La gran fiesta de la carne
Sería tremendamente injusto comparar la “Piraña” original de Joe Dante con la nueva versión de Alexandre Aja, tan similares en su título como alejadas en espíritu. Mientras una nacía del éxito del cine de terror de serie B de los setenta y a la sombra del letal escualo de Steven Spielberg, la otra lo hace amparada por las nuevas tecnologías y ese enfermizo empeño moderno por los remakes de clásicos del género. Y donde una, al igual que otras hermanas de su generación, aprovechaba al terror para lanzar una crítica al ejército, al gobierno y los experimentos con armas químicas y biológicas destinadas al belicismo fruto de la aún cercana guerra de Vietnam, la otra se desarrolla sin ningún tipo de ambición más allá de explotar las reglas del slasher de espíritu camp dictadas por “Viernes 13” y sus sucedáneos.
Salvo escasas coincidencias más propias de la referencia nostálgica que del plagio como pueden ser los créditos iniciales de aire retro bañados de sangre, ambas películas toman caminos distintos. Lo que propone Aja es llevar al extremo los ingredientes de la fórmula –a saber, sexo, desnudos, sangre y una falta de guión imperante; eso sí, esta vez se respeta a los niños- y montarse su propia bacanal carnívora, con algunas de las secuencias más gore de los últimos tiempos. En ese sentido absténganse los más aprensivos y los de estómago sensible de ver, especialmente, los minutos finales de un film destinado a provocar, a sacudir y divertir a partes iguales a los amantes del género.
No voy a centrarme en sus puntos débiles más evidentes. No voy a cebarme con su falta de pretensiones, ni con su raquítico guión, ni con sus personajes mal dibujados y ni siquiera con sus efectos especiales y de maquillaje poco conseguidos en algunas ocasiones –y siento decir esto de los magos Nicotero y Berger-. “Piranha 3D” es puro entretenimiento consciente de su propia figura de subproducto de serie B, más preocupada por servir miembros amputados de actores secundarios de renombre –mal aprovechados teniendo en cuenta que tiene en sus filas a Eli Roth, Christopher Lloyd y Ving Rhames, entre otros- y por desnudar hasta los huesos, nunca mejor dicho, a algunas pornostars que se juegan la carne en este espectáculo sanguinolento sin concesiones.
Aja hace su propio “Tiburón”, cameo de Richard Dreyfuss incluido, más que un remake del film de Dante. Y lo hace a su manera, aplicando todo lo que sabe un realizador surgido de una de las oleadas de cineastas franceses más salvaje de su historia. El director goza de una libertad de la que posiblemente no disfrutaba desde la fantástica “Las colinas tienen ojos”. Con esta comparte el hecho de comenzar de manera políticamente correcta, resultando una de terror de manual, para desbocarse en su tramo final. Pero de una película como esta se espera algo incluso más divertido que lo que nos ha presentado. Yo me he quedado poco satisfecho, incluso con sus gags más vulgares, que no desvelaré pero que tienen como protagonista cierto miembro viril amputado. Porque no basta con montar la fiesta de la carne del siglo y pasárselo bien filmándola. Hay que intentar que el espectador goce con ella.
A favor: la carnicería final en el lago
En contra: no logra satisfacer del todo
1 comentario:
La tenía ganas hasta que ví el trailer. Ahora me has picao con eso del tramo gore final. Quiero verla.
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