lunes, 24 de abril de 2017

LA CRÍTICA. Fast & Furious 8

Misión… Imposible
Hace un par de entregas que la saga “Fast & Furious” juega a poner a prueba la capacidad de aguante del espectador. Esto dejó ya de ser lo que era en sus primeras tres entregas, una franquicia de canis y aficionados al tunning, e incluso abandonó hace tiempo el thriller de acción que Toretto y su familia, por entonces prófugos eternos de la justicia, protagonizaran. Siguen siendo macarras, sí, pero ahora transformados en una suerte de agentes secretos que convierten al Ethan Hunt de “Misión: Imposible” en Maxwell Smart.

James Wan llevó hasta el extremo el poder de verosimilitud de la franquicia en forma de paroxística e hiperbólica action movie cargada de esteroides, tan exagerada e imposible como las venas de los brazos y los cuellos de algunos de sus protagonistas. Y lo peor de aquel divertimento era que la cota de fantasmadas por fotograma era tan elevada que la siguiente aventura debía tirar aún más si cabe la casa por la ventana.


Paradójicamente, lo que más sorprende de la cinta de F. Gary Gray es que no ha tomado precisamente ese camino. Sí, aquí los coches siguen volando, sus personajes son capaces de las proezas más imposibles, el guión sigue bordeando la línea que separa el esperpento de la credibilidad –ay esas nuevas alianzas, tan difíciles de encajar fuera de este universo-, y la acción sigue avanzando a ritmo de reggaetón y cámaras lentas. Pero sin duda no alcanza los grados de enajenación mental del film de Wan, y esto se agradece y a la vez debemos recibirlo con cierto recelo. Porque después de ver cómo Dwayne Johnson volaba por una ventana y sólo se rompía unos pocos huesos, cómo un coche saltaba entre los edificios de Dubai, o cómo Jason Statham quedaba reducido a un autómata capaz de reventar él solito todo un hospital, volver atrás no es el paso más lógico, si bien contentará a aquellos cuya suspensión de incredulidad ya quedó en entredicho hace dos años.


Lo que resulta, en definitiva, es más de lo mismo. Una película enormemente entretenida y que vuelve sobre los propios pasos de la franquicia, con muchos puntos a su favor -las incoporaciones de Charlize Theron y Helen Mirren, entre ellos-, pero demasiado falta de empuje y alma como para ofrecer algo distinto a lo ya visto. Para entendernos, no hay demasiada diferencia entre lo que ofrecía Justin Lin y lo que Gray nos sirve. Se conforma con ser una secuela funcional, sin atisbo de ingenio y buenas ideas en su realización, pero con un pulso narrativo lo suficientemente consistente como para asegurar más de dos horas de desconexión y diversión. Que para eso existe este tipo de productos. Para eso y para postularse como el comienzo de un spin-off, el que deberían protagonizar los carismáticos Johnson y Statham, auténticos amos y señores de la función. El segundo, reconvertido incluso en una especie de Chow Yun-Fat del “Hard Boiled” de John Woo. Sí, y con bebé a bordo.

A favor: el carisma de la pareja Johnson-Statham, y la diversión que proporciona
En contra: le falta ofrecer algo distinto a lo ya visto

Calificación ***1/2
Merece mucho la pena

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