LA CRÍTICA: The Cabin in the Woods

Para los que crean que lo han visto todo

Ya era hora de que a Joss Whedon le llegase su oportunidad. Casi veinte años dedicados a la ciencia-ficción y al terror televisivo te dejan con muchas tablas, y ahí está su ilustre cazavampiros para demostrarlo. Así que ya era hora de que desbordase todo su talento, que lo tiene, en el celuloide. “Los Vengadores” fue su carta de presentación, una película de superhéroes con todas las de la ley. Pero es con “The Cabin in the Woods” –TCTW a partir de ahora-, que paradójicamente es muy anterior pero ha llegado al rebufo de aquella, con la que Whedon viene a mostrarnos que su cabeza está llena de ideas. Y vaya ideas.

Ayudado en el guión por el lostiano Drew Goddard, que ya participara en “Buffy” y que además dirige la cinta, TCTW es el culmen de toda la cinefilia que recorre las venas de estas dos cabezas creadoras. La película es una enorme atracción de feria en la que sus responsables se divierten a sus anchas, y a las nuestras, deconstruyendo el género de terror desde dentro, criticándolo y reverenciándolo para acabar realizando un ejercicio de metalenguaje en el que nos aleccionan sobre cómo se hacen las películas. Un enorme puzzle dentro de un film de terror, dentro a su vez de una fábula de ciencia-ficción, dentro esto a su vez de un colosal Gran Hermano del horror. ¿No lo entienden? Es normal, pues estamos delante de la que es, posiblemente, LA PELÍCULA DE TERROR, esa que atesora todas las constantes del género, toda una suma de referencias en un cóctel casi imposible que sus dos mentes pensantes transforman en un tremebundo divertimento in crescendo, jugando a justificar que los clichés del terror están ahí por algo.

Y siento no poder explicarme con más precisión, pero para ello tendría que destripar la trama. Una trama en la que juega un papel fundamental el factor sorpresa, y que al principio parece de lo más convencional posible. ¿Qué se puede contar de ella? Pues que empieza como un slasher al uso. Un grupo de adolescentes arquetípicos –el inteligente, la chica virgen, la devora hombres, el deportista y el fumeta- va a una cabaña alejada del mundo y acaban despertando un mal ancestral tras leer un diario. Uno por uno irá cayendo en una lucha por salvar el cuello no exenta de generosas cantidades de hemoglobina. Con este argumento tan tópico, que seguramente les sonará, Whedon y Goddard plantean un film que, en una trama paralela que es mejor no desvelar y que supone el mayor acierto de la propuesta –y eso que la parte slasher es de altísimo nivel-, juega a dar una patada al género donde más le duele y a sorprender al espectador en cada nuevo acto. Una historia paralela en la que brillan con luz propia dos secundarios de lujo como Richard Jenkins y Bradley Whitford, absolutamente hilarantes en sus papeles.

A la media hora, ya todas las cartas están sobre la mesa. Pero esto, ni mucho menos, quiere decir que lo que venga a continuación sea previsible. Nada en TCTW lo es, y aunque ya lo esencial esté explicado en su primer tercio, Whedon y Goddard se guardan una serie de ases en la manga para volver a dejarnos con la boca abierta. Especialmente en sus últimos quince minutos, en los que la película se transforma en un carnaval de las bestias en el que ya todo es posible, cameo inesperado incluido. Y los espectadores, o al menos los que se dejen llevar por el espíritu de juerga del conjunto, ya serán en este punto capaces de perdonar sus inverosímiles y estrafalarias vueltas de tuerca. Señoras y señores, esto es TCTW. Posiblemente no han entendido nada, y crean que ya lo han visto todo. Para lo primero, tienen que verla. Para lo segundo, si piensan eso es que no han visto TCTW.

A favor: lo bien que deconstruye el género desde dentro, y que por fin Whedon demuestra todo su talento

En contra: algunos no le perdonarán sus estrafalarios giros

Calificación: ****1/2