20 de Septiembre y ya estoy de vuelta. Lo más común tras volver de las vacaciones es hacer un repaso de todo lo acaecido durante el verano. Pero por llevar la contraria a la mayoría, unido a que lo más destacable de este verano en materia cinematográfica ha sido el formidable cierre de la saga Bourne, me saldré por la tangente y hablaré de algo que prometí hace tiempo a alguien que (no) era yo mismo.
Cinéfagos Anónimos fue concebida como una página dedicada a todos los que devoramos el cine, pero la ficción televisiva estadounidense ha alcanzado cotas que superan a cualquier blockbuster veraniego. “Perdidos” finalizó su tercera temporada al otro lado del océano de una manera sobresaliente, y en sólo tres años de vida se ha erigido como todo un referente, se ha convertido en una obra de culto que ha servido para que otras respetables series como “Prison Break” o “Jericho” vean la luz.
Hablar de “Perdidos” es hablar de un genio de la pequeña pantalla, J.J.Abrams. Estamos ante un auténtico devorador de la tele, un hombre que ha revolucionado la televisión americana como lo hicieron antaño David Lynch con “Twin Peaks” y “Chris Carter” con Expediente X, quien posteriormente pariera otra joya televisiva injustamente cancelada, “Millennium”. Aunque actualmente se ha desentendido del producto, es el pulso de Abrams y su fanatismo por la “caja tonta” lo que ha hecho de esta aventura lo que es. Un fanatismo que late en el corazón de otra serie suya como “Alias” y de su única película hasta la fecha como director y guionista, la tercera entrega de “Misión: Imposible”. “Perdidos”, por la que sus creadores ganaron un Emmy hace ya dos años, es fruto de esa mente creadora de Abrams y colaboradores, todo un derroche de ingenio, originalidad y profundidad dramática y conceptual.
Todo comenzó con un ojo abierto en medio de la selva en el episodio piloto, dirigido con desbordante solvencia por el mismo Abrams. El orwelliano ojo (Orwell y su Gran Hermano planean con bastante frecuencia por la serie) era el de Jack, médico reconvertido a héroe a su pesar que tras asimilar que está en medio de la selva acudirá a los gritos de socorro que llegan desde la nada, para encontrarse finalmente con la angustiosa verdad: el vuelo en el que viajaba, el 815 de Oceanic que cubría el trayecto Sidney-EEUU, se ha estrellado en una isla aparentemente desierta, y en la orilla de la playa yacen los restos del avión, equipajes y un interminable caos de pasajeros al que Jack intentará, como lleva haciendo toda su vida, poner orden. Así arrancaba la primera temporada de esta ilustre odisea que alterna todos los géneros posibles de manera creíble y calculada. En los sucesivos días los supervivientes se toparán con un monstruo con sonido mecánico que mata al piloto, osos polares en un supuesto clima tropical, susurros en la jungla, una francesa también náufraga que habla de una extraña enfermedad que acabó con sus compañeros y de unos nativos conocidos como Los Otros que no ven con muy buenos ojos a los nuevos inquilinos.
¿Qué hace que “Perdidos” se haya convertido en una serie de culto? En primer lugar su cóctel de géneros, que abarca desde el drama hasta la comedia pasando por la aventura y el suspense, con la dosis justa de terror y con bastante ciencia-ficción. En segundo lugar su impecable factura, ya puesta de manifiesto en el piloto dirigido por Abrams y continuada por los ya habituales realizadores Jack Bender o Deran Sarafian, entre otros. En tercer lugar la banda sonora del ya imprescindible Michael Giacchino, un compositor cada vez más demandado por el séptimo arte y que combina también todos los estilos posibles en sus exquisitas partituras. Y en cuarto lugar, y constituyendo uno de los grandes pilares de la serie, los flashbacks. Cada episodio está dedicado a un personaje en concreto de la isla, y a través de los flashbacks descubrimos sus vidas, sus fantasmas del pasado y sus intenciones. Con ellos hemos descubierto el conflicto de Jack con su padre y su eterno estigma de salvador de todos; las venas delincuentes del estafador Sawyer, que busca al hombre que acabó con su idílica infancia y le convirtió en lo que es, y Kate, la más fugitiva de las “perdidas”; las habilidades ocultas de Walt y su rechazo inicial a un padre al que nunca ha conocido; los desquiciantes y malditos números de Hurley; el pasado de Sayid en Irak o la misteriosamente saneada minusvalía de Locke, entre otros muchos. Y es que pocas series han mostrado un cuidado tan meticuloso de sus personajes a través de unos retazos de sus vidas en los que descubrimos que todos se cruzan unos con otros, hecho explotado también en la reciente idea de sus creadores, “Seis grados”.
La primera temporada se saldó en EEUU y en el extranjero, incluido España, con unas audiencias de vértigo. Fue la encargada de enganchar al público, de sentar las bases de la trama y del estilo de la serie. Acabó de manera insuperable, con Jack y Locke mirando al interior de la condenada escotilla. La segunda temporada de las aventuras de los losties fue más destinada a la acción que al misterio, aunque dejó abiertas importantes puertas. Así, vimos desveladas incógnitas como el destino del resto de supervivientes del avión a través de los otros 48 días; qué hay al otro lado de esa escotilla; qué era eso tan grave que hizo Kate; cuál fue el motivo de que el vuelo 815 se estrellara, etc. Nuevos personajes y un botón que debe ser pulsado cada 108 minutos si se quiere evitar el fin del mundo introduciendo los números de Hurley ocuparon toda esta segunda entrega. Entre tanto los famosos flashbacks, tanto de los de siempre como de los nuevos personajes, la pérdida de fe de Locke, la muerte de algunos de manera inesperada y la sensación de que la batalla entre destino (Locke) y casualidad (Jack) no está del todo acabada.
El 26 de este mes parece que La2 de TVE estrena la tercera temporada, aquella en la cual quien sea verdadero fan de la serie seguirá hasta el final, pues alcanza una carga moral y conceptual de tintes casi bíblicos. Puestos a no desvelar demasiado sabremos mucho más de Los Otros pero no lo suficiente, su historia y por qué nunca son encontrados, por qué Locke quedó inválido y hasta qué punto está dispuesto a llegar por preservar su paraíso, qué ocurrió con el “verdadero” vuelo 815 y sus supervivientes, que realmente todos están por una razón (¿o será por casualidad como profesa Jack?), etc. Por si fuera poco seremos testigos de alguna muerte sentida y macabra, con personajes inmortales, con la “aparición” de Jacob en uno de los momentos más acongojantes de toda la temporada, con algunos protagonistas matando literalmente sus viejos fantasmas y con un final que da esperanza pero a la vez estremece y cambia por completo la filosofía de la serie. En definitiva, veremos La Biblia de “Lost”.
¿Qué le depara a esta serie en el futuro? Por supuesto cerrar como se pueda las intrigas y las historias de los personajes antes de su final, previsto para 2010, y los rumores de apariciones estelares como la de Bruce Willis, confeso seguidor de la serie. Pero la palabra clave de cara a la cuarta temporada, que no llegará a EEUU hasta Enero de 2008, y las futuras es la palabra flashforward, el concepto innovador que dejará boquiabiertos a los espectadores tan sólo a dos minutos del final de temporada y que cambiará totalmente la serie a partir de ahora. Mientras tanto nos conformaremos con los proyectos de Abrams en el cine, que abarcan desde un misterioso film sin título y del que sólo existen pistas en Internet e imágenes promocionales hasta la próxima entrega de “Star Trek”, con las emisiones en FOX y La2 de la tercera temporada y, para los más desesperados, la web Lostzilla, portal en el que encontrarán todo tipo de noticias, anécdotas, avances, spoilers y demás de la serie. Ah, y no olvidar que el gran Terry O’Quinn recibió el domingo el Emmy al Mejor Actor Secundario por su papel de John Locke, uno de los personajes más completos y complejos de toda la isla. Ya era hora.