Viaje a la intrascendencia
Debo reconocer que el cine independiente yanqui empieza ya a aburrirme. Todo fue bien cuando el movimiento indie comenzó, pero en la era del postindie hasta sus cineastas me parecen niños mimados por una industria privada de los recursos de las majors. Lo primeros trabajos de Sofia y Roman Coppola o Wes Anderson destilaban esa esencia del cine outsider, justo cuando éste estaba en apogeo. Pero en sus últimas películas me declaro sencillamente perdido, como si estos directores usaran su obra como vehículo de trascendencia, ya sea para contentarse a sí mismos o a sus incondicionales.
En mi caso nunca he simpatizado con Anderson tanto como con otros de su generación. Nunca he pasado de ver “Los Tenenbaums. Una familia de genios” y “Life Aquatic” como comedias resultonas, eficientes, pero con un marcado sentido del ritmo y la música, en las que ni siquiera las cámaras lentas ralentizan el metraje. Eso es “Viaje a Darjeeling” (sigo sin entender por qué han pasado del nombre de un tren al de un destino en el doblaje del título al castellano), otra comedia amable aunque menos marciana que sus predecesoras.
Para alguien como yo, que cada vez soy menos fan de este tipo de cine y al que este director ha dicho siempre bastante poco, “Viaje a Darjeeling” no es la mejor manera de hacer amigos fuera de los que ya le adoran. Plantear la historia de tres hermanos con sentidos estados carenciales de afecto que realizan un viaje espiritual por la India como catarsis de sus rencillas y ese pasado que nunca abandona en clave de comedia divierte, y de hecho la película no aburre, pero no deja de sentirse por todo el metraje ese aroma a trascendencia que parecen buscar los realizadores de esta época postindie.
Que nadie se extrañe con ese corto de obligado visionado que se exhibe justo antes del film y rodado por el mismo Anderson. Ese “Hotel Chavilier” que parece más una excusa erotómana de mostrar el cuerpo de Natalie Portman no sólo acompaña en la trama a modo de primera parte del viaje a la película que continúa con un Bill Murray al que se le escapa el tren, sino que es la carta de presentación de lo que vendrá después: un eterno travelling acerca de una travesía a ninguna parte, sin rumbo definido, en el que los lazos familiares finalmente resultan felizmente forjados. Y es en su montaje haciendo uso y abuso del plano secuencia y la cámara lenta donde Anderson da en el clavo en su última propuesta, más allá de su entretenida historia más propia del cine del este que del cine del oeste.
Es en esos momentos de frescura cinematográfica, cuando la película hace reír y entretiene, en esos interminables planos secuencia que son todo un desafío para los que tengan poca paciencia hacia las estructuras cinematográficas repetitivas, en los que “Viaje a Darjeeling” funciona, sin ser nada más que eso. Lástima que por ella pulule la idea de trascendencia que pretende su director y todos los de su generación, pobres niños mimados que logran, y este es un ejemplo de ello, justo lo contrario, un viaje a la intrascendencia.
Título original: "The Darjeeling Limited"; Género: Comedia; Nacionalidad: EEUU; Duración: 100 minutos; Año: 2007; Dirección: Wes Anderson; Guión: Wes Anderson, Roman Coppola y Jason Schwartzman; Intérpretes: Owen Wilson, Adrien Brody, Jason Schwartzman, Anjelica Huston, Natalie Portman, Bill Murray
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