domingo, 31 de octubre de 2010

La película del mes: Especial Halloween

Frankenstein/ La novia de Frankenstein ****1/2 

Por un mundo de dioses y monstruos

Halloween, Noche de Brujas. Momento ideal para sacar del baúl de los recuerdos a los grandes monstruos del celuloide. Por eso, en vez de dedicar la película del mes a una cinta de terror al uso –de hecho le dedico demasiado a dicho género la sección cada mes- prefiero dedicársela a uno de esos monstruos del celuloide que tanto abundan en un día como hoy. Y entre los dos grandes representantes del terror de la historia del cine, he preferido comenzar por aquel surgido a la sombra del vampiro.

A pesar de que no era la primera vez que veían la luz en el cine, fue en 1931 cuando “Frankenstein” (James Whale, 1931) y “Drácula” (Tod Browning, 1931) saltarían al estrellato de la mano de los clásicos estudios Universal. Y eso que ya antes, en su vertiente muda, el monstruo de Frankenstein había sido llevado a la gran pantalla en la cinta de 16 minutos producida por Tomas Alva Edison “Frankenstein” (J. Searle Dawley, 1910), o en la ya perdida “Il mostro di Frankenstein” (Eugenio Testa, 1921). Pero la primera aparición sonora del personaje es la que nos ocupa.

Y esta fama fue posible gracias a los estudios Universal, y especialmente gracias a un hombre, Carl Laemmle, Jr. El hijo del anterior fundador de la compañía la había heredado de su padre con el objetivo de modernizarla, de salir del bache que había supuesto el crack del 28 y cuyas consecuencias aún azotaban al país. Y rápidamente, Laemmle hijo comprendió que en una época de crisis lo mejor era ofrecer películas al público que les ayudaran a evadirse, y entendió que el mejor género posible para ello, a la vez que sería el único capaz de plasmar en pantalla situaciones más funestas que las de la época, era el terror. Con este género había flirteado ya la compañía en los años 20 gracias a Lon Chaney y su camaleonismo demostrado en obras como “El jorobado de Notre Dame” (Wallace Worsley, 1923) o “El fantasma de la ópera” (Rupert Julian, 1925), pero ahora las posibilidades que ofrecía el sonoro eran incalculables para el terror.

Sin embargo, el gran cambio que el nuevo propietario realizó en la Universal fue el de otorgar libertad creativa absoluta, salvo algunas restricciones para acomodar las películas a los gustos de todo tipo de público como potenciar el romanticismo, a los realizadores que tuviera en nómina, a confiar ciegamente en ellos. Y una de las primeras elegidas bajo su mandato fue la adaptación de la novela gótica de 1818 escrita por Mary Wollstonecraft Godwin, más conocida como Mary Shelley tras contraer matrimonio con el filósofo y poeta Percy Shelley, “Frankenstein o el Moderno Prometeo”. El primer elegido para llevarla a la gran pantalla fue Robert Florey con Bela Lugosi como monstruo. Pero Lugosi, cuyas aspiraciones artísticas habían crecido enormemente gracias al éxito de “Drácula”, no se sentía cómodo con el papel, era poco digno de su capacidad interpretativa el hecho de emitir solamente gruñidos y realizar gestos de zombi. Apeado Florey del proyecto, Laemmle recurrió al inglés James Whale, con quien mantenía muchas cosas en común y quien elevaría al personaje a la categoría del icono que conocemos hoy día.

Marcado durante toda su vida por su reclusión en un campo de concentración durante la I Guerra Mundial, James Whale descubrió allí su talento como director teatral, tanto que a finales de los años 20 triunfaría con la representación de “Lo que queda del día”, donde conocería a uno de sus actores fetiche, Colin Clive. Tal fue el éxito de la obra en Broadway que Hollywood puso sus ojos en él y en 1930 dirigiría la versión cinematográfica de la misma. Ingenioso y meticuloso en su trabajo, además de conocer bien el oficio teatral y cinematográfico, Whale fue escogido por Laemmle gracias a todas estas virtudes, y la elección no pudo ser más acertada.

En su forma, “Frankenstein” tiene claras referencias al expresionismo alemán, visibles en la forma de contar la historia y los decorados. La fotografía de Arthur Edeson o la dirección artística de Charles D. Hall justificaron la contratación de Whale durante la pre-producción y demostró las aptitudes artísticas del cineasta, influenciado por las obras de terror que llegaban del este, de directores como F. W. Murnau o Paul Wegener. De hecho, la primera incursión notable del terror en el séptimo arte vino desde Alemania, y cuando cruza el Atlántico el género se vuelve más romántico, humanizando al monstruo, un ser con un serio conflicto sexual, afectivo o amoroso que no puede realizar y en cuya búsqueda clama venganza o, por error, se cobra varias vidas a su paso.

Una gran aportación artística del film viene, por ejemplo, de esos decorados tan teatrales, aunque realistas, provistos de una gran profundidad y que incluyen exteriores como el cementerio o interiores como el original laboratorio provisto de peculiar material de trabajo. Y otra gran aportación supone la manera en que Viktor Frankenstein –en la película llamado Henry Frankenstein- da vida a su criatura. En el libro se omite toda explicación, aunque haya comentarios acerca de magia negra, pero en la película se habla del uso de la electricidad para dar vida, una teoría biológica a la que Whale se aferró para dar credibilidad a la trama y que demuestra no sólo su meticulosidad a la hora de abordar un proyecto, sino también la libertad de la que gozaba gracias a su productor. Una libertad que queda patente también en la elección del reparto, lleno de caras conocidas de su filmografía como Mae Clarke, quien da vida a Elizabeth, o el ya mencionado Colin Clive. Mención especial merece como secundario Dwight Frye, que interpreta al jorobado profanador de tumbas Fritz, y que ese mismo año encarnaría al demente Renfield en “Drácula”. Fritz es, en mi opinión, el personaje más carismático y memorable de toda la película. Con este papel comenzaría una relación de respeto entre actor y director que se prolongaría en otras películas como “El hombre invisible” (J. Whale, 1933), “El hombre de la máscara de hierro” (1933) o “La novia de Frankenstein” (1935), donde interpretaba hasta tres papeles distintos.


Si bien “Frankenstein” posee momentos realmente memorables –el final en el molino ardiente, la escena con la niña junto al lago-, es precisamente gracias al monstruo, a su caracterización, que resulta una obra imperecedera. No hay nadie que vea al monstruo del filme de Whale y no sepa al instante de quién se trata. Pero el 50% de este mérito debemos dárselo a Boris Karloff, cuyo físico corpulento, exagerado por el maquillaje de Jack Pierce que le hacía lucir una cara de facciones gigantescas y un cuerpo de proporciones imposibles gracias a unos zapatos de plataforma y un enorme traje que le causaron daños en la espalda durante toda su vida, le hicieron idóneo para encarnar al monstruo una vez Bela Lugosi estuvo fuera del proyecto. Británico emigrado a Estados Unidos en busca de fortuna, William Henry Pratt trabajó en decenas de películas sin éxito hasta que, bajo el pseudónimo de Boris Karloff, encarnó a la criatura con mucho éxito. En los créditos iniciales de la película, para añadir un halo de misterio al personaje, aparece acreditado como “?”, para en los finales aparecer simplemente como Karloff. Gran amigo de los niños –esto ayudó a que la pequeña Marilyn Harris, que interpreta a María, no le cogiera miedo a pesar de su horrible aspecto- y enamorado de su profesión, el mayor reconocimiento lo cosechó, al igual que Lon Chaney, bajo tortuosas capas de maquillaje, lo cual lo encasilló en el género sin remedio a pesar de que mostrara sus capacidades interpretativas en “Scarface” (Howard Hawks, 1931) o “El caserón de las sombras” (“The Old Dark House”, J. Whale, 1932). Pero fue su encarnación de Im-Ho-Tep en “La momia” (Karl Freund, 1932) y las tres secuelas de “Frankenstein” las que le encasillaron definitivamente. A pesar de ello podríamos decir que era uno de los actores más completos del cine de terror, aunque el mismo Bela Lugosi no admirara sus interpretaciones argumentando que era todo maquillaje y gruñidos –este detalle está perfectamente plasmado en “Ed Wood” (Tim Burton, 1994)-. Pero al igual que este, sufrió el declive del género en las dos décadas siguientes y acabó relegado a la televisión hasta que Roger Corman y Peter Bogdanovich le hicieran un sentido y merecidísimo homenaje en “El cuervo” (R. Corman, 1963), “El terror” (R. Corman, 1963) y “El héroe anda suelto” (P. Bogdanovich, 1968). En este sentido, acabó su carrera por la puerta grande, algo de lo que Lugosi no podía presumir.


La apuesta del productor Laemmle salió mejor de lo que esperaba, pues “Franskenstein” supuso un apoteósico éxito de taquilla. Todo gracias a la buena mano de un ingenioso cineasta que fue capaz de convertir un guión bastante mediocre –de hecho es el peor aspecto de la película si se analiza detenidamente hoy en día- en una joya del terror romántico propio de la Universal. Y además supuso uno de los primeros casos en el que se prescindía del plano fijo para mover la cámara, todo un adelanto para la época y que demostraba el espíritu transgresor del director. Whale tuvo que lidiar con las agrupaciones religiosas, que veían poco ético presentar el caso de un hombre que jugaba a ser Dios y que, encima, se jactaba de su proeza. Para acallar la polémica, Whale rodó el prólogo que abre la historia a cargo de Edward Van Sloan, el actor que interpreta al Dr. Waldman y que ese mismo año también encarnaría a Van Helsing en “Drácula”. En él se nos avisa de lo que vamos a ver durante la hora siguiente y visualizando la historia como la de un hombre que quiere crear un ser a su imagen y semejanza sin tener en cuenta a Dios. 

Tremendo éxito propició que cuatro años después llegara la primera secuela de la franquicia. Y ocurrió algo inesperado. “La novia de Frankenstein” es el primer caso de la historia en que podemos desmentir el hecho de que “nunca segundas partes fueron buenas”. Ya en su presentación Whale demuestra una originalidad desbordante. Vemos a la mismísima Mary Shelley realizar un resumen de la primera entrega y avisar de que todo no acaba con la criatura muriendo abrasada por las llamas en el molino. Whale cambia entonces la visión de su predecesora presentándola como una obra de ficción relatada por su autora al público en la cual todo es posible. Así de paso justifica el hecho de que la criatura haya sobrevivido y enlaza casi metalingüísticamente con la primera entrega.

Con un guión mucho más potente de William Hurlbut y repitiendo parte del equipo técnico y artístico, “La novia de Frankenstein” es notablemente distinta a la anterior, para algunos incluso la supera. Entre los cambios que el director realiza está el tratamiento más humano del monstruo –aquí por fin comienza a hablar y manifiesta sus deseos y sentimientos, además de perdonar en el tramo final a su creador y llegar al punto de suicidarse, asumiendo su condición de ser antinatural- y, sobre todo, en una visión más excéntrica de la historia, más cercana al humor negro que al terror puro y duro. Entre las excentricidades más llamativas que podrían elevar a esta película sobre la anterior está el mostrar al personaje de Karloff disfrutando de ciertos placeres –el monstruo no solo habla, sino que fuma y bebe vino-, la figura del Dr. Pretorius –excelente Ernest Thesiger, que llega a eclipsar al protagonista- y esas criaturas miniaturizadas de este que bien podrían haber inspirado al Tod Browning de “Muñecos infernales” (1936).

Con su enloquecida trama –el Dr. Pretorius pretende crear una mujer al monstruo y convence a la fuerza no solo a este, sino al Dr. Frankenstein-, Whale realiza la progresión en mi opinión más lógica que debe seguir una secuela de una cinta de terror. Como ocurre con “Evil Dead II” (Sam Raimi, 1985) o la reciente “[•REC]2”, una secuela dentro del género debe combinar, para desmarcarse de su predecesora, el humor más macabro con el terror e incluso, si se puede, con el romanticismo. Una secuela muy “pulp”, rotundamente “freak” donde el director da rienda suelta más que nunca a su histrionismo tras la cámara. “La novia de Frankenstein” se beneficia de todas las virtudes de “Frankenstein” y las lleva más allá haciéndola más febril, con unos ángulos de cámara subjetivos, donde predominan los primerísimos primeros planos, los planos inclinados y los picados como medio de añadir toques esquizofrénicos y de locura al ya de por sí demencial guión.

Destaca especialmente el tramo final, donde se alumbra a la novia del monstruo. Memorable la interpretación, y el look, de Elsa Lanchester, esposa del actor Charles Laughton y que también interpretaría a Mary Shelley al comienzo de la película. Su eléctrico peinado, posible predecesor de la moda “punkie”, y sus movimientos de roedor desconcertado, así como su grito al ver al monstruo, forman parte ya de la historia del cine. Repiten de nuevo en sus papeles Karloff –quien además añade más registros y matices a su interpretación- y Clive –Mae Clarke sería sustituida por Valerie Hobson-, y Dwight Frye vuelve para encarnar tres papeles distintos. El único punto débil que tiene esta secuela, descontando los errores de continuidad con la anterior –esto es hasta justificable si tenemos en cuenta el prólogo con Shelley-, es el de la actriz Una O’ Connor, excesivamente sobreactuada, como buscando una vis cómica que realmente el conjunto no necesita. A pesar de ello, O’Connor repetiría posteriormente con Whale.

Tras este éxito, la Universal daría pie a dos secuelas más, ya sin Whale tras la cámara. En la última, “La zíngara y los monstruos” (“House of Frankenstein”, 1944), Karloff colgaría definitivamente la careta del monstruo al ver que más que miedo empezaba a causar risa, en una década en la que “la gran U” comenzaba a brillar con menos fuerza. Eso fue justo un año antes de que Whale se retirara del cine para dedicarse a su afición por la pintura y tocado mentalmente por la guerra que le había tocado vivir. Abiertamente gay, el director aparecería ahogado en la piscina de su casa en 1957, junto a una nota de suicidio. Sus últimos días, sumido en la demencia y la depresión, se encuentran reflejados de una manera nostálgica y soberbia en la excelente “Dioses y monstruos” (Bill Condon, 1998). Otros después de él intentaron llevar al cine la historia, ya fuera como pretexto argumental para hacer algo totalmente distinto –“Re-Animator” (Stuart Gordon, 1985)- o en su vertiente más clásica –“Frankenstein, de Mary Shelley (Kenneth Branagh, 1994)”-, sin olvidar la animación –“Frankenweenie” (T. Burton, 1984)- y la comedia –“El jovencito Frankenstein” (Mel Brooks, 1974).

Con estas dos excelentes películas, a las que el tiempo puede que haya hecho perder parte de encanto, la Universal y James Whale darían comienzo a una nueva etapa dentro del cine de terror –la siguiente llegaría de la mano de la Hammer en los 40 y 50- y daría a luz a uno de los iconos cinematográficos y mundiales más reconocidos y que hoy, día de Halloween, está más vivo que nunca.


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viernes, 29 de octubre de 2010

LA CRÍTICA


La otra hija **1/2
(The new daughter)

Cuando una película tan esperada por los fans españoles del fantástico como “La otra hija” aterriza en nuestras pantallas después de su tibio recibimiento en el último festival de Sitges, a un servidor le despierta el morbo de saber por qué en dicho festival, y en general la crítica y público, se han cebado tanto con ella. Y tras verla entiendo los motivos, pero no puedo decir que esté de acuerdo con ellos.

Ni “La otra hija” es tan mala como dicen, ni por supuesto merece alabanzas. Que por culpa de su mala campaña publicitaria, que la vende como un film de terror sobrenatural en lugar de como lo que realmente es, un drama familiar y un análisis del despertar del sexo en la adolescencia -además de una crítica entre líneas al afán americano de expropiar de sus tierras a los nativos- que utiliza el terror psicológico que emana de sus propios personajes como principal atractivo. Y es aquí donde reside buena parte de la fuerza del film, en el uso de sus protagonistas y de su transformación a lo largo de la historia, de su enfoque psicológico de sus caracteres, el de un padre que carga con el peso de toda culpa y el de una hija que sufrirá algo más que los cambios hormonales de la pubertad. 


La otra mitad de su fuerza recae en el buen pulso de su director, el español Luis Berdejo. En su opera prima, y a la vez primer trabajo en tierras americanas, Berdejo, solvente e imaginativo cortometrajista (“La guerra”, “For(r)est in the des(s)ert”) y guionista (“·[REC]”), demuestra que tiene madera de cineasta. Puede que no todas las escenas tengan la misma fuerza que la de la bañera o la muerte de la niñera, pero en general intuimos algo de genio en medio de este trabajo de encargo que, como tal, seguramente no habrá permitido total libertad al director. Y aún así, su empleo de los sonidos y la banda sonora como herramientas para crear suspense e incrementar la carga psicológica que de por sí aportan sus protagonistas es más que notable. Ayudan con su mirada el solvente Kevin Costner, que a veces resulta un tanto hermético en sus emociones pero que cumple con creces su papel de amoroso padre de familia, y la sobresaliente Ivana Baquero, sin duda uno de los ejes más atractivos de la película.


Los que se hayan dejado llevar por las expectativas levantadas por su campaña promocional y esperen una potente película de terror puro y duro se van a llevar una decepción. Pero, ni por asomo, estamos ante una cinta tan odiosa. Estamos ante una propuesta en cuyo fondo algo late, y a veces en su forma, pero que se queda a medio gas en sus intenciones. Demasiados clichés del género y un guión poco aprovechado que tiene el remate en un tramo final que sólo convencerá a los fans de este tipo de películas que no esperaran mucho de ella. Para los demás todo resultará nefasto, poco creíble. Habrá que esperar a que Berdejo posea mayor libertad en futuros proyectos. Por ahora tenemos este relato de amores paternales con tintes de thriller sobrenatural de brujería pagana que, por lo menos a mí, no me ha aburrido tanto como otros aseguran.

A favor: Ivana Baquero, el pulso de Berdejo como director y el uso de sus personajes para generar tensión
En contra: Berdejo podría dar mucho más de sí; el prescindible sueño de Costner y que su campaña publicitaria nos venda otra cosa

lunes, 25 de octubre de 2010

Tráiler de "Scre4m"

¿Era necesaria una continuación de la saga Scream, especialmente cuando en la tercera demostraba serios síntomas de decaimiento, de haber agotado ya la fórmula del éxito? Seguramente no, pero no voy a negar que la he estado esperando con ganas. Primero porque me gusta Wes Craven, aunque sin adorarle. Segundo porque quiero volver a oír hablar de Kevin Williamson, ácido guionista de la saga. Y tercero porque la cosa, aunque sea por hacer caja, promete. "Scream 4" -o "Scre4m", como prefieran- se estrena el 15 de Abril de 2011, y ya tenemos un adelanto. En vista del tráiler sólo puedo decir que se me han quedado los dientes demasiado largos. El trío original formado por Neve Campbell, Courteney Cox y David Arquette vuelve a la carga acompañado de rostros conocidos como los de Hayden Panettiere, Kristen Bell, Marley Shelton o Anna Paquin. Pero, por supuesto, quien vuelve es Ghostface.

"Paranormal Activity 2" arrasa en su estreno americano


Hace un año llegaba a las pantallas de todo el mundo un sleeper, una película que comenzaba con un estreno discreto y culminaba con un éxito fulminante en su estreno masivo en salas comerciales. Oren Peli arrasó con "Paranormal Activity", cinta de terror contada en clave de falso documental que con 15.000 dólares de presupuesto logró recaudar 107 millones de dólares en la taquilla americana. Los analistas de la Paramount pensaron que la secuela, dirigida por Tod Williams, no superaría los 20 millones de euros en su fin de semana de estreno.Se quedaron muy cortos. "Paranormal Activity 2", con un presupuesto no superior a los 3 millones de dólares, ha recaudado 41.5 millones en tres días, superando las expectativas de los ejecutivos de la compañía, que ya cifran los resultados finales por encima de los de su predecesora.

En segundo puesto se hace un hueco "Jackass 3D", que se beneficia del nuevo formato y consigue 21.6 millones, acumulando ya 87M$ y con vistas a superar los 100M$. Gran éxito el de esta tercera entrega que supera a las anteriores en recaudación. La sigue muy de cerca "Red", lo último de Bruce Willis que en su segunda semana ya suma 43M$ y experimentando una baja caída del 31% con respecto a la semana pasada, lo que confirma el tirón del filme. La película ha gustado y a ello se debe posiblemente ese aroma al tipo de cine del momento protagonizado por actores duros y que "Los mercenarios" se encargó de revitalizar.

Destacar por último "Hereafter", la primera propuesta de género de Clint Eastwood y su película más comercial hasta la fecha, que se coloca en cuarta posición con 12M$, justo lo esperado. Y perdiendo ya el tirón, y espectadores, tenemos en el puesto 36 la española "Buried", que en total lleva recaudados 0.881M$ en EEUU, estando su cifra de recaudación mundial cercana a 10M$, todo un logro para este filme pequeño que apenas supera los 3 millones de presupuesto.

sábado, 23 de octubre de 2010

LA CRÍTICA

Una hora más en Canarias **1/2

En el amor y en la guerra todo vale

Pablo ha mantenido una relación con Claudia, su compañera de trabajo, a espaldas de su novia Elena, una chica que esconde sus problemas neuróticos bajo una fachada de felicidad y euforia constantes. Pero Pablo ya no quiere saber nada de Claudia, porque es una mujer muy difícil para él. Así que ésta recurrirá a los servicios de su hermana Mónica, y juntas tramarán un plan para deshacerse de la psicótica Elena haciendo un viaje con Pablo a Canarias. Pero cuando todo parece salir según lo previsto se presenta Elena con sus maletas y obliga a la pareja de conspiradoras a idear una nueva manera de librarse de la competencia. Toda esta historia se va complicando en medio de números musicales, personas que vuelan al estar enamoradas, una madre y una tía que se llevan como el perro y el gato y un padre argentino con acento español reaparecido tras casi treinta años sin dar señales de vida.

David Serrano siempre ha sido mejor guionista (“El otro lado de la cama” y su secuela) que director (“Días de fútbol”, “Días de cine”), y con “Una hora más en Canarias” consigue hasta ahora su obra más creativa y mejor filmada, pero también la menos conseguida. El director/guionista prefiere el humor musical con clase de las dos películas de Emilio Martínez Lázaro antes que el gag simple y a veces vulgar de sus dos anteriores propuestas como realizador, rememorando la “screwball comedy” de Howard Hawks aderezada con la comedia musical española de los setenta y las bandas sonoras románticas para darle al conjunto un aroma kitsch y atemporal bastante notables en el aspecto visual, pero que no consiguen tapar el hecho de que nos encontramos ante una comedia agotadora y reiterativa.

Ya desde el principio es preciso entrar en el juego que Serrano nos propone: entender la vida de los personajes como un gran musical con predominancia de tonos pastel en el que ellos mismos participan, como si ver a gente bailando y cantando por la calle y acompañar cada momento de tu vida con una pieza musical fuera lo más normal del mundo. Lo que viene luego es una comedia no muy original en un argumento que se va liando cada vez más, pero que en lugar de divertir al público hace que todos aquellos que no hayan congeniado con su difícil propuesta se queden por el camino del aburrimiento. Y seguramente los que sí lo hayan hecho también sufran el mismo efecto. Porque esta película agota sus recursos una vez ha puesto las cartas sobre la mesa. Y todo ello a pesar de tener diálogos punzantes, inteligentes y en muchas ocasiones divertidos que dan instantes puntuales de humor. Pero la fórmula no funciona en su intento de hacer reír. “Una hora más en Canarias” acaba siendo inverosímil y pierde interés según avanza, y la opción musical acaba siendo discutible. 

Eso sí, un sobresaliente para su reparto, totalmente entregado a esta historia que se vuelve pobre conforme avanza el metraje. Quim Gutiérrez es el irreemplazable galán de esta comedia musical romántica que será engañado una y otra vez por un grupo de arpías con los bellos rostros de Angie Cepeda, Juana Acosta y Miren Ibarguren –todo un fenómeno para comedia esta chica-. Una guerra por el amor de un hombre en la que todo vale secundada por una pareja con demasiada química, aunque poco aprovechada, formada por Kiti Manver e Isabel Ordaz y un gran actor argentino, Eduardo Blanco.

A favor: su estética de comedia kitsch, y el dúo Manver-Ordaz
En contra: se vuelve agotadora y poco divertida por momentos

jueves, 21 de octubre de 2010

Danny Boyle confirma que dirigirá "28 months later"


Sigue sin haber guión, pero sí una idea sobre la que irá la tercera entrega de "28 días después", que supuestamente ubicaría parte de la acción en Rusia. Lo que sí parece ya confirmado es que Danny Boyle, creador de la primera y productor de la segunda, estará tras las cámaras en esta ocasión. Durante la presentación de su último y polémico trabajo, "127 Hours" (la película ha levantado revuelo por su alto contenido explícito), ha bromeado con el hecho de que si está vivo tras la preparación de los Juegos Olímpicos de 2012, se pondría manos a la obra con la historia. No voy a colgar el tráiler de "28 months later" porque, básicamente y a pesar de los muchos fakes que podrán encontrar en Youtube, no existe, pero sí el de "127 hours", basada en hechos reales. Esta cinta relata las 127 claustrofóbicas horas de un explorador atrapado en una roca y que tuvo que optar por amputarse una de sus extremidades para sobrevivir. El estreno será el 5 de noviembre y el tráiler promete, como viene siendo habitual en Boyle, algo espectacular.

sábado, 16 de octubre de 2010

El corto cinéfago: "Day & Night"


Y volvemos con Pixar, a quienes ya dediqué una entrada como corto cinéfago cuando hice un repaso por sus mejores obras. Como suele ser habitual, la factoría presenta un cortometraje antes de la proyección de un largo. Este año, "Toy Story 3" arrasaba en la taquilla de todo el mundo -es la quinta película más taquillera de la historia, y la más taquillera del género de animación-, pero antes Pixar se preocupó por mostrarnos otra joya de la animación.

"Day & Night" es un canto de amor a la animación tradicional, a las dos dimensiones de toda la vida, a todos esos clásicos Disney que nos han hecho soñar. Y es también el nombre de sus dos protagonistas, unos seres que representan el día y la noche en su interior, mostrado con la animación por ordenador imperante en la compañía. Este pequeño universo interior en 3D muestra los sentimientos de cada uno de los personajes, que irán descubriendo un nuevo mundo en el interior de su compañero. Una tierna y divertida historia sobre la amistad entre opuestos y que confraterniza dos técnicas de animación hasta ahora rivales dirigida por Teddy Newton y musicalizada por el ya imprescindible Michael Giacchino. Toda una obra de arte.


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martes, 12 de octubre de 2010

Manuel Alexandre (1917-2010)


Era con toda seguridad uno de los mejores actores españoles de la historia, perteneciente a la estirpe de los grandes, a ese selecto grupo que conformaban, entre otros, maestros como José Luis López Vázquez, Agustín González, Fernando Fernán Gómez o Paco Rabal. Manuel Alaxandre nos ha dejado a los 92 años de edad, más reconocido, admirado y activo que nunca -desde los años sesenta estrenaba hasta cinco filmes por año-, después de una carrera de más de 60 años y más de 150 películas a sus espaldas. El Goya de Honor en 2003 –uno de los momentos más emotivos de todas las ediciones de estos premios que puedo recordar-, el Fotogramas de Plata de Honor, la nominación al Goya y el premio de la Unión de Actores por “Elsa y Fred”, el TP de Oro a toda una vida, el homenaje en la Seminci del 94, el premio al mejor actor en Gijón en 1996 por “El ángel de la guarda” o el premio Pepe Isbert son sólo algunos de los muchos premios y reconocimientos que cosechó a lo largo de su dilatada trayectoria.

Tras abandonar sus estudios de Derecho por el estallido de la Guerra Civil, Alexandre probó suerte estudiando arte dramático en Madrid. Como un golpe de suerte definía su propia carrera y sus comienzos, cuando debutó en el Teatro Español de Madrid durante la guerra y los responsables de un cuadro artístico de la Confederación Nacional de Trabajo, que preparaba una representación, le ofrecieron uno de los papeles.


Comenzaba así una carrera artística que tuvo su debut cinematográfico en “Dos cuentos para dos” (Luis Lucía, 1947) y que proseguiría con títulos como “Bienvenido Mr. Marshall” (Luis García Berlanga, 1952), “Muerte de un ciclista” (Juan Antonio Bardem, 1955), “Calle Mayor” (J.A. Bardem, 1956), “Plácido” (L.G. Berlanga, 1961), “Atraco a las tres” (José María Forqué, 1962), “El verdugo” (L.G. Berlanga, 1963), “Tamaño natural” (L.G. Berlanga, 1974), “El año de las luces” (Fernando Trueba, 1986), “El bosque animado” (José Luis Cuerda, 1987), “Amanece, que no es poco” (J.L. Cuerda, 1988), “La marrana” (J.L. Cuerda, 1992), “Todos a la cárcel” (L.G. Berlanga, 1993), “Madregilda” (Francisco Regueiro, 1993), “Así en el cielo como en la tierra” (J.L. Cuerda, 1995), “París-Tombuctú” (L.G. Berlanga, 1999), “Clara y Elena” (Manuel Iborra, 2001), “Incautos” (Miguel Bardem, 2004), “Elsa y Fred” (Marcos Carnevale, 2005), o “¿Y tú quién eres?” (Antonio Mercero, 2007). En televisión protagonizó algunos episodios de “Estudio 1” en los años sesenta, setenta y ochenta, e hizo apariciones en “Curro Jiménez”, “Farmacia de guardia” u “Hospital Central”, pero sin duda la que mayor éxito cosechó fue “Los ladrones van a la oficina”, serie que durante tres años le permitió reunirse con intérpretes de diversas generaciones como Fernán Gómez, López Vázquez, Agustín González y Antonio Resines o Anabel Alonso, entre otros. Recientemente, también para la pequeña pantalla, encarnó al dictador Francisco Franco en “20-N”.

Un espectacular legado nos deja este intérprete que hasta el final mantuvo su humildad. “"Yo tengo una desgracia porque no creo en mí, no siento ese sensación de ser algo importante, no tengo ese sentimiento", aseguraba en 2006.

domingo, 10 de octubre de 2010

LA CRÍTICA

Piranha (2010) ***

La gran fiesta de la carne

Sería tremendamente injusto comparar la “Piraña” original de Joe Dante con la nueva versión de Alexandre Aja, tan similares en su título como alejadas en espíritu. Mientras una nacía del éxito del cine de terror de serie B de los setenta y a la sombra del letal escualo de Steven Spielberg, la otra lo hace amparada por las nuevas tecnologías y ese enfermizo empeño moderno por los remakes de clásicos del género. Y donde una, al igual que otras hermanas de su generación, aprovechaba al terror para lanzar una crítica al ejército, al gobierno y los experimentos con armas químicas y biológicas destinadas al belicismo fruto de la aún cercana guerra de Vietnam, la otra se desarrolla sin ningún tipo de ambición más allá de explotar las reglas del slasher de espíritu camp dictadas por “Viernes 13” y sus sucedáneos.


Salvo escasas coincidencias más propias de la referencia nostálgica que del plagio como pueden ser los créditos iniciales de aire retro bañados de sangre, ambas películas toman caminos distintos. Lo que propone Aja es llevar al extremo los ingredientes de la fórmula –a saber, sexo, desnudos, sangre y una falta de guión imperante; eso sí, esta vez se respeta a los niños- y montarse su propia bacanal carnívora, con algunas de las secuencias más gore de los últimos tiempos. En ese sentido absténganse los más aprensivos y los de estómago sensible de ver, especialmente, los minutos finales de un film destinado a provocar, a sacudir y divertir a partes iguales a los amantes del género.


No voy a centrarme en sus puntos débiles más evidentes. No voy a cebarme con su falta de pretensiones, ni con su raquítico guión, ni con sus personajes mal dibujados y ni siquiera con sus efectos especiales y de maquillaje poco conseguidos en algunas ocasiones –y siento decir esto de los magos Nicotero y Berger-. “Piranha 3D” es puro entretenimiento consciente de su propia figura de subproducto de serie B, más preocupada por servir miembros amputados de actores secundarios de renombre –mal aprovechados teniendo en cuenta que tiene en sus filas a Eli Roth, Christopher Lloyd y Ving Rhames, entre otros- y por desnudar hasta los huesos, nunca mejor dicho, a algunas pornostars que se juegan la carne en este espectáculo sanguinolento sin concesiones.

Aja hace su propio “Tiburón”, cameo de Richard Dreyfuss incluido, más que un remake del film de Dante. Y lo hace a su manera, aplicando todo lo que sabe un realizador surgido de una de las oleadas de cineastas franceses más salvaje de su historia. El director goza de una libertad de la que posiblemente no disfrutaba desde la fantástica “Las colinas tienen ojos”. Con esta comparte el hecho de comenzar de manera políticamente correcta, resultando una de terror de manual, para desbocarse en su tramo final. Pero de una película como esta se espera algo incluso más divertido que lo que nos ha presentado. Yo me he quedado poco satisfecho, incluso con sus gags más vulgares, que no desvelaré pero que tienen como protagonista cierto miembro viril amputado. Porque no basta con montar la fiesta de la carne del siglo y pasárselo bien filmándola. Hay que intentar que el espectador goce con ella.

A favor: la carnicería final en el lago
En contra: no logra satisfacer del todo

jueves, 7 de octubre de 2010

El corto cinéfago: "15 días"


Premio de la Prensa al Mejor Cortometraje en el XXIII Festival de Cine Independiente de Elche, Mejor cortometraje en la XII Semana de Cine Español de Aguilar de Campóo, Mención especial del jurado en el XXX Festival de Cine de Alcalá de Henares… y así hasta un total de 54 premios. Es uno de los cortometrajes españoles más premiados de la historia, y aún así, pese a tanto reconocimiento, no ha sido hasta ahora, gracias a su última película, que Rodrigo Cortés ha logrado el reconocimiento que merece.

“15 días” nos habla de un hombre atrapado por el consumo, por los productos teletienda, que le permiten una devolución a las dos semanas si no queda satisfecho. Cástor Vicente Zamacois nunca ha tenido nada propio, nunca se encariña de nada ni nadie que no pueda dejar en 15 días. Eso sí, siempre tiene los mejores coches, las mejores casas, ropa de diseño… pero ni un solo billete en su cartera. “15 días” cuenta, en clave de falso documental, la vida de este nómada, adentrándose en su infancia y la relación con sus diversos padres, clave para entender su forma de vida.

Gracias a este sensacional trabajo -perfectamente contado, narrado, montado, rodado, ensamblado e interpretado- conocimos a Rodrigo Cortés, realizador gallego que ahora triunfa internacionalmente con “Buried (Enterrado)”. A quien sorprenda el brío tras la cámara y el montaje de esta obra maestra les invito a revisar este cortometraje, donde ya se recogían algunas constantes de sus dos siguientes películas, la subestimada “Concursante” y la mencionada “Buried”, y donde ya demostraba una habilidad innata para narrar historias con pocos recursos, únicamente valiéndose de un buen guión y su visión. Eso sí, entre tanto premio al final no fue nominada al Goya en el año 2000.

martes, 5 de octubre de 2010

Elige tus películas favoritas del mes de Septiembre


Volvemos con las votaciones a mejores películas del mes, en este caso del mes de septiembre. Recuerden que pueden elegir cuantas quieran y cambiar el voto si así lo desean. El 15 de enero de 2011 se cerrarán las votaciones y se hará el recuento para elegir las favoritas del año según los cinéfagos que hayan participado. Para votar sólo tienen que ir al menú derecho de la página, justo debajo del apartado Blogs y webs que sigo. Y aún pueden votar por las películas de meses anteriores. Muchas gracias por participar.


Astro Boy
Bright Star
Campanilla y el gran rescate
Carancho
Che, un hombre nuevo
Come Reza Ama
Contracorriente
El Americano
El aprendiz de brujo (The Sorcerer’s Apprentice)
El gran Vázquez
Elisa K
La Yuma
Las aventuras extraordinarias de Adele Blanc Sec
Lope
Ramona y Beezus
Resident Evil: Afterlife
Salvando las distancias (Going the distance)
Step Up 3D
Submarino
The Runaways
Todo lo que tú quieras
Un pequeño cambio (The switch)
Vaya par de polis (Cop out)

domingo, 3 de octubre de 2010

Nos dejan dos leyendas del celuloide

Uno era un galán clásico, el otro un respetadísimo director. De uno lleva una semana hablándose en los medios, al otro se le ha dedicado demasiado poco tiempo en ellos en mi opinión. Tony Curtis y Arthur Penn formaban parte del Hollywood clásico, aunque cada uno en una disciplina distinta. 

Tony Curtis tenía un físico que pronto volvió locas a las jóvenes estadounidenses, a pesar de ser simplemente apuesto en sus comienzos. Eterno seductor y mujeriego, por sus manos pasaron seis esposas, entre ellas Janet Leigh, y una buena cantidad de amantes, muchas de ellas famosas, entre las que se cuenta Marilyn Monroe. Y más allá de su escandalosa vida privada, que él mismo alimentaba con sus polémicas declaraciones, lo que había ante todo era un gran actor. “Trapecio” (Carol Reed, 1956), “Con faldas y a lo loco” (Billy Wilder, 1959), “Espartaco” (Stanley Kubrick, 1960), “La carrera del siglo” (Blake Edwards, 1965) o “El estrangulador de Boston” (Richard Fleischer, 1968) confirman una carrera llena de comedia, drama, western, peplum y otros muchos géneros. En los 70 se refugió en la televisión en “Los persuasores” junto a Roger Moore, a la vez que comenzaba a prodigarse cada vez menos en la gran pantalla para dedicarse a su otra gran pasión, la pintura, con la que volvió a cosechar éxitos. Padre de Jamie Lee Curtis, Tony Curtis nos abandonó a los 85 años de edad víctima de un ataque al corazón.


Y a los 88 años nos ha dejado Arthur Penn, toda una leyenda viva del celuloide. Su triunfo fue paralelo al de Curtis, en plenos años 50 y 60, cuando dirigió joyas como “El zurdo”, “El milagro de Ana Sullivan”, “La jauría humana” -una de sus grandes obras maestras-, “El restaurante de Alicia” y la que quizás sea su obra más reconocida, “Bonnie & Clyde”. Y como le pasó a Curtis, su carrera fue en claro declive, especialmente porque el estilo narrativo de Penn, que ayudó a acuñar las tendencias cinematográficas de los 60, no sintonizaba con lo que el público de las dos décadas posteriores buscaba en una película. Así, cada vez dirigía menos filmes, siendo uno de sus últimos trabajos el de participar en el proyecto coral “Lumière y compañía”, en 1995. Penn fallecía el martes, un día después de cumplir 88 años.

viernes, 1 de octubre de 2010

LA CRÍTICA

Buried (Enterrado) ****1/2

Sepultado por la burocracia

Estos días se habla de las múltiples referencias que una película como "Buried (Enterrado)" puede tener, y la verdad es que son más que evidentes. Desde el cine de Hitchcock, como "Náufragos" o el homenaje al mago del suspense en los créditos iniciales, hasta el enterramiento de La Novia en "Kill Bill: Vol.2", pasando por otra obra de Tarantino, esta vez televisiva, como fue el espectacular episodio de "CSI" titulado "Grave Danger". Todas son un perfecto ejemplo de trabajos no aptos para agorafóbicos, pero a la vez muchas de ellas tienen un nexo en común: el de abandonar el claustrofóbico escenario para enriquecer la historia, para rellenar los minutos extra. Y en algunos casos, esto lleva a que se rompa el ritmo de la trama.




Fiel a su premisa, el español Rodrigo Cortés ha recurrido a generar angustia y tensión encerrado en unos pocos metros cuadrados, con un sólo actor y manejando con elegancia y milimétrica diligencia los mecanismos del suspense y el thriller. Experto en propuestas arriesgadas, Cortés consigue no abandonar el hábitat que sirve de provisional tumba de un transportista americano secuestrado y enterrado vivo en algún lugar de Irak, con un móvil, un mechero y su perspicacia como únicos elementos de supervivencia. Lo que otros no habrían soportado rellenando metraje mediante flashbacks y saltos espacio-temporales de guión, él lo consigue con un guión inteligente y un montaje -en esto el director es un verdadero artista, como bien ha demostrado en trabajos anteriores- que la hace desmarcarse de sus innumerables referentes.




Cortés realiza un soberbio ejercicio de estilo realizando el que posiblemente sea su filme más comercial y ambicioso, pero sin perder en ningún momento su capacidad de crítica social. El cineasta acude a la sutileza y la lectura entre líneas para trazar una disección más que acertada del instinto de preservación de los gobiernos y las grandes compañías, capaces de limpiar las posibles pruebas, buscando la letra pequeña en los contratos y controlando la situación en todo momento para que el secuestrado no haga algo que pueda hacer peligrar su imagen pública y su dinero.



Y a quien le parezca que esta película no guarda relación con lo anterior de su creador, se equivoca. Si en "15 días" y "Concursante" teníamos a dos personajes afectados por el síndrome de enclaustramiento al que el consumismo y la economía les tenía sometidos, en "Buried (Enterrado)" el personaje de Paul Conroy -magnífico Ryan Reynolds, amo y señor de los perfectamente calibrados 90 minutos de metraje y que consigue que sintamos en todo momento su desesperación- no sólo se encuentra sepultado físicamente en un ataúd, sino encerrado en una vorágine burocrática que pone en peligro su propia vida. Porque Conroy es pura mercancía, utilizada por terroristas para obtener una suculenta suma de dinero al mismo tiempo que como moneda de cambio de un país sumido en una estricta política antiterrorista -en ese sentido, no es casualidad que se desarrolle en plena administración Bush y que transcurra en el país asiático. Y de nada sirven las nuevas tecnologías ni los instrumentos más rudimentarios y básicos cuando su futuro está en manos de personas que anteponen sus intereses a su vida.



Tensa, en ningún instante aburrida, para nada panfletaria en su subliminal discurso, apenas condescendiente con el espectador y ayudada por la monumental fotografía de Eduard Grau, "Burried (Enterrado)" es el excepcional ejemplo de lo que muchos grandes y potentes directores españoles guardan dentro. Ya lo demostró Daniel Monzón hace un año con la magistral "Celda 211". Hay cine comercial e inteligente en nuestro país, solo falta un poco más de ojo para los negocios. Espero que el público sepa verlo en este caso.

A favor: que Rodrigo Cortés no traiciona su propia premisa argumental
En contra: no saber aún cómo acogerá el público español una propuesta tan arriesgada