la de su propia humanización, la misma que la del HAL 9000 de “2001: Una odisea del espacio” o el niño-robot David de “A.I.: Inteligencia Artificial”. Todos deseaban ser humanos, y en algunos casos su apariencia física les ayudaba a parecerlo en público. Lo que le ocurre a Young-goon, protagonista de “Soy un cyborg”, es justo lo contrario. Debe camuflarse como humana igualmente, pero en ningún momento desea serlo, y emprende la búsqueda en esta ocasión de la razón de su misión, no de esa idea tan humanizada de la razón de la existencia.
Pero Young-goon está loca, cree ser un robot. Internada en una institución psiquiátrica, intentará recuperar la energía necesaria para asesinar a los hombres de la bata blanca, salir del centro y encontrar a su abuela, a la que secuestraron los hombres de blanco por creer ser una rata. Durante su estancia, Young-goon conocerá a Il-soon, un retraído chico que cree poseer la capacidad de intercambiar “habilidades” con sus compañeros y así robarles parte de su alma.
Puede parecer un argumento estrafalario, pero lo anecdótico es que funciona. Park Chan- wook, uno de los referentes del cine surcoreano actual, no pierde el rumbo dentro de esta original y entretenida fábula a caballo entre “Alguien voló sobre el nido del cuco” y “Amélie”, con ecos a la ciencia-ficción y el melodramatismo. Chan-wook, educado bajo el cine de arte y ensayo europeo y el terror de serie B de los 80, lo que le aleja de las metafóricas historias intimistas de Kim Ki-duk y le acerca a Bong Joon-ho, plantea su bello cuento sin traicionar el propio espíritu planteado desde un comienzo, manteniendo a la película fiel a sí misma y sin alusiones a que lo que vemos sea real y todo con una atmósfera infestada de locura y juegos de montaje.
Su puesta en escena no es nada nuevo. Hay quienes no entenderán el cambio de registro tan optimista del director tras su amarga trilogía de la venganza. Pero analizando “Soy un cyborg” se puede disfrutar de los mismos excesos de montaje que “Old Boy”, excesos que en manos del realizador se convierten en virtudes, y que dan escenas tan memorables como la de la aniquilación del personal sanitario a manos del cyborg o el encuentro con la abuela en el campo tras volar en la cama llevada por la mariquita.
Una película original, bien construida, un soplo de aire fresco dentro de la propia cinematografía de Chan-wook y agradable para la vista, aunque haya quienes no simpaticen con la historia y la forma de relatarla. Ayudan mucho su pareja protagonista y la banda sonora, y se le puede echar en cara cierta falta de claridad en su confuso desenlace, sin olvidar el tiempo que ha tardado en estrenarse en nuestro país.
Lo mejor: se mantiene fiel a sí misma
Lo peor: el desenlace, algo confuso, y que tarde tanto en llegar a España
Título original:"Saibogujiman kwenchana"; Año: 2006; Nacionalidad: Corea del Sur; Duración: 107 minutos; Género: Drama/Comedia; Dirección: Park Chan-wook; Guión: Chung Seo-kyung y Park Chan-wook; Intérpretes: Lim Soo-jung, Jung Ji-hoon, Choi Hee-jin
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