Oda al gamberrismo idiotizado
En 2012, Seth
MacFarlane conseguía algo tan difícil como era articular un familiar discurso
narrativo deudor de esa comedia de finales de los 80 y principios de los 90,
enterrado bajo finas capas de incorrección política y cierta tendencia a la
comedia cafre. El creador de “Padre de familia” hablaba de buena parte de esa
generación geek que creció con “Flash
Gordon” como superhéroe mesiánico y
paternal a idolatrar, y lanzaba una moraleja sobre la inmadurez materializada
en forma de osito de peluche que servía como reflejo del espíritu del propio
film. Tierno por dentro, gamberro por fuera.
El director y
guionista, y también voz de su trasunto cinematográfico juguetero, combinaba a
la perfección su tendencia hacia la comedia gamberra con la ternura de la
propuesta. Ése era el mayor logro de aquel taquillazo, un logro que no alcanza
en su continuación. Sigue haciendo acto de presencia la comedia soez –la
asquerosa pero tronchante escena en el banco de esperma-, las mil y una
referencias a la cultura pop en forma de diálogos –la diferencia cultural entre
los personajes de Mark Wahlberg y Amanda Seyfried, la escena con los fans de
“Star Wars”- o directamente secuencias completas –“Mejor sólo que mal
acompañado”, “Jurassic Park”-, y todos esos momentos que tanto entusiasman a su
máximo responsable, como los números musicales y los cameos de estrellas tan
desconcertantes como ver a Liam Neeson comprando una caja de cereales para
niños.
Pero en general, “Ted
2” es una propuesta más orientada a satisfacer a MacFarlane que al gran
público. El mensaje aquí es lo de menos, prima el humor gamberro en el
conjunto, y al final la película acaba acercándose en puerilidad a la nada
memorable “Mil maneras de morder el polvo”. Es un refrito de lo que le hace
gracia a él y a los que le ríen dichas gracias, y la prueba de que los muchos
gags que atesora funcionan mejor en pequeñas dosis catódicas que en un film que
roza las dos horas de duración. Puro relleno en el que, si eliminas los puntos
muertos y las escenas que no llevan a ningún lado, como todo ese viaje a Nueva
York para ver a Morgan Freeman o la escena musical de los créditos iniciales,
acabas quedándote con un episodio de alguna de sus series televisivas.
Ted es un viejo
conocido, y hasta ahí pierde la capacidad de sorpresa que pudo haber tenido la
cinta. Porque pudo tenerla, pero no en manos de MacFarlane, que ha hecho lo que
ha querido con el producto que tenía entre manos. Para mal en este caso, porque
llega a aburrir incluso. “Ted 2” es una indigna secuela destinada a todos
aquellos que no tengan demasiadas exigencias, para los que se quedaron en la
parte más vulgar de la anterior entrega. Una secuela en la que no hay avance alguno
con respecto a la premisa que ya conocíamos, y que antes que madurar prefiere
idiotizarse a sí misma tanto como el personaje encarnado por Wahlberg. Sin nada
que contar y sin la tierna moraleja. Aquí ha ganado el gamberrismo idiotizado.
A
favor: algunos gags funcionan
En
contra: no es más que un compendio de todo lo que le hace
gracia a Seth MacFarlane
Calificación *1/2
No merece mucho la pena
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