Las noticias se hicieron eco el lunes del fallecimiento de uno de los grandes maestros del siglo XX, Ingmar Bergman. Realizador sueco creador de joyas como “El séptimo sello”, “El silencio”, “Gritos y susurros”, “Fanny y Alexander” o “Sonata de Otoño”, entre un total de más de 50 filmes. Se despidió en 2005 con otra joya, “Saraband”. Siempre se vio a los fans de Bergman como culturetas, pero su cine si bien es denso y moralizante no es tan difícil de digerir como algunos predican. Siempre preocupado por temas como la soledad y la muerte, la limpieza en sus imágenes y su puesta en escena, ayudado por unos actores pletóricos que amenizan el metraje, hacen de su cine un referente de la segunda mitad del pasado siglo, y para nada debemos dejarnos llevar por los comentarios de que su cine es sólo apto para cultos. Otorgó una lección de cine inolvidable a todos los que disfrutamos sus películas, sin por ello resultar su obra ni pedante ni plomiza.
El siguiente gran profesional, del que poco o casi nada se hicieron eco en los medios, es el actor francés Michel Serrault, un enorme actor cómico de cine, teatro y televisión ganador de tres César, con más de 130 películas a sus espaldas y más de medio siglo de profesión. Alcanzó fama con la comedia de los 80 “La jaula de las locas”, en la que interpretaba a un homosexual, aunque para los más recientes su cara nos suena más de películas de los 90 como “Nelly y el Sr. Arnaud”, “El libertino”, “La máscara del faraón” y “Los actores”. Su extensísima carrera abarca trabajos con Jacques Demy, Claude Chabrol o Roger Vadim, entre otros muchos.
El tercer homenajeado y tristemente fallecido es el que posiblemente más ha marcado mi condición de cinéfago, gracias sobre todo a una película memorable, perfecta, precursora inconfesa de “La conversación” de Ford Coppola. “Blow-Up, deseo de una mañana de verano” era la crónica de un asesinato no esclarecido, la obsesión insana de un fotógrafo sumido en un pánico inexplicable por creer que ha descubierto un asesinato a través de sus fotos. Joya recomendable para los que crean que el cine es pura ilusión (eso no se cree, se sabe), “Blow-Up” no fue más que una pequeña muestra de un maestro como Michelangelo Antonioni, siempre pendiente de la estética neorrealista italiana de sus obras (“Blow-Up” es una muestra de ello), y que nos brindó otras buenas películas como “Más allá de las nuebes” (codirigida junto a Wim Wenders), “El desierto rojo” y “El eclipse”. Recibió un Oscar honorífico en 1995 y el Oso de Oro en Cannes por “La noche”, así como el León de Oro en Venecia por “El eclipse”. “Blow-Up” ganó asimismo la Palma de oro en Cannes. Falleció el mismo día que Bergman, el 30 de Julio, pero no se le dedicó tanto hueco en los medios.
En paz descansen.
No hay comentarios:
Publicar un comentario