Los primeros compases del último –esta vez sí- cortometraje de Manuel Lasaga nos remiten con ese denso blanco y negro y sus créditos iniciales al cine ambientado en la España recóndita e interior de Luis García Berlanga.
El posterior paso al color no es una simple casualidad. Relato de claros tan blancos como la nieve y oscuros tan negros como el asesinato, Lasaga ya nos advierte que el ambiente de su corto no solamente irá de los tonos monocromáticos al multicolor, sino también de la comedia castiza, esa misma comedia de pueblo donde todos comentan sobre todo y sobre todos que Berlanga dominara a la perfección, a la tragedia de dos hermanos que asumen sus roles de marido y mujer, o quizás debería decir marida, hasta sus últimas consecuencias.
Lasaga consigue con este matrimonio de conveniencia fraternal su obra más digerible argumentalmente hablando, pero con los mismos matices ocultos que sus anteriores trabajos. Lo que volvemos a tener es a los infraurbanitas de siempre, pero en esta ocasión trasladados a un entorno rural donde no se atisban más mujeres que las que cobran dos mil pesetas por servicio, donde los jóvenes han emigrado a la gran ciudad y en el cual ya solamente quedan ancianos.
Puede que no esté a la altura del resto de su filmografía, pero volvemos a estar ante diálogos casuales, ahora mejor integrados que nunca en el guión dado que nos encontramos ante gente de pueblo, ante actores amateurs que cumplen solventemente con su trabajo y ante todo con personajes perdidos del mundo real, ahora con más razón si cabe, pero que buscan un ideal ficticio. Si en “Muerde el ladrillo” el protagonista encontraba la solución a su crisis personal hincándole el diente a un elemento de construcción y en “Familia colateral” la evasión consistía en pasar de una familia plastificada emocionalmente a otra plastificada físicamente, pero más humana que la original, en “Maridos de sangre” lo que tenemos es la realización de un sueño, el de formar una familia en tierra de hombres, camuflado todo bajo la mera excusa de la conveniencia económica. Lástima para sus protagonistas que esta vez no consigan lo que quieren.
Lo mejor: el sutil cambio de tono que propone el director, primero del blanco y negro al color y luego de la comedia a la tragedia.
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Maridos de sangre
España, 2009, 18 minutos
Dirección, guión y producción: Manuel Ortega Lasaga
Intérpretes: Orlando Fernández Mijares, Paco Orellana, Fausto Grossi
Sinopsis: Una boda de conveniencia entre dos hombres es celebrada en una pequeña aldea castellana.
España, 2009, 18 minutos
Dirección, guión y producción: Manuel Ortega Lasaga
Intérpretes: Orlando Fernández Mijares, Paco Orellana, Fausto Grossi
Sinopsis: Una boda de conveniencia entre dos hombres es celebrada en una pequeña aldea castellana.
Qué puedo decir mas que gracias por la crítica
ResponderEliminarEn cada nuevo trabajo, y eso olvidé comentarlo en la crítica, creas un personaje que se me queda en la memoria por su carisma, por su sinceridad ante la cámara. En el ladrillo fue ese padre que hacía las veces de gurú del prota, en Familia Colateral me quedé con el muñeco (es curioso que un muñeco sea tan imprescindible para una historia), y aquí he estado entre dos personajes: el de ese anciano de parche en el ojo que nadie recuerda haber invitado y por supuesto el novio asesino. Muy grande en su interpretación. ¿Colocarás el vídeo en Youtube? Es para ponerlo en el blog como enlace, para evitar a la gente que tenga que verlo desde vimeo.
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