Estamos todos avisados
Las películas e M. Night Shyamalan son como esos easter eggs que abundaban en otro tiempo en las ediciones en DVD, los contenidos ocultos a los que ya no nos tienen tan acostumbrados. Ya cuente la historia de un niño que ve a los muertos, de una remota invasión alienígena o nos narre un cuento de hadas en medio de una comunidad amenazada desde el exterior o de un patio de vecinos, todo al final encierra una moraleja a veces difícil de leer entre fotogramas.
Va siendo hora de avisar a los incautos: esta crítica contiene algún que otro spoiler superficial, pero determinante tratándose del director del que hablamos. O quizás no lo sea tanto, porque todo lo que ocurre en “El incidente” es bastante previsible. Si hubiera que emparentarla con otra película del director sería con “Señales”, prima hermana en cuanto a intención y desarrollo, ya que hay una promoción destinada a romper taquillas y una historia sencilla con un misterio de fondo que al final no es tan misterio como creíamos. Y digo esto porque en “El incidente”, al igual que en aquella, todo es lo que parece y no existe el final sorpresa de “El sexto sentido” o “El bosque”. Es conveniente avisar de este punto, pues el realizador se ha convertido en un malentendido, al que siguen vendiendo como si película tras película dirigiera una de suspense.
Probablemente sea esa falta de sorpresa, de una explicación que no llega porque la misma es evidente, lo que arrastra a su último film al poco de empezar. Parece que el director ha hecho su película más ligera, la menos elaborada, incluso en los diálogos. Se trata de una trama que se alarga durante 90 minutos para, al contrario que en ocasiones anteriores, quedar en nada. Avanza tambaleándose en ese sentido, intentando conseguir un suspense y paranoia que no logra como recientemente Frank Darabont en “La niebla”. Su mensaje, el de la naturaleza vengativa no por lo que le hacemos a ella, sino por lo que nos hacemos a nosotros mismos, sabe finalmente a poco.
La carnalidad con que nos muestra los suicidios, regodeándose en la casquería, bien podría interpretarse desde el punto de vista de alargar aún más la duración o desde el punto de vista de un director gamberro y algo bizarro cuando quiere (no se me ha ido la cabeza, vean sus primeros trabajos y sabrán a qué me refiero). La vacuidad parcial de su contenido queda demostrada en la secuencia del vídeo del móvil, con ese hombre devorado por los leones que podría recordarnos a la estremecedora grabación familiar de “Señales”, pero que suena aquí más a ese intento morboso o de estiramiento. Y lo mismo ocurre en la secuencia de la cabaña, perfectamente orquestada pero quizás innecesaria, en la cual Shyamalan campa a sus anchas por ese suspense que se ha convertido en un estigma y que se espera en cada nueva obra y en la que brilla con luz propia una recuperada Betty Buckley.
Lo mejor: el Shyamalan que se recrea en las muertes y su humor tan marciano (las ancianas tejiendo con las máscaras de gas, por ejemplo)
Lo peor: por primera vez parece que Shyamalan no tiene nada que contar
Título original: "The Happening"; Género: Suspense; Año: 2008; Nacionalidad: EEUU; Duración: 90 minutos; Dirección y guión: M. Night Shyamalan; Intérpretes: Mark Wahlberg, John Leguizamo, Betty Buckley
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