Es tan difícil resumir y analizar la última película de Jaco Van Dormael que no sabría ni por dónde empezar. De hecho, debe haber sido tan complicado tejer semejante historia que el realizador ha dejado pasar trece años entre su anterior trabajo y el que nos llega ahora. Pero esto no es raro en su filmografía, compuesta de menos de una decena de títulos en tres décadas, dada la meticulosidad con la que afronta cada proyecto el artífice de la magnífica "Totó, el héroe".
No sabría si empezar contando la historia como la de un anciano que en el año 2092 analiza cada una de las elecciones de su vida y explora los caminos que cada una pudo haberle proporcionado, o la de un padre de familia que de repente se ve perdido en múltiples realidades y transportado a otro lugar atemporal donde tiene otra esposa y otros hijos, o bien como la historia de amor entre dos hermanastros con claras referencias a "Los amantes del círculo polar" de Medem. Y la conclusión a la que he llegado es que no importa con qué sinopsis me quede, pues todas son igualmente correctas y tan válidas como las elecciones que Mr. Nobody tiene que hacer en la vida, ya traigan desgracias o grandes momentos.
No es de extrañar que haya pasado tanto tiempo hasta que el cineasta belga nos presente esta lúcida y convincente, a ratos bastante grandilocuente, película que flirtea con la ciencia-ficción y la metafísica hasta límites insospechados, encaminando todos sus géneros y explicaciones posibles hacia la idea de la importancia de la elección en la vida del ser humano. Van Dormael confunde inteligentemente al espectador con infinidad de teorías posibles para la trama, cuando lo realmente importante es mucho menos científico que todo eso junto.
"Las vidas posibles de Mr. Nobody", pese a alargarse quizá en exceso en su metraje, está llamada a ser un clásico de la ciencia-ficción desde ya mismo, una película para reflexionar. Seguramente conseguirá lo que otros clásicos como "Blade Runner" o "2001: Una odisea del espacio", incluso otros recientes como la televisiva "Lost", consiguieran en su momento. Ya sea hablando de universos paralelos, del efecto mariposa, de la teoría de las cuerdas, de casualidades y destino o de algo tan básico como la dificultad para diferenciar entre realidad y ficción, todas ellas tienen en común con la que nos ocupa que ésta recoge todos estos temas y los hace propios, los hace encajar a la perfección en la historia y nos despista como en el mejor McGuffin de Hitchcock para que no nos centremos en la verdadera naturaleza de la historia, la que debería hacer correr ríos de tinta y generar debate durante años.
Vale, me he liado un poco al exponer las ideas, pero ya avisé que es muy complicado analizar la obra tan compleja que el director nos presenta. Por ello, aparte de su fascinante planteamiento y cómo lo desarrolla, con un cúmulo de imágenes hipnóticas de una belleza inimaginable y de una imaginación desbordante, me voy a ir al apartado técnico, algo más cinematográfico. Y encima en este sentido la película acierta de lleno. Fotografía, guión, efectos especiales, banda sonora, maquillaje, montaje y actuación -a destacar la más que correcta caracterización de Jared Leto, en especial la de ese anciano que parece haber salido del tramo final del Keir Dullea del film de Kubrick- brillan con luz propia en este inclasificable relato de oportunidades que merece ser visto una y otra vez para captar sus múltiples matices. Podemos permitir a Van Dormael otra ausencia de más de una década si el resultado es tan impecable como este.
A favor: prácticamente todo
En contra: se alarga demasiado
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